martes, 1 de mayo de 2018

9906 - Interpretes Varios - 1996 - The Alligator Records 25th Anniversary Collection

Discos

Si sos un amante del blues, seguramente debés tener en tu colección algún disco de Alligator Records Si no, ya es tiempo de que descubras a esta impresio­nante grabadora indepen­diente que viene registran­do desde hace ya 22 anos lo mejor del blues contem­poráneo, anticipándose en varios años al nuevo "boom" del blues, y con prescindencia de las mo­das o tendencias imperan­tes en el "business" de la música. La novedad es que Alligator ha iniciado sus operaciones en nuestro pais, con una serie de lan­zamientos que iremos co­mentando.


Nacida en 1971, Alligator fue creada por su capo má­ximo, Bruce Iglauer, con la intención de hacer un solo disco, "Hound Dog Taylor And The House Rockers". Hound Dog era un legen­dario bluesman que tocaba guitarra slide en Florence’s, un pequeño boliche del South Side de Chicago, al comando de un trío que se completaba con batería y otra guitarra (¡sin bajo!). Su crudísimo sonido -que por supuesto no interesaba a ninguna grabadora- llamó la atención de Iglauer, quien los convirtió en el pri­mer lanzamiento del inci­piente sello. Desde enton­ces, Alligator ha pasado a convertirse, desde una aventura que funcionaba en un pequeño departa­mento y ensobraba a mano cada uno de sus discos, en una gran empresa con un catálogo de mas de cien discos, dos edificios y quin­ce empleados, y un elenco en permanente expansión, desde sus modestos pro­pósitos iniciales de cubrir la escena contemporánea del blues de Chicago, se ex­tendió hasta conseguir al­gunos de los mejores artis­tas de Louisiana, New Orleans. Texas, New York y cualquier parte de los USA donde se cocina el mejor blues, además de licenciar algunos sellos europeos que prestan similar aten­ción al blues y sus artistas. Si quieren un buen “sampler" de todo esto, nada mejor que empezar por el doble CD (también hay cassette) "20th Anniversary Collection (1971- 1991)” -realizado como se imaginarán para conmemo­rar el vigésimo aniversario del sello- que reúne en 35 temas (e igual número de artistas) y casi dos horas y media dé música, algunos de los mejores momentos grabados de sus primeros veinte años de vida. La va­riedad de sonidos, forma­ciones y ritmos es práctica­mente inagotable, y este sustancioso “paquete’ pue­de resultar una buena intro­ducción tanto para quienes se están acercando al blues y se quejan de que las grabaciones de los próceres suenan "viejo" (el so­nido Alligator es sumamen­te contemporáneo), como para quienes dicen que "suena todo lo mismo".


La lista de artistas es im­presionante, desde blues-rockers como Johnny Win­ter, Lonnie Mack (produci­do y acompañado por Ste­vie Ray Vaughan), Tinsley Ellis, y el malogrado Roy Buchanan, hasta "mamas” que meten miedo, como Koko Taylor y Katie Webster. Representantes de la escena del blues con­temporáneo como Lil’ Ed And The Blues Imperials, Big Twist And The Mellow Fellows, Little Charlie And The Nightcats, junto a próceres como el (también malogrado) "rey del zydeco” Clifton Chenier, el gran Albert Collins, el in­fluyente pianista de New Orleans, Professor Long­hair, el violinista-guitarrista Clarence “Gatemouth” Brown y el ya mencionado “Hound Dog” Taylor. Mo­dernos estilistas de la gui­tarra como Son Seals, Kenny Neal, Elvin Bishop y Fenton Robinson, y tam­bién varias generaciones de armoniquistas de blues, como Big Walter Horton, Sonny Terry, Charlie Musselwhite, el inefable James Cotton, y la dupla Carey Bell-Junior Wells. Y hay más, todas exquisitas gemas para el más exigente paladar blusero.
Y ya que de armoniquistas hablamos, hay un disco que para quienes gustan de tocar o escuchar la armóni­ca (que a juzgar por la can­tidad de alumnos que tiene mi amigo Luisito Robinson, son unos cuantos), o sim­plemente aprecian el buen Chicago blues, es imperdi­ble: se trata de “Harp Attack!” (algo así como “El Ataque de las Armónicas"), que reúne a cuatro de los mejores armoniquistas vi­vientes, les pone detrás una banda compuesta por algunos de los mejores mú­sicos de la escena de Chi­cago (Michael Coleman en guitarra, Lucky Peterson en piano, Johnny B. Gayden en bajo y Ray "Killer" Allison a la batería) y los deja volar a su antojo. Solos, dúos, tríos, o los cuatro juntos, estos tipos brillan en cualquiera de sus combina­ciones. Se trata de James Cotton, Júnior Wells, Ca­rey Bell y Billy Branch Los tres primeros ocuparon el puesto más codiciado para un armoniquista en el mundo del blues: tocaron en la banda del gran maes­tro, Muddy Waters. El últi­mo, más joven que los otros, tocó con Willie Dixon y lidera su propia banda, Sons of the Blues. Los cua­tro son reconocidos solistas con extensas carreras en su haber. Sin embargo, aunque el virtuosismo abunda, no hay desplie­gues inútiles: el acento está puesto en la musicalidad, y cada una de las canciones brilla con un sentimiento espontáneo y de “good ti­mes" que refleja la camara­dería de este encuentro en­tre grandes.
Okay, dejemos por ahora la armónica y pasemos a la
guitarra. ¿Guitarra dijiste? entonces hablemos de Johnny Winter. este albino texano con los dedos más rápidos del Oeste, copiado imitado hasta el cansancio por varias generaciones de violeros de blues y rock, "Third Degree" es el tercer y último álbum que hizo pa­ra Alligator, sello que lo devolvió a sus raíces bluseras después de su etapa del blues-rock en los años 60 y 70, y probablemente el más sólido de todos. Posíblemente esto se deba, entre otras cosas, a que "Third Degree' presenta el reen­cuentro -después de 16 años- de Winter con su sección rítmica original de Texas, es decir Tommy Shannon en bajo (que pos­teriormente pasó a revistar en Double Trouble con otro texano célebre, Stevie Ray Vaughan) y Uncle John “Red" Turner en batería. En otros temas lo acompañan nada menos que Johnny B. Gayden en bajo y Casey Jones en batería, junto a uno de sus idolos, Mac "Dr. John” Rebennack en piano. Es un disco variado y bri­llante, donde Winter mues­tra todo lo que sabe hacer en una guitarra eléctrica, y de yapa tiene un par de nú­meros acústicos donde Johnny toca slide en una guitarra de acero National, “Evil On My Mind* y “Bad Girl Blues". Joya, viejo.


