Londres aplaude a The
Kinks
Por
una vez el grupo de los hermanos Davies venció a su destino. En pleno Royal
Albert Hall, presentando con éxito en su patria su último álbum “Phobia”
LONDRES.- The Kinks en
el Royal Albert Hall pareciera la más sencilla de las ecuaciones, y sin
embargo... El más británico de los grupos ingleses en el más tradicional templo
del rock clásico, escenario de memorables recitales de los Stones, Cream y
tantos más. Curiosamente, The Kinks siempre tuvieron dificultades para llenar
en su país natal no ya estadios sino incluso clubes menores.
No importa que sus temas
desde hace 30 años reflejen como nadie las más británicas de las costumbres,
filtradas por el tamiz de la leve ironía de Ray Davies y teñidas de melancolía,
reflejando un mundo plácido que tal vez hoy sólo se encuentra en estas
canciones. Desde hace muchos años, el público británico eligió dar la espalda a
uno de los talentos más sólidos dentro de la musica pop: Raymond Douglas
Davies, líder absoluto y núcleo de The Kinks.
Balbuceos británicos
Desde fines de 1963,
cuando surgieron The Kinks, su trayectoria estuvo plagada de altibajos. Creado
por Douglas Davies (voz, guitarra, piano), compositor de la mayoría de los
temas, y su hermano menor Dave (guitarra y voz), además de Peter Quaife (bajo)
y Mick Avory (batería), The Kinks tuvieron un comienzo balbuceante. El fracaso
acompañó sus primeros simples, hasta que el poderoso You Really Got Me (1964),
verdadero prenuncio del heavy metal, llamó la atención del público y la
crítica. Pronto se sucedieron una memorable seguidilla de temas que describieron,
en forma entre irónica y realista, él mundo del Swinging London y los mods,
quienes pronto adoptaron a la banda. Así, en Dedicated Follower of Fashion registraron
burlonamente la obsesión del mundo de la moda juvenil, regida entonces desde
Camaby Street. En Waterloo Sunset (1967), en cambio, Ray Davies describió con
moderno romanticismo un amor adolescente, maravillosamente ambientado en el
fascinante Londres de aquellos años. Y hasta allí los acompañó su público, el
público inglés.
Brillantes álbumes
conceptuales, como Village Green Preservation Society o la pionera opera-rock Arthur,
aunque reconocidos por la crítica, fueron ignorados por los compradores de
discos en Gran Bretaña.
Sólo gracias al publico
norteamericano, que descubrió a The Kinks a partir de 1970, con éxitos como Lola
o Apeman, logró el grupo subsistir, llenando estadios y grabando discos a lo
largo de dos décadas.
Ahora en 1993,. The
Kinks (de la formación original sólo subsisten los hermanos Davies) decidieron
jugarse el todo por el todo y comenzar su gira europea, en la que presentarán
su último LP, Phobia, nada menos que en el Royal Albert Hall. Una apuesta
fuérte, ya que muy pocos críticos hubieran pensado que The Kinks podían reunir
por sí solos la cantidad de público necesario para llenar el teatro.
Afortunadamente, esta vez, los conocedores se equivocaron.
It’s show time
Una fría tarde de julio,
desde las 18 (el recital estaba anunciado para las 19.30), un pequeño grupo de
fans se agolpaba frente a la puerta N° 1, tradicional entrada de artistas"
del Royal Albert Hall. Todos esperaban lo imposible, un autógrafo de Ray
Davies, genial, impredecible y volátil en escena y fuera de ella. Por supuesto,
sólo su hermano, el más gentil y abierto Dave Davies, accedió firmar unos pocos
autógrafos mientras que Ray pasó como una exhalación firmando sólo algunos
brazos y sacos. No importa, los fans siguieron allí.
Los fans de The Kinks no
serán legión en Inglaterra, pero sí son absolutamente incondicionales y están
deseosos de ver a la “más grande banda de rock del mundo”, como reza el cupón
del club oficial de seguidores que invita a comprar el último disco del grupo.
El público de The Kinks
muestra un predominio de treintañeros y cuarentones que siguen al grupo fielmente
desde hace muchos años. Algunos ya compraron la remera nueva que reza “The
Kinks. Phobia Tour 1993” .
