El mes próximo, será lanzada en disco compacto una recopilación de la obra del cantautor cubano Silvio Rodríguez.
El material original que acaba de aparecer en Buenos Aires fue remasterizado. - Los discos son: Días y flores (1975), Al final de este viaje (1978), Mujeres (1978), Rabo de nube (1980), Unicornio (1982), Tríptico 1 (1984), Tríptico 2 (1984), Tríptico 3 (1984), Causas y azares (1986), Oh melancolía (1988), Silvio (1992), Rodríguez (1994) y Domínguez (1996).
Escuchar el material como un concepto integral representa una buena oportunidad para acercarse a algunos aspectos del arte del cubano, Silvio Rodríguez siempre quedó atado a la ambigua definíción de canción social, dentro de la cual caben inescrupulosamente desde los Quilápayún hasta Nacha Guevara. La etiqueta, está claro, no le queda del todo mal: el propio Rodríguez asume esa condición y. releyendo las letras de sus canciones se puede tener un panorama bastante nítido de las idas y vueltas del proceso político cubano. Los mismos títulos son paradigmáticos. Desde “Ojalá” (compuesta mucho antes que la fecha de su grabación, 1978) y “Vamos a andar” (1980) hasta “El necio" (1992) o “Flores nocturnas” (sobre las jinetes de La Habana, 1994), Silvio Rodríguez supo pasar de la épica encendida a. retratos de época reflexivos, agudos y hasta melancólicos. Musicalmente, sus comienzos estaban definidos por el acompañamiento de su sola guitarra. Luego integró ritmos caribeños, jazzeros, hasta rockeros a la cubana, para regresar a las fuentes —con su tríptico Silvio, Rodríguez y Domínguez en una doble vuelta—: a la guitarra trovadoresca y'sus ancestros.
La obra poética que no tiene nada que ver con la producción sistemática de discos, sino con las obsesiones recurrentes y ese : hilo conductor que lo destaca de cualquier otro artista, y en el cual se detallan sus evoluciones y zig-zagueos. En Silvio Rodríguez está el compromiso con la Revolución Cubana, pero; también están el tratamiento delicado de los conflictos amorosos, una tendencia a lo fantástico, un manejo exacto de la metáfora y una capacidad poética que no cae en lo críptico ni en la sensiblería.
La Republica (Uruguay)- Cultura
Domingo 27 de Abril de 1997
Escuchar el material como un concepto integral representa una buena oportunidad para acercarse a algunos aspectos del arte del cubano, Silvio Rodríguez siempre quedó atado a la ambigua definíción de canción social, dentro de la cual caben inescrupulosamente desde los Quilápayún hasta Nacha Guevara. La etiqueta, está claro, no le queda del todo mal: el propio Rodríguez asume esa condición y. releyendo las letras de sus canciones se puede tener un panorama bastante nítido de las idas y vueltas del proceso político cubano. Los mismos títulos son paradigmáticos. Desde “Ojalá” (compuesta mucho antes que la fecha de su grabación, 1978) y “Vamos a andar” (1980) hasta “El necio" (1992) o “Flores nocturnas” (sobre las jinetes de La Habana, 1994), Silvio Rodríguez supo pasar de la épica encendida a. retratos de época reflexivos, agudos y hasta melancólicos. Musicalmente, sus comienzos estaban definidos por el acompañamiento de su sola guitarra. Luego integró ritmos caribeños, jazzeros, hasta rockeros a la cubana, para regresar a las fuentes —con su tríptico Silvio, Rodríguez y Domínguez en una doble vuelta—: a la guitarra trovadoresca y'sus ancestros.
La Republica (Uruguay)- Cultura
Domingo 27 de Abril de 1997
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