sábado, 2 de abril de 2022

6341 - Jaime Roos - 1981 - Aquello

Había Una Vez Un Jaime Roos

Como era de costumbre, el Ali Khan entró en aquel fastuoso lugar parisino. Como era de costumbre el pianista de la orquesta, un tal Lalo Schiffrin, comenzó a tocar “Según pasan los años”. Esa era la melodía favorita del soberano. El director de la orquesta sonrió satisfecho. Su nombre era George Roos y ni soñaba que su sobrino Jaime no sólo continuaría la tradición musical de la familia sino que se convertiría en uno de los máximos exponentes de la nueva música latinoamericana.

Los Comienzos

Si algún barrio de Montevideo puede jactarse de haber acuñado la palabra candombe ése es el Barrio Sur. Allí nació Jaime hace veintiséis años. El primer instrumento formal fue una Gianini brasilera que llegó a sus manos vía papá cinco años después. Con ella toma clases en un conocido conservatorio montevideano hasta que comienza el secundario. Por ese entonces se arma de una guitarra eléctrica y se entrevera con Los Roberts en los imprescindibles bailes de la adolescencia. Los Beatles le estaban dando vuelta la cabeza a todo el mundo y a los pioneros (Mateo, Rada, etc.) se les ocurrió la locura de fusionar.

Los especialistas-en-etiquetas le pusieron "candombe-beat” y la historia prosigue. En 1968 comienza a trabajar como músico de teatro, actividad que desempeña hasta que se va del país. Paralelamente integra varios grupos de primera línea entre los que se destacan “Epílogo de Sueños" y "Aguaragua", cuyo líder era Pajarito Canzani. No hay que ser muy inteligente para saber las razones que mueven a un joven, para peor músico, a emigrar de estas latitudes. A mí se me ocurren por lo menos una docena. Así que ahorremos tiempo y situemos la acción en París 1975 y un puñadito de músicos latinoamericanos tratando de sobrevivir. Sesiones de grabación, boliches, teatros, todo viene bien. Rumba, salsa, candombe y todo lo que pueda hacer bailar franceses con buena onda. Pareciese que la adversidad de un medio extraño une más a la música del continente que las sanatas intelectuales. Jaime entre otras cosas ejerce la dirección musical de un ballet folklórico, acompaña a Iva Zanicchi, graba una cinta con temas propios y se las arregla para concurrir regularmente a la cátedra de Musicología de la Sorbona, donde se familiariza con todos los instrumentos que puede. La noticia de la muerte de su padre lo hace interrumpir las actividades y poniendo espaldas al mítico invierno parisino regresa a Montevideo, pero descendiendo del avión en México para que el pulgar y los buenos vientos hagan el resto. El camino está plagado de corridos, cumbias, plenas, valses y joropos. Una música que nunca más le sería extraña. Al fin, en Montevideo, da forma a su primer trabajo solista: “Candombe del 31", una joyita.

Candombe Del 31

"Creo que en este caso se puede hablar de música montevideana, y no sólo por la presencia del candombe y la murga, sino por la forma como ha sido enfocada en su totalidad. Aun-que las tempestades sean en Bilbao, y haya por ahí algún ritmo venezolano o del norte argentino, pienso que la manera de sentirlo y expresarlo es muy Montevideo.

También siento (quizá sea el único) que se guarda una determinada unidad en el trabajo, a pesar de las diferencias de “color" de los distintos estudios de grabación, y de las diferentes épocas en que fueron escritos los temas.

Con respecto a las influencias, éstas son siempre muy fuertes, pero el resultado puede llegar a ser completamente distinto, por encima de ellas y del mismo autor, que muchas veces contemplará lo que produjo con sorpresa, buena o mala. Aquí hay tres o cuatro canciones que debieron ser interpretadas por Ra-da, Mateo o Urbano, arreglos tocados por El Kinto, o por las guitarras de Don Alfredo; ante la imposibilidad de esta concreción lo hago yo, a su manera quizás. No es coincidencia, está buscado así (valga como pequeño reconoci-miento hacia estos músicos que le han hecho bien a mis oídos y a mi corazón durante tanto tiempo).

