viernes, 1 de octubre de 2021

4681 - Jefferson Airplane – 1969 - Volunteers

 La radicalización de la música pop

por Jean-François Hirsch y Jean-François Bizot
La Opinión - suplemento Literario
Domingo 24 de Octubre de 1971

Los Beatles y Bob Dylan, llevan con ellos el bagaje cultural que poco a poco se enriquecerá bajo diversas influencias hasta fundar en 1966-1967, una cultura pop de la cual todavía no se puede decir si ha sido efímera. Los Beatles, en efecto sufrieron la influencia del blues, vivido a través de su ídolo reconocido, Elvis Presley. Quieren imitar a éste para evadirse de los barrios negruzcos donde vegetan los obreros de Liverpool. John Lennon declaraba: “Queríamos convertirnos en cuatro Elvis; pensábamos que cada uno de nosotros podía agradar a gentes diferentes. Al comienzo su música es directa, gruesa, sus canciones muy simples, como She loves you o Yeah, yeah, yeah. Son gentiles, limpitos, y todo marcha muy rápido. En dos años, alcanzan a Elvis.

Bob Dylan, no es hijo de proletarios. Pertenece a la clase media norteamericana. A semejanza de los poetas de la beat generation, Alien Ginsberg principalmente, cuya influencia admite con la de Rimbaud (lo cual no le impide escribir: “Si no hubiera vivido yo mismo lo que escribo, mis canciones no valdrían nada- En efecto, mis ojos y mis orejas son mis únicas influencias”), dejó su hogar muy temprano y, recorriendo los Estados Unidos, se impregnó de melodías populares —los folk songs—. De golpe les agrega la dimensión de la protesta y de la poesía. Woodie Guthrie, gran cantor socialista norteamericano, que influyó a Peter Seeger y a Joan Baez, es su padre espiritual. Es a él, enfermo, a quien Bob Dylan viene a ver en 1961. Dylan evoluciona entonces en otro circuito diferente al de los Beatles.

Los caminos de los Beatles y de Bob Dylan van a converger lentamente. Cuando ellos se encuentren, nacerá la pop music. Dylan poco a poco, se convierte en el gran bardo de los campus universitarios norteamericanos. Cantando sus composiciones, Joan Baez y Peter, Paul and Mary, estrellas ya confirmadas, lo catapultan.

A todos los sobrepasa hacia 1965. Los jóvenes cantantes pop se dan cuenta, entonces, que pueden cantar textos inteligentes sin arriesgarse al fracaso. Es la época, también, en que estalla la música de los Beatles. Inteligentes —sobre todo John Lennon— asimilan notablemente su éxito.

 Y hacen un uso muy hábil de su popularidad. Poco a poco, en efecto, enriquecen sus melodías, evolucionan hacia la búsqueda de nuevas armonías y se aventuran resueltamente fuera de los ritmos estrictos del rock and roll o el rythm and blues negro (del cual el rock es el derivado blanco). Conducen a su público con ellos. Paralelamente, Bob Dylan comprende, hacia 1965, que también él debe aventurarse fuera de las armonías prudentes del folk; se electrifica. En el Festival de Monterrey abandona a la mitad de su público cuando aparece acompañado por la Butterfield Blues Band que tocaba música bluesy, eléctrica y ruidosa.

Desde entonces el camino real ha quedado trazado. Por encima y fuera del blues, del jazz, del rock, de la música contemporánea y de los diversos folklores, puede existir un sincretismo musical: una enorme clientela ya está lista.

Al final de 1965, los Beatles partirán hacia el Este. Gracias a Bob Dylan, habían descubierto ” la hierba” —la marihuana— y probado el LSD. La meditación estaba a la orden del día y los atraía hacia la India. George Harrison, allí, tomó lecciones de cítara. Volvieron con el rage rock. Es el tiempo del álbum Revolver» que marca, con una notable puntualidad, la aparición del movimiento hippie. Fue puesto en venta durante el verano de 1966, en el mismo momento en que el love summer atrae en San Francisco a cerca de 30 mil adolescentes norteamericanos.