Alrededor de las 21,
luego de una demoledora espera y de tener que soportar a un mediocre cantante
folk de acento irlandés que se permitió burlarse de las estrellas de la noche,
el verdadero concierto comenzó. Ante un teatro casi completamente lleno,
inclusive en su pista central (donde se puede escuchar de pie el recital y
bailar todo lo que se quiera), The Kinks hicieron su entrada recibidos por una
estruendosa ovación.
El escenario, austero
para un recital de rock, está sólo decorado por un gran telón que reproduce la
tapa de su LP Phobia, cuenta con un estupendo equipo de sonido y casi nada más.
Como todo grupo iniciado en la primera mitad de los sesenta, The Kinks no
necesitan de humos ni de efectos fantasmagóricos para electrizar al público;
les basta con su cóctel infalible de pasión y talento.
Desde un comienzo, Ray
Davies atrae la atención. Flaco, nervioso en extremo, animal escénico desde su
mirada increíblemente sarcástica hasta los estudiados movimientos de sus
delgadas manos, dignos del más rancio music hall. A un costado del escenario,
un plomo le prepara una hilera de guitarras Gibson, que cambia luego de cada
tema, lo mismo que su ropa. Dominando a la multitud con la palma de la mano, se
permite descorchar una cerveza mojando hasta las más lejanas filas de su
público. Las complicidades abundan, con una multitud que atesora en su memoria
cada frase escrita por este geniecillo peculiar, a la vez irónico y
melancólico.
Su hermano Dave, en
cambio, es la base musical del grupo (quinteto en esta ocasión). Con los años
se ha convertido en un sólido guitarrista con un estilo cortante y poderoso.
Un viejo colaborador del
grupo, Jim Rodford, se luce desde el bajo. The Kinks dedican la primera parte
del recital a la presentación, de los temas de su último álbum: Phobia. Así se
suceden la melódica y nostálgica Still Searching, la urgencia rockera de Scattered,
la infaltable fábula de la soledad en las grandes ciudades en Only A Dream y la
desgarradora fuerza del propio Phobia. Este no será el gran álbum de los Kinks,
pero al menos es digno, tiene sus momentos y no huele a estafa como todos los
registros recientes de viejos grupos, que sólo vuelven al estudio de grabación
para poder pagar sus piscinas y mansiones en Beverly Hills.
Los grandes clásicos
Pero donde el recital se
vuelve inolvidable es en el momento en que The Kinks comienzan a recordar su
repertorio clásico. Si Lola produce un estremecimiento en el estadio, el espíritu
burlón de Dedicated Followers of Fashion, el tono nostálgico de Days, o el
eterno romanticismo de Waterloo Sunset encienden la llama de la multitud, que
baila hasta en las galerías más altas y oscuras del Royal Albert Hall.
Luego de dos horas de
recital,, y cuando cualquier grupo se hubiera ido a casa, The Kinks, de la mano
de su incomparable maestro de ceremonia, vuelven para un bis que resulta
media hora más de espectáculo. Los cortantes y urgentes compases de You Really
Got Me, en una memorable versión, dieron paso a temas clásicos como David Watts
o la incomparable burla ecológica de Apeman. Cuando hasta el más fanático de
los seguidores de los Davies se ha resignado al final del show, The Kinks
vuelven para el último tema.
Primero Ray Davies se
permite una estudiada ofensa. Aparece vestido con un saco con la bandera
norteamericana, que el estadio abuchea estruendosamente. Luego de una pausa de
silencio, se quita el saco, lo da vuelta y se lo vuelve a poner. Esta vez la
prenda luce una inmensa Union Jack que el público ovaciona. Extraña broma para
un grupo que vive hace años del mercado norteamericano. Pero no importa, ya
están The Kinks haciendo su tema de despedida, una vibrante versión de Twist
and Shout que todo el estadio coreó y bailó hasta el delirio.
Una noche memorable
llega a su fin. The Kinks lograron revivir, con su vigente talento, el
fantasma sensual de los sesenta y ya una multitud se dispersa por Kensington
Road, mientras un padre y sus hijos adolescentes arrancan un poster de
presentación del grupo. Al día siguiente, como corresponde, la prensa
británica ignorará este especial éxito de la banda.
No importa. Los que
estuvimos allí guardaremos el secreto. Por unas pocas horas, The Kinks
triunfaron en su propio país.
Gracias por compartir.
ResponderBorrarHola buenas tardes..... Muchas gracias por visitar nuestro blog....Ojala disfrutes....Si es de tu parecer ser seguidor te agradecemos que te incorpores como tal....que lo disfrutes....
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