Contras: si el rock se acerca a los 40 años de vida, casi tantos años cumple el anti-rock, es decir, las opiniones, censuras y presiones de toda laya que en vano procuraron hacerlo desaparecer.
Justamente ahora un libro de Linda Martin y Kerry Segrave, titulado "Anti-Rock. The Oppósition to Rock’n’Roll”, propone un fascinante compendio de opiniones pseudocientíficas, disparates repetidos hasta el cansancio y hasta amenazas concretas contra la vida y la seguridad de los músicos que lo interpretan.
Ya a mediados de la década del 50 el clásico rock and roll, fue definido por la prensa como “müsica de la jungla”, con lo que se señalaba además con desprecio el origen negro de esta música. Luego vendrían las acusaciones contra las letras de los primeros rocks, a las que se acusó de lascivas o estúpidas.
También se destacá, por esa época, la campaña de grupos religiosos, organizaciones políticas y entidades comerciales que terminan en el escándalo de “payóla” (pago de sobornos a los dise-jockeys por pasar por radio
determinados temas).
Esta práctica, en realidad, como bien señalan Martin y Segrave, existe ; desde el comienzo de la industria discográfica.
Un disc-jockey sospechoso
Sin embargo, en 1958 las investigaciones se centran básicamente en el disc-jockey Alan Freed. La investigación que acabará con la carrera de Freed, casi ignora a otro disk-jockey rival, Dick Clark, que había reunido una desproporcionada fortuna con métodos más o menos oscuros..
La diferencia radicaba en que Clark, a pesar de tener un programa de rock, prefería los artistas y números más inocüos e inofensivos, mientras que Freed era un defensor á ultranza de los grupos negros y los artistas más frenéticos y volátiles, como Little Richard o Gene Vincent. , Las críticas al rock arrecian entre los mayores durante los años cincuenta.
Desde los padres que se quejan de una música que aliena y, torna inmanejables a los jóvenes, pasando por organizaciones religiosas (mucho más fanáticas en el sur dé los Estados Unidos), músicos mayores (que como Bing Crosby el mismo Frank Sinatra compiten en descalificar al rock), pasando por organizaciones gubernamentales como el FBI de Hoover, que pronto empezará , a ocuparse de los músicos de rock.
Las opiniones críticas varían, aunque todas coinciden en señalar al rock como una música lasciva y peligrosa.
Riesgos al por mayor
Opiniones pseudúcientíficas abundan al respecto Como los médicos que sostienen que el alto volumen con que los jóvenes escuchan el rock les provocará sordera.
Argumento fácilmente rebatible, ya que a fines de los años 80 la gran mayoría de los músicos de rock, ex
puestos a volúmenes de sonido realmente elevados, no sufre de sordera de ningún tipo.
Todavía en 1981, sin embargo, un informe universitario basado en supuestas pruebas de laboratorio, sostenía que la prolongada exposición a la música “disco” provocaba homosexualidad en los ratones y sordera en los cerdos.
La violencia, en general, se asocia con los recitales de rock desde la
misma década de los 50. Tumultos reales, como los ocurridos durante la, gira de Bill Haley por Alemania, el sangriento festival de Altamont (1969) o la masacre en un recital de los Who en su gira norteamericana de 1979, parecen indicar una relación entre el rock y la violencia.
Con gran agudeza, el libro de Martin y Segrave desmenuza al detalle el tema, demostrando cómo, desde un principio, la violenta actitud de la policía ante el rock, así como el descuido e irresponsabilidad de los promotores de recitales multitudinarios tienen mucho que ver con los estallidos de una multitud, tan peligrosa como cualquiera que exceda el número de 2000 personas.
Durante la década de los 60 el odio hacia el rock tomará nuevas formas. Por un lado, algunos empresarios ; discográficos (en cuyas empresas no había importantes músicos de rock), así como el FBI de los tiempos de Nixon, perseguirán al rock por difundir las drogas entre la juventud. Canciones cómo “Un día en la vida” (Beatles) o “Eight Miles High” (Byrds), conocerán la censura, desde la BBC a las radios regionales de los Estados Unidos por la misma época.
Organizaciones tan reaccionarias como el Ku Klux Klan realizarán quemas de discos de los Beatles, cuando Lennon comparó a los Beatles con Jesús.
En los años 70 y 80 aumenta la coalición de enemigos del rock, engrosada por políticos que buscan desesperadamente popularidad, como el reverendo Jesse Jackson, que en 1978 bramaba contra las letras del rock, ó los grupos religiosos que denunciaban al Heavy Metal como avanzada satánica, invocando como prueba irrefutable de su convicción las letras de las canciones, las tapas de los álbumes y hasta el mismo nombre de los grupos. Cuando un asesino serial afirma haber cometido sus crímenes bajo la inspiración de un álbum del grupo AC/DC, el juicio se convierte más en un proceso al Heavy Metal que al mismo criminal.
Incluso una variedad de música tan inocua como el “disco” es objeto de persecuciones, permitiendo a un disc-jockey hacerse rico con festivales donde se procede a la destrucción masiva y entusiasta de discos del género.
Para colmo de males, los músicos de rock, al hacerse grandes, reniegan de la faceta rebelde e iconoclasta de esta música, denunciando con ira a los recién llegados. Desde el mismo Elvis Presley, que se ofrece a actuar de informante del FBI contra la música “drogada” de Beatles o Stones; hasta los músicos de rock sinfónico que desprecian a los grupos punks por ruidosos e incompetentes.
La Nacion - Espectaculos
Lunes 31 De Enero de 1994.
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