Como ejemplo de perspicacia de los Beatles se dice que la canción Strawberry Fields Forever habría sido dedicada a una de las primeras “comunidades” que se constituyeron en la época por los alrededores de San Francisco. Pero puede ser a la inversa. Sucede que lo que se llamó pop music y el movimiento hippie, están estrechamente ligados. Es por eso que Alain Dister pudo escribir. “Los grandes y pequeños trastornos sociales siempre estuvieron acompañados de fenómenos musicales: Dada y Erik Satie 1925 y el Charleston, los beatniks y el cool jazz, Black Power y New Thing, etc. Los hippies por su lado están en los orígenes de la explosión más formidable de la pop music desde Elvis Presley”.

1966 será el año de esta explosión. La simple música se convierte en un vasto sector cultural. Alrededor de ella se articula un fenómeno rápidamente bautizado contracultura. En San Francisco, la ideología tome, cuerpo. Allí abundan las llores y el aire es liviano. Ken Kesey, escritor (Flying over the cuckoo’s nest) y poeta, organiza las grandes ceremonias del LSD, los acid tests, donde aparecen los nuevos grupos de la música psicodélica y electrónica. El Jefferson Airplane, notorio por sus aceleraciones del tempo como para “quebrar las cabezas” el Grateful Dead que Vive en comunidad y que deja abierta la puerta al primer longhair que llega, Quick Silver Messenger Service con sus guitarras sólidas y volubles, Country Joe and the Fish y su mensaje político, Janis Joplin y el Big Brother and the Holding Company. La Costa Oeste durante un tiempo reemplaza musicalmente a Inglaterra. También se le deben otros tres grandes grupos: los Doors y sus provocaciones sexuales, los Byrds entre los pioneros de la música psicodélica, y el Buffalo Springfield desaparecido desde entonces pero que proseguirla las investigaciones preparadas por Dylan sobre renovación de las armonías tradicionales norteamericanas.

La música psicodélica va a rebotar entonces sobre Inglaterra. Dos de los mejores grupos ingleses de hoy, en efecto, salieron de allí. El Pink Floyd, reconocido y celebrado y que desde 1967 buscó utilizar a la electrónica en forma plena. Su doble álbum Ummagumma corona y cierra, según parece, esas tentativas. El Soft Machine, partió por los caminos más oscuros de la música contemporánea, llevando por bagaje la herencia del gran saxofonista de jazz John Coltrane, teniendo como objetivo integrarlo a una música monocromática derivada principalmente de la de Terry Riley.

Entre tanto, el viejo rock no había muerto. Su tradición de violencia, de rebelión y de sexualidad exacerbada, alimentaba la música y nutría el éxito de un número importante de grupos, algunos de los cuales sobresalen muy por encima del lote. En primer lugar, los Rolling Stones, quienes desde 1964 aparecieron como los contendientes de los Beatles. Perversión, provocación, soberbio juego escénico, voz lasciva y rostro sensual de su líder Mick Jagger, conflictos permanentes con las autoridades les valieron a la vez el afecto de los barrios y los escalofríos de las grandes duquesas. Los Who, al comienzo se inscribían en la misma tradición, ñero consiguieron evadirse en su último álbum, la excelente ópera pop Tommy. Led Zeppelín, en fin, desde 1969 los amenaza a todos con su música violenta y chillona.

Sin embargo, el blues también conserva sus defensores. En Inglaterra y desde el comienzo de la década del 50, John Mayal formó algunos de los mejores músicos del pop inglés y principalmente a Eric Clapton, gran guitarrista. El grupo Mayal vegetó durante mucho tiempo antes de encontrar —historia moral del pop— la notoriedad. En Inglaterra, todavía, y desde hace un año, Joe Cocker, soberbio cantor de feeling, apareció como un cometa disputando el lugar de gran bluesman por» al negro Richie Haven, salido también del surco de un Bob Dylan. Finalmente, otros grupos interesantes evolucionan por las orillas del blues o del folk. The Band, antigua orquesta de Dylan, toca la música del Sur de los Estados Unidos, Crosby, Still, Nash and Young hacen crecer con talento la alegre balada; la increíble String Band desempolva la música del Renacimiento.

