1808 - Chuck Berry - 1989 - Chuck Berry's Favorite Hits

Berry, el hombre que no sabia demasiado.

Recitales de Chuck Berry. Con Chuck Berry (guitarra y voz), James Lee Marsala (bajo), Paul Bell (piano) y Graham Hollingsworth (batería). En el estadio Obras.

Cuando por fin llega “Johnny B. Goode” y Chuck Berry hace el único paso de pato de toda la noche, el pú­blico estalla como una granada para agradecerle a ese vital negro de 67 años la demostración: veterano pero de pie.

A pesar del temor de múchos -re­cordar los escasos minutos de Jerry Lee Lewis-, esta leyenda, con todas las de la ley, del rock and roll, no tocó los 45 minutos de rigor, resabio de las épocas bailanteras del género, allá por los años 50.

Lo suyo duró una incontenible hora y cuarto, desde que apareció con su proverbial puntualidad de viejo lobo a las 23.30, hasta que se despidió invitando a un grupo de chicos a bailar en el escenario. 

Crescendo luminoso

El viejo Chuck hizo de todo: dio al­gunas simples lecciones de por qué enseñó a tocar a toda una genera­ción de rockeros, pifió o se saltó notas con la clarividencia del que tiene demasiado camino recorrido como para preocuparse por esos de­talles, repitió “Roll Over Beethoven” casi sin darse cuenta y fue llevando el recital, de la mano, hacia un cres­cendo luminoso. Su guitarra, en el doble juego de ser líder.y rítmica a la par, mandaba.

En su escala porteña, Berry no tuvo a un Keith Richards que le or­ganizara un show de cumpleaños como el de St. Louis siete años atrás, ni tocó con músicos vernáculos con­tratados como en otros tiempos. Tampoco estuvo Johnny Johnson, su adláter al piano, pieza clave en sus orígenes. Dueño de la noche, ni siquiera se entrevio al músico céle­bre por su desconfianza y mal genio. “School Days” y “Sweet Litlle Sixteen” ya son himnos del imaginario colectivo -y no sólo letras adoles­centes-, un pedazo de historia que en su momento llevó a que un hom­bre negro conquistara antes a la masa blanca que a la negra. ¿Y qué decir de “Rock and roll music”?

A este músico intuitivo y á la fres­cura que todavía reside en sus temas, nada le hizo mella. Los com­pañeros de generación sintieron la decadencia física a una edad mucho más temprana que la que Berry te­nía este fin de semana: no le queda­ron cicatrices a la vista y su energía es envidiable.

La simplicidad de su música, ese crisol de ritmos entrecruzados dio finalmente en el blanco del público que acudió en busca de la pureza original. “Definió la manera.de to­car el rock”, dijo alguna vez Clapton “Si el rock and roll tuviera otro nombre, sería Chuck Berry”, ase­guró Lennon.

Todas esas alabanzas de otros tiempos se pulverizaron en úna hora y minutos. Nada importaba más que la figura én pantalones blancos y estridente camisa roja que se balanceaba en el esacenario como en sus épocas más maratónicas.

Después de la experiencia, sólo queda comprarse “Hail! Hail! Rock and roll” en video, irse a casita, brindar por haberlo visto en vivo y pasar la película una y otra vez.

Ahí también están Bobby Keys, Robert Cray, Steve Jordán, Keith Ri­chards -el organizador- y una serie de invitados imperdibles. Dos shows distintos para un mismo hombre. St. Louis, Buenos Aires. Esto -vale la pena aclararlo- no es publicidad.!

- Pedro B. Rey

En Busca de Nuevos Sonidos:

Chuck Berry desechó anteanoche en Obras Sanitarias el purismo del rock’n’roll y decidió, como tantas otras veces, ensayar nuevos acordes sobre la excelente base que armaron Paul Bell, en piano eléctrico; James Lee Marsala, en bajo y Graham Ho­llingsworth, en batería.

Quienes conocen a Berry saben que, además de ser uno de los pio­neros de esa corriente musical, es un explorador tanto de compases como de notas; así, tocó “Little Queennie” en Si bemol, mientras la banda apoyaba, el compás en La, creando un sonido éntre disonante y caótico, pero siánpre rock’n’roll.

Su forma de tocar no deja dema- sido espacio a la banda, que perma­nentemente está atentsa a los cam­bios de ritmó, de nota o de su tema, inclusive, que Berry sólo atina a avisar con un golpe de su pierna iz­quierda. Marsala, por ejemplo, pasó la noche entera sin dejar de obser­var las señales corporales dèi guita­rrista.

Improvisaciones                   ..

Ahora bien, su estilo parece en principio desmañado, pero en rigor el Chuck Berry de estos días está más interesado en explorar dentro de la estructura rígida del rock’n’roll, que en hacer fieles co­pias de sus teínas.

Berry, en este concierto de poco más de una hora, realizó verdaderos cover de temas tales como “Sweet little sixteen”, “Carol” y “Shake, rattle & roll”, en donde el tempo musical fue casi caprichosamente ma­nejado por el guitarrista.

Sin embargo, el guitarrista más influyente del rock’n’roll dio su lección, pero en dos temas de rhythm & blues, como “It hurts me too” y una curiosa simbiosis entre “Honest I do” y “Tell me”. Aquí, Berry se en­contró, con su parte más fuerte, la improvisación sobre una mélodía lenta.

Es obvio que Berry no tiene de­tractores, pero para aquéllos que sostienen que este guitarrista puede haber perdido algo de su inconfun­dible voz, les queda la entereza de su fuerza musical, que a pesar de sus 67 años, quedó reflejada en el acele­rado “Johnny B. Goode”.

César Pradines

01 - Chuck Berry - LADO A - 001 - Back In The U.S.A.

02 - Chuck Berry - LADO A - 002 - Reelin' And Rockin'

03 - Chuck Berry - LADO A - 003 - Maybelline

04 - Chuck Berry - LADO A - 004 - Johnny B. Goode

05 - Chuck Berry - LADO A - 005 - Rock & Roll Music

06 - Chuck Berry - LADO A - 006 - Memphis

07 - Chuck Berry - LADO B - 001 - Roll Over Beethoven

08 - Chuck Berry - LADO B - 002 - School Days

09 - Chuck Berry - LADO B - 003 - My Ding-A-Ling

10 - Chuck Berry - LADO B - 004 - Sweet Little Sixteen

11 - Chuck Berry - LADO B - 005 - Almost Grown

12 - Chuck Berry - BONUS TRACK - London Berry Blues

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