domingo, 6 de mayo de 2018

9951 - Pedro & Pablo - 1975 - Apóstoles

DE PEDRO Y PABLO A ACTITUD MARIA MARTA LA PROTESTA FUE ADQUIEIRNDO DISTINTAS FORMAS

¿Contra quien canto yo entonces?

Testimoniales o de protesta, artistas como Gieco, lorio y Flavio y Los Cadillacs toman la posta de Pedro y Pablo, Moris y compañía. Con distintos modales y ritmos, la queja nunca se fue del rock nacional. 

Invierno de 1970. Noche. En el Teatro Pueyrredón de Flo­res se está realizando el Se­gundo Festival Nacional de la Música Beat. Es fecha de eliminatorias. El sonido es malo. Y mientras el dúo acústico Pedro y Pablo presenta un tema nuevo, La marcha de la bronca, el público no le presta atención. Así y todo, el jurado lo vota y la canción ganará la final. Para esa se­gunda vuelta la gente tendrá otra expecta­tiva. Alguien dará el santo que el truco consiste en escuchar la letra. La gente aplaudira después de cada estrofa. Facun­do Cabral, presente como músico invita­do, le dirá a Miguel Cantilo: “Cuando la gente hace eso, hay que tener ojo. Porque tenés una canción importante”. El tema sale ese mismo año en ún disco simple, Y ese mismo año la Secretaría de Difusión de la Nación prohíbe las canciones de pro­testa. Eran los últimos días del gobierno militar de Juan Carlos Onganía.


12 de julio de 1997. Invierno. Tarde. En un pub de Belgrano se realiza una confe­rencia de prensa anunciando el Festival de Rock 20 Años de Lucha de la Asociación Madres de Plaza de Mayo bajo la consig­na: ¡Ni un paso atrás! Entre los grupos pre­sentes está Actitud María Marta, la banda de rap que el año pasado editó su primer disco, Acorralar a la bestia, con temas co­mo Disconforme, Confusión, Estado re­signado. Las cantantes son dos chicas casi adolescentes, Alicia y Malena. Una de ellas -Malena- es hija de un desaparecido por la dictadura militar instaurada en 1976. En apariencia, estos días de 1997 go­zan de un universal aire democrático. Sin embargo, el video de Actitud fue parcial­mente censurado en la cadena musical MTV con unos democráticos bips.
En los 27 años que separan un invierno del otro, en la Argentina hubo siete presi­dentes constitucionales (incluyendo dos veces a Menem), siete militares en el po­der y 30.000 desaparecidos. El rock nacio­nal,, por su parte, fue cambiando con el país. Conoció persecución, revancha y bueno. Fue llevado de los pelos a la comisaría y, también de los pelos, a los hoteles cinco estrellas.

Las canciones de protesta no fueron aje­nas a estos cambios. De la barricada de Apremios ilegales (Cantilo) y La maldita máquina de matar (Alejandro Medina) pa­saron a la sutileza de Canción de Alicia en el país y Nos siguen pegando abajo (Charly García) a fuerza de gobiernos militares. Del embanderamiento político de Que se vayan ellos (Piero) a la crítica social amplia de El chico de la tapa (Fito Páez). Final­mente, buena parte de los rockeros se encontraron ante un detalle: comenzaron a formar parte del gran negocio y ya no tuvie­ron de qué quejarse.
Lo que era común a todos en los prime­ros setenta se fue sectorizando. Por eso los ochenta, después de la guerra de Malvinas, encontraron a los primeros rockeros entonando Sólo le pido a Dios (León Gie­co) y Manso y tranquilo (Piero) mientras que el incipiente movimiento punk tenía con Los Violadores sus canciones de bata­lla: Represión y Ultra violento. En el final de esa misma década, Los Redonditos de Ricota también sentaban sus bases en el disco Un baion para el ojo idiota con el te­ma Todo preso es político y Todos Tus Muertos hacía culto de Gente que no.
Pero eran pocas las canciones protestonas. Los noventa anticipaban un silencio de biblioteca para esa asignatura. Fue entonces que la realidad y las nuevas genera­ciones vinieron en su ayuda. La muerte de Walter Bulacio, la represión policial en va­rios recitales, la discriminación en las dis­cotecas, las pocas soluciones ciertas que le dieron los gobiernos democráticos al tema de los desaparecidos, la incertidumbre de una adolescencia sin salidas laborales, die­ron paso y pasto para su resurreción.
Una de las primeras bandas en tomar esta bandera fueron Los Fabulosos Cadillacs. Manuel Santillán, El León, Matador, una versión de Desapariciones de Rubén Blades, Mal bicho, se convirtieron en la base de la nueva imagen de la banda que en los ochenta comenzó haciendo ska. Fi­to Páez escribió su Ayer soñé con Walter para que Fabiana Cantilo cantara el home­naje que el rosarino le rendía a Bulacio. Incluso Horacio Fontova compuso una marcha, Fontova presidente, para una eventual elección que lo incluyera.
Por eso, la protesta parece gozar hoy dé buena salud. Hace pocos días, el bajista de los Cadillacs, Flavio Cianciarulo, y Ricardo lorio editaron su disco de folclore y hard rock, Peso Argento, una feroz visión de la sociedad. León Gieco grabó su disco Orozco, donde demuestra que no sólo los ado­lescentes critican la realidad del país. Acti­tud María Marta sigue adelante contando la historia de su Hijo de desaparecido y denunciando la discriminación de las dis­cos en A mí me rebota y a vos te explota.
El final de la historia está abierto. El rock y el lenguaje del país cambiaron sus maquillajes. Lejos parece Moris y su “Ayer nomás/ salí a la calle y vi la gente;/ ya todo es gris y sin sentido,/ la gente vive sin creer". Hoy todo está más cerca del rap del Sindi­cato Argentino del Hip Hop y su inédito Política de la mentira: "Ellos son asesinos/ de guantes blancos/ los que trafican merca/ y venden prostitución./ Algunos son abogados/ y otros diputados/ con quién vas a hacer/ tú denuncia hoy". Pero como debajo de los maquillajes está la misma cara, la protesta sigue siendo la misma.


Clarin Espectaculos
Miercoles 13 de Agosto de 1997

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