viernes, 4 de mayo de 2018

9932 - Silvio Rodriguez - 1984 - Triptico Vol II

EMOTIVO RECITAL DEL CUBANO, TRECE AÑOS DESPUES


Silvio Rodriguez volvio a cantar en Cordoba



Silvio Rodríguez cantó aquí después de 13 años. La cálida noche del sábado subió al es­cenario del Club General Paz Juniors y unas 6.500 personas (las entradas se habían agotado hacía quince días), entre ellas muchísimos jóvenes, volvieron a emocionarse con sus canciones.
Pasa que no pocos de esos chicos here­daron de sus padres el amor a este hom­bre que, sólo con su guitarra, su voz pe­queña y dulce y sus versos enormes, sigue fiel a sus ideas políticas y a la belleza que le fluye imparable a la hora de componer.
En claro contraste con un público que se deshizo en declaraciones amorosas y consignas de solidaridad con la situación que vive Cuba en este octubre caliente, en que se mezclan atentados con homenajes al Che Guevara a 30 años de su muerte, Silvio apareció serio y hasta parco.
Vestido con un buzo verde de algodón, jeans y mocasines marrones, el hombre se dedicó a lo suyo durante 23 canciones, entre las cuales habló poco y nada. Cuando lo hizo, sólo pidió que le permitieran desa­hogar su necesidad de presentar sus nue­vos temas "porque en 13 años -dijo- he hecho algunas cosas que necesito expre­sar, así que no podré cantar todo lo que me piden”, se disculpó. Aunque haya deja­do afuera al mismísimo unicornio azul.
Durante Una hora y cuarenta y cinco minutos, Rodríguez se dedicó, y con éxito, a convocar con sus dotes de hechicero diplomado, fantasmas de amor qué flotaban visibles en los ojos húmedos de la gente: Rabo de nube, El dulce abismo, La can­ción dé las sillas, El necio (a esta altura to­do un manifiesto, su manifiesto, y el pri­mer tema que coreó todo el estadio), Pe­queña serenata diurna y temas nuevos, que entonó ante el silencio y la posterior aceptación de sus seguidores. Uno de ellos, que cuenta la extraña historia de un hombre que acostumbraba a besar todo, desde la gente hasta los muebles y las re­jas de su propia prisión, y que al morir se convierte en los labios de la tierra en que “lo siembran”, fue uno de los más aplaudidos. También conmovió con Te recuerdo Amanda, de Víctor Jara, y Hasta siempre, de Carlos Puebla (el fantasma del Che es­tuvo presente durante toda la noche). Firme en su postura de esquivar sus hits más recordados, Rodríguez desen­cantó al final del concierto a gran parte de la gente, ya que su último tema no fue propio, sino del filipino Luis Eduardo Aute, uno de los artistas con los qué su­birá al escenario de Ferro el miércoles, en delicada como intimista, no conformó a la platea que, aún cuando Silvio abandonó el escenario definitivamente, se quedó de pie y cantando Ojalá, con sus disparos de nie­ve, palabras precisas y sonrisas perfectas. Más allá de las intransigencias de este artista cubano tan terco como respetado, por estos días todo el viento de Córdoba sopló en su dirección: la de un hombre que, desde hace tiempo, eligió el raro oficio de barredor de tristezas.

Clarin Espectaculos
(Circa 1997)
Marta Platia

2 comentarios:

  1. Hola gracias por el disco no tengo
    clave de extraccion

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    1. Hola buenas tardes..... Muchas gracias por visitar nuestro blog....Ojala disfrutes....Si es de tu parecer ser seguidor te agradecemos que te incorpores como tal....que lo disfrutes.... pass: magodelosdisco

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