domingo, 4 de febrero de 2018

0763 - Borges & Piazzolla - 1997 - El Hombre De La Esquina Rosada

Del Baldio y La Daga

Un excepcional trabajo poético musical reúne al mayor músico rioplatense del último medio siglo y a un poeta de extraordinario vuelo, con excelencias de edición e interpretación


Jorge Luis Borges odiaba el tango-canción tal cual se difundió por el mundo en la voz de Carlos Gardel y sus sucesores. Decía que habían amariconado el tango, lo habían traicionado en su esencia al sa­carlo del bajo y su mitología de cuchillos, malevos y coraje. Tal vez soñó -él mismo lo dice en al­guno de sus bellísimos poemas- no ser un intelectual ultramonta­no y minusválido, y se soñaba como guapo de avería, puñal al cinto y paso acompadrado.
Por eso, la mayoría de los po­emas de este refinadísimo e hiperintelectualizado porteño recons­truye el mundo mitológico de los orígenes, el tiempo de la ruda ni­ñez del tango, el reino perdido del coraje. A algunos de estos textos épicos, nostálgicos, admirables, se animó a ponerles músi­ca el más grande creador de la música rioplatense en muchos decenios: Astor Piazzolla. Y el resultado es curiosamente brillan­te. Por supuesto, un poeta excep­cional y un músico incomparable tienen que producir obras hermo­sas; pero lo curioso reside en que el extremo refinamiento del len­guaje, tanto sonoro como litera­rio, pueda ilustrar el universo ás­pero y brutal que pretende reflejar de forma tan elocuente.
La comunión entre Borges y Piazzolla es tan honda como irrepetible; y ello fue apreciado por un grupo de artistas sensibles que han sabido crear, en base a la misma, uno de los discos más atractivos que puedan encontrar­se actualmente en el mercado. El bandoneonista y arreglador Da­niel Binelli, ex integrante de la orquesta de Osvaldo Pugliese y miembro del famoso Sexteto Nueva York, del propio Piazzo­lla; el cantante Mario Rubén González, conocido como Jairo, y el actor Lito Cruz registraron 12 temas de Astor Piazzolla, al­gunos de ellos puramente instru­mentales y otros con textos de Borges. El resultado.es exquisito, uno de esos discos inolvidables que gravitan en la vida de un amante de la música. La sapien­cia del compositor, su increíble intuición para crear climas, el vuelo poético de su melodismo, no sólo sostienen a altísimo nivel los temas instrumentales, sino que enmarcan de manera incompara­ble los duros y emotivos poemas de Borges. En los mejores mo­mentos {Jacinto Chiclana A don Nicanor Paredes, Oda íntima a Buenos Aires) la simbiosis es tan honda y absoluta como en los grandes lieder de los composito­res mayores del canto de cámara.


Los arreglos de Daniel Binelli tienen un sostenido buen gusto, y acompañan los temas recitados con discreta pero poderosa elo­cuencia. En algunas piezas, como la bellísima Milonga nocturna, la versión está a la altura del com­positor, lo que es mucho decir. El cantante Jairo, no específicamen­te tanguero, canta admirablemente los textos, con una hermosa voz de tenor y afinación impeca­ble, cosa muy meritoria en el ex­tremado cromatismo de las melo­días de Piazzolla. Lito Cruz recita con expresividad y ajaste de estilo, aunque en algún caso (como en el celebérrimo poema El tango) resulta algo débil desde el punto de vista dramático. Pero en términos absolutos este disco es memorable y puede apostarse a que será un clásico. Muy pocas veces se ha logrado evocar de forma tan poderosa y bella ese mundo perdido del baldío y de la daga que fascinaba al gran poeta ciego de la Buenos Aires que ya no existe.

Domingo 27 de Abril de 1997
El Observador (Uruguay)

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