Si se tratara de un libro, pondría en la página anterior al primer capítulo: “A la señorita Efe". Jaime Roos."

Eso dice la contratapa del disco.

Nada mejor que sus propias palabras para sintetizar el concepto de este disco. Sólo con la amenaza de ahorcarme me quedaría con tres temas del lado uno, el primero (por riguro-so orden de aparición) “Cometa da la farola”. La letra tiene una frescura y síntesis impresionantes Una tarde de sol montevide-ano, un barrilete pegado al cielo, el Parqué Rodó con su viejo parque de diversiones, y la proximidad de la cancha del violeta Defensor llena de fútbol, son las claves para una melodía alegre y murguera El bajo hace la marcación del bombo de la murga y los platillos dividen arriba haciendo el ritmo bien picante.

Una pinturita El segundo tema es “Can-dombe del 31 ”, donde la guitarra y la voz me-lancólica de Jaime pintan un fresco memorable del fin de año de su barrio:

"Bandoneón del Barrio Sur respiré y tírame otro candombe que no somos nada y se acaba el año/ el que viene es peor/ mano a mano con las caras "fané" de las yiras de la cuadra/parche y parque y se arma el bailongo/ y dale que va/ que las manos ya acarician la mesa/ y los viejos levantan su cerveza/ en honor de la más bella ilusión...

El tercero se llama “Y es asi (tres si-tuaciones)' ' y es un “milongón" de pura cepa. La mistura de milonga y candombe da un resultado cadencioso y zumbón, ideal para la ácida crítica a la "cafetez" del personaje urbano de la letra: "Leyendo mentiras en los titulares/ mirando las piernas de alguna mujer/ ansioso por la conclusión/ el hombre se largó a pensar/ que fue asi/ que el milongón/ quedó en su corazón...

Del lado dos, y bajo amenaza similar, tam-bién elegiría tres temas. “Viaje a las ruinas” es un viaje al Cuzco en el lomo de un candombe. El piano de Jorge Lazaroff sorprende por su justeza y por prescindir de las archisabidas escalas jazzisticas en favor de un clima latino. A ritmo electrizante la voz de Jaime dice que: "si te vas para las ruinas/ no te olvides de llevar/ papel y carbonilla/ asi es más fácil recordar/ el Intihuatana te va a decir de la cuarta dimensión/ para enfermar sin remedio/ tus nociones de civilización...

Y uno empieza a visualizar la proyección latinoamericana de la música de Jaime sabiamente complementada por la temática de las letras. Otro buen ejemplo de esto es “Te acordáshermano” compuesta a propósito del en-cuentro con un viejo amigo de la infancia. Una genuina zamba de armonías abiertas y con un dueto de quenas medido y original a cargo de Jorge Bonaldi que contribuyen a la creación del clima de nostalgia y agridulce reflexión para que la letra nos reviente la cabeza. Por último “Carta (a poste restante)”, un cariñoso tributo a su compañera Franca. La forma musical en este caso es el "joropo” venezolano que se va afirmando a medida que se desarrolla el tema mediante una inteligente superposición de guitarras acústicas. La melodía es simple y etérea y la letra es absolutamente bella.

Los temas restantes son también de muy buena factura y presentan algunas características similares a los mencionados o sea un excelente nivel en los textos que no caen jamás en lo intelectualoide y un impecable laburo instrumental, sin grandes despliegues técnicos pero abundante en matices. Pero eso no es todo. Además de componer y arreglar todos los temas, este buen muchacho se encarga de la casi totalidad de la ejecución con excepción de la colaboración de Jorge Lazaroff y Jorge Bonaldi en los temas citados anteriormente más el agregado de la batería de Luis Sosa en “Cometa..." yen “Viaje a...". Resumen: "Candombe del 31", una joyita.

El Mundo Sigue Andando

Entonces Jaime presenta su primer disco en un ciclo de conciertos que se realiza en abril de 1977 en la sala Millínton Drake de Montevideo, con muy buena repercusión en crítica y público.

