La música popular: otro campo de
batalla
La dictadura militar trabajó a
partir de las listas negras y se benefició de la 'autocensura' de la mayoría de
los medios de radio y televisión. Artistas como Mercedes Sosa, Horacio Guaraní,
Víctor Heredia, Jorge Cafrune, por sólo mencionar los más resonantes,
integraban una lista 'negra' de artistas cuya difusión estaba prohibida.
Según nos relata Horvath (*), la lista del COMFER (Comité Federal de Radiodifusión - autoridad de aplicación de la ley de medios y autoridad de control y represión de las violaciones a las prohibiciones de ley) de los temas prohibidos abarcaba:
'Ayer nomás' de Moris; 'Canción
de amor para Francisca y su hijita' de León Gieco; 'Hoy te queremos cantar' de
Mellino; 'La historia esta' y 'Las dulces promesas' de León Gieco; 'La marcha
de San Lorenzo' de Billy Bond; 'Me gusta ese tajo' de Luis A. Spinetta; 'La marcha
de la bronca' de Cantilo y Durietz; todos los temas de Pescado Rabioso; 'Tema
de los mosquitos' de León Gieco; 'Violencia en el parque', por Aquelarre;
'Viernes 3 A.M.' de Charly García; 'Yo muchacha guardo un beso', de Mellino;
'Apremios ilegales' por Pedro y Pablo; 'Octubre' de Roque Narvaja; 'Gilito de
Barrio Norte' de María Elena Walsh; 'Compañera mía', 'Viento', 'Qué suerte he
tenido de nacer' de Alberto Cortez; 'Ese Cristo americano' de Ariel Petrocelli;
'Chacarera del expediente' de Gustavo 'Cuchi' Leguizamón; 'El cóndor vuelve' de
Armando Tejada Gómez; 'Hombres en el tiempo' y 'Triunfo agrario' de César
Isella; 'Doña fiaca' de Eladia Blázquez; 'La conquista del desierto', 'Pasa el
malón', 'Tierra ranquelina' de Carlos Di Fulvio; 'La del televisor' de Piero;
'La bicicleta blanca' de Horacio Ferrer; 'Juana Azurduy' de Ariel Ramírez;
'Canto a Sudamérica' de Eduardo Falú; 'Es Sudamérica mi voz' de Félix Luna.
Los años de la dictadura
significaron, a nivel mediático, el predominio de la música pasatista, tanto
nacional como extranjera. De este modo, los artistas marcados quedaron
excluidos absolutamente del mercado de la música, motivando el exilio de muchos
de ellos.
Un párrafo aparte merece el
denominado 'rock nacional'. La música de rock adquirió popularidad a partir de
la extraordinaria difusión dada a la discografía de Bill Halley (y sus
cometas), Elvis Presley y las bandas británicas de 'The Beatles' y 'The Rolling
Stones', que provocaron una euforia de vastos alcances. Surgió así una cultura
juvenil y luego a un mercado del joven y adolescente, centrado en la
vestimenta, la música, el calzado, además de los accesorios del más variado
tipo (bijouterie, cinturones, carteras, bolsos, mochilas, vinchas y sinfín de
etcéteras).
A ello debe sumarse el movimiento
'hippie', en Estados Unidos, formado (entre otros) en base a los jóvenes que
rehusaron la convocatoria obligatoria para pelear en Vietnam, que se plantearon
como movimiento contracultural, ('underground'). Algunos grupos juveniles
incorporaron el consumo de psicotrópicos, tabaco y alcohol.
En nuestro país, el rock fue una
inagotable fuente de ganancias. Se replicaron los modelos exitosos en el
hemisferio norte, con el generoso aporte de la publicidad mediática. Así, el 'Club del Clan' (del que formaban
parte Palito Ortega, Johnny Tedesco, Chico Novarro, Violeta Rivas, Lalo
Fransen, Galo Cárdenas, Jolly Land, Nicky Jones, Cachito Galán, Perico Gómez)
televisado por Canal 13, sería toda una sensación en el público. Las empresas
discográficas locales lanzaron versiones argentinas de los ídolos
estadunidenses. Ricardo Mejía, haciéndose cargo del sello RCA en nuestro país,
promueve a 'Los iracundos'; la discográfica Odeón, de capitales ingleses, crea
a 'Los Shakers': a su turno la CBS lanza a Leo Dan, a Roberto Sánchez (Sandro)
y Rocky y sus ciclones. El productor Ben Molar inventa a Juan Ramón, quien
luego pasó al sello RCA, constituyéndose en un suceso de ventas.
