viernes, 10 de febrero de 2017

6140 - Jorge Navarro Y Baby Lopez Furst - 2010 - La Primera Vez

JAZZ GRATIFICANTE, A DÚO

Excelente
Recitales de los pianistas Baby López Fürst y Jorge Návarro, con standars del jazz y presentando la transcripción para piano de,la Rhapsody in blue, de Gershwin. Todos los sábados a las 23.30 en Opera Prima, Paraná 1259.

Los dos pianos eléctrónicos Kawai, donde tocan Baby López Fürst y Jorge Navarro, son el imperioso sustituto de dos pianos con cuerdas y sus correspondientes martillos.
En realidad ellos deliran por tocar en esos pianos “de verdád”, pero entre nosotros la dificultad de encontrar dos -no hablemos ya de pianos verticales sino de cola- es casi insuperable.
No hay más remedio, entonces, que escucharlos en estos instrumentos que los japoneses inventaron para colocarlos en cualquier rincón de la casa.
Pretender que hagan música solamente en pianos verdaderos y objetar que toquen en estos electrónicos es sencillamente un disparate.
Hecha tal salvedad cabe escuchar con el oído, más que con la vista o con ojos técnicos. Porque Baby y Jorge empiézan por aproximarse tímbricamente al piano de madera y diapasón. Y a partir de ahí hacen buena música.
Jazz sin red
El jazz es cosa seria. Para asumirlo es preciso ser músico de verdad. No sólo por conocer la técnica de la improvisación (sólo para quienes son dueños de inventiva) sino para volar en alas de la inspiración, ya que improvisación no es sinónimo de inspiración.
Y    si el jazz es cosa seria, más complicado es hacer jazz con dos pianos.
No es simplemente cuestión de encajar en los acordes, ni en las progresiones armónicas, ni en la alternancia entre uno que hace la base y el otro que se encarga de lo cantable.
Lograr esto ya sería un triunfo del ensamble y de la musicalidad.
Basta comprobar, desde “Volando hacia la luna” la gozosa combinación de swing y feeling que se filtran por entre los arrebatos de las fusas y los cúmulos barrocos.
Un sonido pastoso y diáfano permite luego internarse en el juego ocurrente de “Speak low” enriquecido por toda suerte de comentarios, más allá del intercambio de miradas traviesas.
Mientras se va perfilando un Navarro más expansivo e histriónico, Baby parece zambullirse en sutilezas que no desdeñan ráfagas de notas inasibles.
Aquí es cuestión de atrapar preciosismos como los que inventa Baby para “No me pueden quitar eso”, con sus tempo rubato y su envolvente nostalgia, aunque se descuelgue con alucinantes fusas como “notas de paso”.
Otros preferirán el endiablado diálogo rítmico de “My shining hour” a la, esquiva bossa de “Chega de saudade” en la que sobresale el lirismo y la exquisitez de Baby que le cede varias frases a los dedos de Jorge.
El cierre de la primera parte con “Get Happy” lleva el aliento lúdico que invade todo el concierto.
En este puntó es preciso reconocer el prodigioso ensamble de López Fürst-Navarro. Porque si bien hay pianistas más famosos y prestigiosos que suelen integrarse en dúo, difícilmente -y esto parecerá temerario- alcancen una simbiosis tan magistral como la lograda por éstos argentinos de primer nivel mundial.        
Ese talento queda ratificado por las exquisiteces de Baby y la brillantez de Navarro cuando emprenden vuelo con “You do something to me”
Y    aunque “Años de soledad” de Piazzolla no sea tal vez la pieza indicada para lucirse con dos pianos, la compensación es fantástica cuando asumen el ingrávido y eufórico “Avalón”. Y más, todavía, cuando Baby alcanza la cumbre de musicalidad en una antológica versión de “My Funny Valentine”, y cuando Navarro derrocha armonías y delicadezas en “Sweet and lovely”.
El compromiso mayor, no obstante, será la “Rhapsody in blue”, en arreglo de Ernesto Acher para dos pianos. Las notas escritas significan, inexorablemente una atadura, y toda partitura, quizás, una temeridad.
La confesión de Baby: “Nunca hemos tocado otra cosa que nuestras propias ideas”, es pertinente para ubicarse en su" apuesta. De todos modos Gershwin sale airoso de la prueba y refulgen sus buenas ideas.
Por suerte Navarro-López Fürst existen y siguen los sábados en Opera Prima. Porque son un dúo de gratificante musicalidad.
NOTA DE: René Vargas Vera




2 comentarios:

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