Al mes siguiente y quién sabe por qué, vuel-ve a Francia y a sus tareas de músico profe-sional. Así pasan los meses tocando y -cuando puede- viajando hacia todas partes, tanto que sus amigos lo apodan "El babilónico”. Hasta que un buen día, y vaya a saber cómo, conoce a Jacques Subileau. Este pelilargo caballero queda enamorado de la música de nuestro héroe oriental. Eso no agregaría nada a nuestra historia si Jacques no fuera el director de Atmósfera, un pequeño sello independiente que como único dato relacionable editó alguna vez un disco de Edmundo Rivero (¿?). De esa manera surge la idea de grabar un Lp. y Jaime viaja a la campiña de Normandía donde tendrá a su disposición un coqueto estudio de 16 canales. Los músicos invitados son el excelente percusionista uruguayo Jorge Trasante, el ar-gentino Carlos Grasso en flautas y la francesa Emmanuelle Parrenin en dulclmeres y espineta. La grabación se extiende de mayo a julio del 78. Señoras y señores: "Para espantar al sueño" ha nacido.

Para Espantar Al Sueño

A mi entender, “Para espantar...” da la opor-tunidad de comprobar el crecimiento de la mú-sica de Jaime Roos. En “ Candombe del 31” das composiciones estaban concebidas dentro de las estructuras más o menos clásicas de la canción, en cambio "Para espantar...” propone una forma más abierta a partir de la creación de texturas sonoras más complejas que más que definir sugieren. Búsqueda similar, valga la comparación, a la que ha desarrollado Joni Mitchell en sus últimos trabajos. Ambos coinciden en borrar los contornos rítmicos en favor de la "imagen” del ritmo, una suerte de impresionismo musical que conservando la esencia permite una expresión más líbre en tanto que estimula la improvisación constructiva y no la pirotecnia instrumental. Digo similar y no igual porque la canadiense explora sobre las vertientes de [a música popular de sus lares (el jazz y el folk), mientras que Jaime rebusca en la música de nuestra América. Pero las herramientas conceptuales son casi las mismas.

Los textos también sufren positivas transfor-maciones. Mantienen la fuerza descriptiva de los textos del primer Lp. pero sin la linealidad narrativa que aquéllos contenían. Utiliza las imágenes como contraseñas que se van deve-lando a medida que avanzan. Eso las hace más abiertas y enigmáticas. Por ejemplo en “Todo un pais detrás” nos invita a deducir las peripecias de su viaje a dedo por Perú diciendo: "Quiero sacarle chispas al asfalto/ otra vez/ con mis pies/ descubrir Lima por la madrugada/ desde el cielo/ un café/ Sentir soplar en la camiseta/ gallinazo planeando al viento del mar/ correr la sombra de mi pelo/ Adelante, adelante...".

El disco abre con “SI. si, si” que es una de las primeras composiciones de Jaime. Enton-ces no podía ser otra cosa que un candombe. El negro Trasante demuestra su dominio del rit-mo golpeando los parches lo menos posible para que las guitarras acústicas y la voz hagan el resto: "Sí. sí, sí,/ se fue mi amiga/ se fue/ lejos se fue quién lo diría/ voló tan lejos ese pájaro sin alas/ ley natural/ parecería si/ que pasa el tiempo/ parece ayer el otro invierno...

El segundo tema es “Para espantar al sueño” y ahora sí atrona un candombe con to-da la bola. Trasante le pega duro a una “cuer-da” de tambores (formación ortodoxa del can-dombe compuesta por “bombo", “piano”, "re-pique”, “chicos” y "maderas") mientras Roos se hace cargo de las guitarras, bajo, piano, voces y algunos manotazos a los tambores. La polenta hace arder el tocadiscos. Y la letra no desentona dibujando la dura vida de los ca- mioneros cuyo, única preocupación es llegar con la carga en fecha y la relación de solidari-dad que curten con otros eternos del camino: los mochileros. Para el fin del lado está “Duér-mase la mamá”, compuesta en homenaje al gran Eduardo Mateo y a semejanza de éste Jaime utiliza las palabras como unidades foné-ticas, tejiendo con ellas (en juego de sobregra- baciones) un ritmo sensual y melancólico.