La televisión difundía a las
bandas y solistas propuestos desde el circuito del 'show business': Canal 13,
desde el programa 'Escala Musical', presenta a 'The Beatniks' (integrado por Ángel
y Emilio del Guercio, Edelmiro Molinari y Alberto Spinetta), en tanto que Canal
9, en 'La Pandilla del 9" y Canal 1 1, en 'Ritmo y Juventud', son
inventores de efímeros éxitos o de otros que alcanzan mayor perdurabilidad. En
1965, en Villa Gesell se dan cita, entre otros, los Beatniks, (los que si
llegaron a grabar y no guardan relación con los Beatniks de la Escala musical)
Morís, Javier Martínez, Rocky Rodríguez e Iván.
Los Beatniks, del Canal 1 3,
constituyeron la base de la futura banda 'Almendra', que grabó para RCA (abril
a septiembre de 1969) el LP que contiene el tema 'Muchacha ojos de papel', de
enorme éxito comercial. Por otra parte una banda rosarina liderada por el
entonces adolescente Litto Nebbia graba para el sello argentino Music Hall: se
trata de 'Los gatos salvajes'. Luego de varios cambios en su composición se
denominará simplemente 'Los gatos', que integran (además de Nebbia) Ciro
Fogliatta, Alfredo Toth, Kay Galiffi y Oscar Moro. En el transcurso de 1966
graban un disco de larga duración (un 'long play') que contiene 'La balsa' (con
la participación en la composición de José Alberto Iglesias, el mítico
'tanguito') y 'Ayer nomás' (con la participación en la composición de Morís).
Al año siguiente Los Gatos graban otro éxito: 'Viento dile a la lluvia'. En
1970, luego de un paréntesis e incorporando a otro futuro grande del rock:
Norberto 'Pappo' Napolitano, en reemplazo de Galiffi, producen los LP 'Beat 1' y 'Rock de la mujer
perdida'.
Según refiere Ricardo Horvath
'los mitos del rock subterráneo se sustentan en tres pilares básicos:
» La Cueva de Pasarotus, en Av.
Pueyrredón 1723, de la Capital Federal, comenzó siendo un lugar de culto de la
música jazz. Luego fue el tiempo de Roberto Sánchez (Sandro), rebautizándose el
lugar como 'La Cueva de Sandro'. Poco tiempo después Sandro siguió su camino y
allí tocaron otras bandas de rock: Bernardo Baraj, Santiago Giacobbe, Néstor
Astarita, Jorge Anders, Alfredo Remus, Horacio Malvicino.... Después del
'Gitano' (Sandro), apareció en La Cueva Billy Bond, del grupo 'Las Sombras',
que se hacen cargo de seguir con el negocio. Pasan por allí Pajarito Zaguri y
Litto Nebbia con Los Gatos Salvajes. Pero el negocio tropezó con la dictadura:
denuncias por ruidos molestos, persecución y hostigamiento policiales a los 'melenudos'
y hasta un atentado con bombas incendiarias determinaron el cierre del local.
Por la Cueva desfilaron algunos de los destacados autores de la música
'progresiva', entre ellos Javier Martínez, Tanguito, Alejandro Medina, Ciro
Fogliatta, y Oscar Moro.
» La Perla del Once, una pizzería
típica de Buenos Aires, fue otra de las cunas del rock nacional: allí nació 'La
Balsa', uno de los temas que identifican la época, según nos relata Horvath.
» En el Instituto Di Tella,
recordamos que estaba el Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales
(CLAEM), por el cual pasaron cantautores de la talla de Nacha Guevara, Marikena
Monti, Jorge de la Vega, Jorge Schusseim, y otros, dentro de una estética más
intelectual y politizada (recordamos que Nacha luego sería 'invitada', por la
Triple A' a irse del país).