Y ya que estamos con Johnny Winter, un disco que lo muestra en un con­texto muy diferente es uno que produjo para otro de sus Idolos, Sonny Terry, maestro de la armónica de country-blues. Sonny tocó durante muchos años en dúo junto a su compañero de siempre, el guitarrista Brownie McGhee, pero también solo y junto a otros bluesman como Lightnin’ Hopkins y Big Joe Williams.
Whoopin’”, el disco que nos ocupa, presenta a Terry acompañado por Johnny Winter en guitarra y piano, el legendario Wi­llie Dixon en contrabajo y el batero Styve Homnick.
El resultado es un álbum de Delta blues, con todo el sa­bor “downhome" del Mis­sissippi casero y espontá­neo, casi como si estuvie­ran tocando en algún patio trasero o un pequeño bar. Grabado en solo tres días, Terry canta con su voz ras­pada y toca sin inhibicio­nes, y a Winter se lo adivina feliz como un chico, acompañándolo, siguiendo sus fraseos y trenzándose en duelos con Sonny, tocando además un montón de sli­de, que refuerza el sabor del Delta que caracteriza esta producción.
Para terminar por ahora con esta revisión del catálogo Alli­gator, un disco del que Eric Clapton ha definido como "el más grande guitarrista viviente”. Se trata del salvaje Buddy Guy, un tipo que in­fluenció a todo el mundo que ha tocado blues en la guita­rra eléctrica, desde Clapton, Hendrix y Page hasta Winter, Vaughan y Cray. El álbum en cuestión es “Stone Crazy!", grabado originalmente en Fancia en el año 79 para el sello Isabel Records, que lue­go licenciara Alligator. El dis­co trata de recrear en estudio el impacto de las actuacio­nes en vivo de Buddy Guy, y por eso el productor se limitó a dejar que Buddy tocara acompañado de su banda habitual, sin sobregrabaciones ni trucos de producción. Con el respaldo de su her­mano Phil Guy en guitarra rít­mica, J.W. Williams en bajo y el omnipresente Ray “Killer" Allison en batería, Guy se suelta en seis extensas com­posiciones que le dan amplío lugar para sus increíbles so­los y vibrantes vocalizaciones que recorren todo el espec­tro emocional desde el susu­rro al grito. Si quieren saber por qué este quía influenció a todos los nenes que nombré más arriba, simplemente escuchen este álbum: Buddy Guy es uno de los tipos más intensos y emotivos que haya agarrado jamás una guitarra y sus solos son un ejemplo de cómo proyectar senti­mientos cuando está tocando, y no correr incansablemente por el diapasón sin dirección alguna. Los dejo me voy a tocar un blusito.
El Musiquero

1 comentario:

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