Si el primer lado es bueno el lado dos es me-jor. Empezando por “SI señor”, donde Jaime traslada a la murga una de las características más notables del folklore centroamericano: la continua repetición de un coro cantando un estribillo y una voz solista improvisando adelan-te. El resultado de esta mezcla es explosivo. El coro repite hasta el cansancio

"Pueblo americano cantándole al nuevo mundo” junto a la voz improvisando mientras el re-doblante murguero y la flauta se mandan a fondo.

La pausa justa está con “Las cosas malas”, cuya letra (extracto de una carta de su mujer) se va quemando al fuego de un can-dombe bien lento.

Luego viene “Todo un pais detrás" que el mismo Jaime Roos definió musicalmente como “una mezcla del Kinto con los Who". El Kinto es un mitológico grupo que existió allá por el año '65 y en el cual militaron algunos de los "proceres" de la música uruguaya. Los Who son los Who y el tema mata.

Una explicación imprescindible antes de pa-sar al último tema. Como se habrán percatado en la nota, se hace continua referencia a la murga. Ahora bien. Las murgas, tal como se entienden en Uruguay, son la columna ver-tebral del carnaval montevideano. Agrupa-ciones de más o menos quince personas disfrazadas y pintadas que, acompañadas por bombo, platillo y redoblante, ridiculizan y criti-can modas, sucesos y personajes del momen-to al son de melodías populares. Pero ¡ojo! que la cosa es muy seria. Existen concursos (organizados por la municipalidad) que premian a la mejor murga, el mejor vesturio, etc. y las murgas recorren mientras dura el carnaval tinglados erigidos en todos los barrios donde el público, con absoluto rigor crítico, adhiere en-tusiasta o las condena a la indiferencia del murmullo. Bueno, como ven la cosa daría para largo. El caso es que las murgas, para finalizar su actuación en los "tinglados" (asi se llaman) entonan una “retirada” cuyo tema siempre gira alrededor de la circunstancia del adiós y de la promesa de un próximo y feliz reencuentro con la 'gentil barriada”. Uds. se preguntarán qué tiene que ver toda esta explicación con el disco que estaba comentando. La razón es que para el final Jaime Roos y sus secuaces arman una murga y se despiden como una "Retirada" que pone la piel de gallina:

"Se va se va la murga / aunque ya nunca pueda decir adiós / y a la gentil barriada / va dedicada esta humilde canción. / Mis pies sobres la rula / los sentimientos señalan al sur/el rumbo es uno solo / y las nostalgias nos ayudan a andar. / Era una retirada / que al despedirse / quiere regresar..."

Excelente final para uno de los trabajos más lúcidos de la últimos tiempos.

El Mundo Sigue Andando

La edición del disco no altera demasiado las cosas en el mercado francés y Jaime debe se-guir trabajando como músico profesional. En Montevideo, en cambio, la música de Jaime empieza a tener creciente popularidad. La crítica recibe la edición uruguaya (junio del 79) con vítores y aplausos. En ese mismo momen-to J.R toca el bajo en el larga duración de Jor-ge Carbajal "el sabalero" además de encargar-se de los arreglos. Y ya en este año, más pre-cisamente en marzo, realiza un ciclo de pre-sentaciones en el Teatro de La Gaite de París, acompañado por el inseparable Jorge Trasante y por (¡oh, sorpresa!) Osvaldo Caló en teclados y Roberto “Negro” Valencia en requinto. Mientras tanto el buen Jacques Subileau se tomaba la cosa tan en serio que editó en junio " Candombe del 31" y reservó los estudios Fremontel (donde se grabó "Para espantar...”) para el 23 de agosto pasado con el fin de grabar un nuevo disco. El Lp. se llamaría Aquello" y los músicos serían los de siempre más algún francés que desconozco. Para cuando esta nota vea la luz la cosa "andará por el mezclado, de manera que nada mejor para este cuento que un final abierto tipo Bergman. Una estación atestada de gente. Un pibe joven se compró una revista para leerla en el viaje. Suena una chicharra y el tren se va. Como la murga.

Jorge Nasser

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