El rock nacional constituyó el
refugio de una gran parte de la juventud de aquélla época. Juventud que era
visualizada como un sujeto 'hostil' que pronto sería destinatario de
calificaciones peyorativas, creándose así una sinonimia entre juventud (siempre
'perdida juventud') y delincuencia, cuando no entre juventud y 'subversión'.
El rock nacional tuvo destacados
exponentes. Charly García y Nito Mestre, integrantes de 'Sui Generis',
culminaron en el '75 su trayectoria como banda y las secuencias del recital
fueron video grabadas a fin de exhibirlas como film, lo que debía acontecer en
1976: fue prohibida para menores de 1 8 años, lo que implicó prohibirla para
casi todos sus 'fans'.
¿'Qué están pasando en la radio'?
El COMFER, cuyo directorio, por
ley, debía estar conformado por representantes de las Fuerzas Armadas, fue el
encargado de bajar la línea a las difusoras de radio y TV, públicas y privadas,
indicando quiénes podían ser difundidos y quiénes no.
Sin embargo, un buen día, allá
por el 2 de abril de 1982, pasó lo increíble: la dictadura intentó prolongar su
estadía en Casa de Gobierno recuperando militarmente las Islas Malvinas.
Comenzó entonces un conflicto de 74 días, en el cual el Reino Unido de Gran
Bretaña e Irlanda pasó a ser el gran contrincante (ya no una hipótesis de
conflicto) con el apoyo desembozado de su principal aliado en la OTAN: los
Estados Unidos de América. Fue así que las radios, en sus frecuencias de AM y
FM, comenzaron a pasar toda la música antes vedada a los oídos del público: fue
entonces que la gente como el que escribe (sin tradición rockera, por cuestión
de edad y familiar) se enteró de que había un rock nacional y un folklore más
allá de los temas siempre trillados de 'Lunita tucumana' o 'Zamba de mi
esperanza', siempre cantados y enseñados en la escuela primaria. Todo un mundo
musical casi desconocido adquirió difusión pública.
Horvath destaca la presencia de
un sello nacional, 'Mandioca', creado por el editor Jorge Álvarez en unión con
Luis Pedro Pujol. Esta grabadora le dio oportunidad a muchos que serían grandes
en la música que se dio en llamar 'rock nacional'. Si bien sucumbiría frente a
la competencia desigual con los sellos multinacionales, Mandioca fue el sello
que dio lugar a que Manal grabara su primer LP, en febrero de 1970 (Manal:
Claudio Gabis en guitarra, órgano y armónica; Alejandro Medina en bajo y voz;
Javier Martínez en batería y voz). Ya tenían en el mercado temas en discos
simples. En octubre de ese año graban su segundo LP, pero esta vez en RCA: 'El
león'. Luego la banda se disuelve ... y aparece de nuevo en 1981, con su LP
'Reunión' para el sello CBS. Álvarez formará como productor independiente, una
de las patas del sello nacional 'Microfón'. Allí reeditó los registros
históricos que poseía, al tiempo que dio forma a nuevas bandas, entre ellas,
Sui Generis.
Este conjunto dejó su impronta a
través de sus LP 'Confesiones de invierno', 'Vida' y 'Pequeñas anécdotas de las
instituciones', con temas que, según Jorge Álvarez, no eran otra cosa que tangos
expresados en clave de música rockera. Letras, en general, que acompañan esa
tonalidad gris, melancólica y depresiva de 'nuestra Buenos Aires querida'. Éxito
tras éxito, la banda constituyó con esos temas la gran bandera de la rebeldía
juvenil, mal avenida con la policía, los convencionalismos e hipocresía social,
los prejuicios, la autoridad escolar, etc. Cabe destacar que en sus letras,
¡unto a la protesta de tipo social política va también el canto al amor.
También Moris llegaría a editar un disco por medio de Mandioca: se trata del LP
'Treinta minutos de vida' (1969).
Pedro y Pablo (un dúo formado por
Miguel Cantilo y Jorge Durietz), dentro de la línea de las canciones de
protesta, fueron autores de un himno de la rebeldía de la época: 'La marcha de
la bronca'. Ese mismo año en la confitería 'Macu' de Quilmes son 'descubiertos'
cuatro talentos musicales: se trata de los integrantes de 'Mach 4': Ricardo
Soulé, Rubén Basolato, Wilfredo 'Willy' Quiroga y Juan Carlos Godoy, que
formaban parte del elenco de bandas de 'Mandioca'. Pero, se hacen llamar 'Vox
Dei'. Para Mandioca grabarían el LP 'Caliente'. En otro sello, registrarían su
gran éxito: 'La Biblia'.