Apartado de todos, pulverizando el rock, trascendiendo al blues, multiplicando su guitarra, estaba Jimi Hendrix, violento, magnífico, uno de los más grandes. Murió por haber vivido con demasiada intensidad. Su presencia, sin embargo, permanece soberbia.

1970-1971... La pop music pareciera que se divide en dos ramas. Una de ellas explota los géneros antiguos, blues, rock, jazz a veces, enriquecido por e' sincretismo pop. La otra reúne a loa que evolucionan en busca del pop progresivo y del porvenir. Entre ellos se encuentra primero Frank Zappa cuyas composiciones para los Mothers of Invention durante mucho tiempo dejaron estupefactos a los Estados Unidos. Hoy —es una sorpresa—, Zappa aparece como un músico importante influenciado a la vez por Edgar Várese, Ligeti y los jazzmen Ornette Coleman o Eric Dolphy. Uno de sus últimos discos con los Mothers, Weasels Ripped my Flesh, ilustra elocuentemente esta evolución. Otros grupos buscan más bien arrojar un puente entre el jazz y la pop music. La técnica instrumental del primero es multiplicada por la técnica electrónica y la libertad formal del pop. En los Estados Unidos, un grupo de músicos próximo a Miles Davis se ejercita en esta dirección como dan fe dos maravillosos álbumes: Coryell del guitarrista del mismo nombre, y Devotion de otro guitarrista, John Me Laughin.

La evolución del pop hacia la música contemporánea y el free-jazz probablemente va a dominar la década del 70.

Es una evidencia que en el mundo pop la era psicodélica parece definitivamente clausurada, en provecho de otra, todavía incierta, pero seguramente más politizada y más radical. De esta radicalización creciente del movimiento pop se trata aquí con "textos en la mano”.

En el más puro estilo cool o acústico también Buffalo Springfield (es decir lleno de matices, con las guitarras amplificadas pero no eléctricas) hace todavía muy poco tiempo que Crosby, Still, Nash y Young cantaban los textos que ellos mismos escribían y que evocaban la liberación del individuo sobre la ruta, su necesario regreso a las fuentes, a la Naturaleza —anticiudad, aurora que debía aparecer luego, tanto más radiante que lo que se hubiera podido esperar.

Pero a la represión que va creciendo responde la radicalización. ¿Cómo sorprenderse, en esas condiciones, del carácter esencialmente político del último texto de Neil Young, que habla de cuatro estudiantes de la Universidad de Kent (Ohio) asesinados por la policía federal?.

Una evolución paralela se produce en un grupo de San Francisco, el Jefferson Airplane. En el L.P. After bathing at Baxter’s que marcaba el apogeo de la era psicodélica, se cantaba a la juventud, a la paz, al amor y a esas “nubes maravillosas”.

Pero en esta bruma psicodélica uno queda prendido por el título del último L.P. de Jeffersson Airplane: Volunteer of America y muy particularmente, en este disco, por el Himno de los voluntarios;

Y en una reciente entrevista realizada al grupo Airplane la conversación se termina con este diálogo significativo:

Pregunta; ¿Ustedes creen en una revolución pacífica?

Kantner (Paul); Desde hace diez años, la gente ha cambiado. Las comunas, los pelos largos, es una revolución..

Pregunta: ¿Con qué tipo de militantes tienen ustedes más contactos?

Kantner: Sobre todo con los grupos violentos como los Weathermen.

Pregunta: ¿Les gusta que hayan hecho saltar una comisarla en Nueva York?

Kantner: Hmmnm, sí, estuvo bueno.



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