Dentro de la música no pasatista,
no identificada como 'rock nacional', podemos mencionar a León Gieco, Víctor
Heredia (surgido del Festival Nacional de Cosquín en 1966), César Isella, Gian
Franco Pagliaro, Facundo Cabral, Pastoral, Vivencia, Roque Narvaja, Alma y
Vida.
Un párrafo aparte merece la
confluencia de las grandes figuras de temas de inspiración folklórica con los
cultores del rock nacional: nos referimos a Mercedes Sosa, quien dio un ciclo
de recitales en el Teatro Opera, entre el 1 8 y el 28 de febrero de 1982,
haciendo participar en el mismo a León Gieco, Charly García, Rodolfo Mederos y
Rubén Rada. Además, 'la Negra' Sosa incorporó a su repertorio temas de Piero
('Soy pan, soy paz, soy más'), de Silvio Rodríguez ('Sueño con serpientes'), de
León Gieco ('Sólo le pido a Dios'), de María Elena Walsh ('Como la cigarra'),
de Charly García ('Cuando me empiece a quedar solo') y 'Años', del cubano Pablo
Milanés.
Durante los años 1978-1979 el
rock nacional entró en crisis: hubo una política oficial de boicots a los recitales,
empleando bombas de gas lacrimógeno y advirtiendo a los dueños de las salas de
espectáculos que no las alquilaran para estos intérpretes. Esto provocó que
muchas bandas se disolvieran, o quedaran reducidas a tocar en un garaje, o bien
se fueran al exterior.
Otro de los factores de esa
crisis fue la aparición de la 'música disco', extensamente difundida a través
del cine, las radios y la televisión. Así, fue emblemático el film 'Fiebre de
sábado por la noche' con el protagónico del actor y bailarín John Travolta,
todo un éxito de la época. Los recitales de rock nacional, como expresión de
'música joven', fueron reemplazados por las discotecas, que ocuparon los oídos
de jóvenes y adolescentes con esa 'música disco', de origen extranjero y
estrictamente bailable.
Al movimiento 'disco' debe
sumarse el efecto propio del mundial de fútbol de 1978. Este produjo un gran
impacto emocional, constituyéndose en una gran maquinaria de distracción: mucha
gente dejó de interesarse en los asuntos del país para ocuparse únicamente del
fútbol. El mundial propagó sus efectos al año siguiente, 1979, cuando en Japón,
la selección de fútbol juvenil argentina, también dirigida por César Luis
Menotti, obtuvo el preciado trofeo mundial. Si con el fútbol no alcanzaba, allí
estaba el tenis, que con las figuras rutilantes de Guillermo Vilas y José Luis
Clero, entre otros, alcanzó gran resonancia nacional, concitando el interés del
gran público.
Fue una etapa de 'latencia', en
la que el rock nacional sobrevivió a través de recitales y de la circulación de
revistas 'underground', que tenían al tanto a los lectores jóvenes de la
'movida rockera'. Tras los mundiales de fútbol, durante 1980 y 1981 el rock
retomó su marcha ascendente, de la mano de recitales como el de Almendra y
Manal.
En el final de la dictadura, el
rock ganó su lugar en los medios masivos de comunicación. Con motivo de la
guerra del Atlántico Sur se desarrolló el 'Festival de la solidaridad Latinoamericana'.
Dato esencial: fue el primer recital de rock autorizado para su difusión por
cine y televisión. La Guerra de Malvinas puso fin, como hemos dicho, a la
legitimidad de que gozaban las fuerzas armadas y también terminó con el
concepto de 'joven sospechoso', aparecido en los primeros años de los años '70.
El 'se va a acabar / se va acabar
/ la dictadura militar' fue un grito que resonó fuerte en recitales, partidos
de fútbol, y en cuanta reunión pública masiva pudiera realizarse.
(*) Horvath, Ricardo. Los Rockeros. Centro Editor De América Latina. Buenos Aires (1983)
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