El Sgt Pepper’s de Camarón. Esto
es La Leyenda del Tiempo para el estudioso del arte camaronero José Manuel
Gamboa. Con este disco se abre desde todos los planos una nueva época en la
evolución artística de Camarón. La total dedicación de Paco de Lucía a su
carrera como concertista, propició que Camarón, de la mano de Ricardo Pachón,
productor y coautor del disco, entrara en el estudio con músicos distintos a
los que estaba hasta la fecha acostumbrado. La ausencia de Paco, con quién
desde 1969 había grabado un total de nueve discos, provoca este feliz
experimento con el que Camarón (esta vez sin su apellido de la Isla) abre una
nueva y fundamental época en su carrera. Con la Leyenda del Tiempo podemos
declarar inaugurada definitivamente la era del llamado Nuevo Flamenco.
Revolución en la que por su parte tanto Paco de Lucía como Enrique Morente
venían también dejando su personal huella. A partir de este disco el sonido de
Camarón se vuelve más heterodoxo, admitiendo otros instrumentos propios del
rock y del jazz, alejándose en la medida de lo posible del formato flamenco
clásico.
En la portada Camarón luce así mismo una imagen nueva. Esta vez con
barba y cigarrillo en boca parece estar ante la puerta de un nuevo camino
iluminado por el ambiente de cambio que vivía la España de entonces. Su apuesta
fue definitiva, su decisión firme y valiente. Desde el primer momento podemos
percibir el paso de gigante que está dando Camarón. La instrumentación
puramente flamenca que ha dominado hasta ahora en su discografía (guitarras y
jaleo) es sustituida por arreglos del jazz rock andaluz, que por entonces
grupos como Alameda iban aportando al sonido flamenco de la prometedora década
de los ochenta. La ausencia de Paco de Lucía es eficazmente ocupada por
Tomatito, guitarrista que a partir de ahora sustituirá al maestro de Algeciras,
reto de una gran responsabilidad que Tomate supo siempre mantener con talla de
gran artista. Este disco es premonición de Pata Negra, excelente grupo liderado
por los hermanos Rafael y Raimundo Amador, de Ketama, de Kiko Veneno, y todos
los grupos que han fundido, y a veces confundido, el flamenco con otros tipos
de música.
El poeta granadino Federico García Lorca es sin duda el preferido de
los flamencos de estos años. Su poesía describe con exactitud los ideales
estéticos de aquellos jóvenes inquietos por renovar el encorsetado lenguaje
musical flamenco. Los sugerentes timbres de una guitarra eléctrica, del bajo,
el saxo, la flauta, batería y percusión animaron a Camarón a afrontar este
valiente desafío. Lorca por Flamenco rock, Tomatito y el Volando voy de Veneno,
ingredientes más que suficientes para convertir este delicioso disco en joya
indispensable para todos los que quieran disfrutar del singular arte del
cantaor de San Fernando.
Ante la ausencia de datos en anteriores ediciones sobre los músicos que
tocan en el disco acudimos a la ‘Crónica de una obra completa’ de Gamboa,
principal fuente de información de la obra de Camarón. En la guía de audición
iremos indicando quién participa en qué número. Muchos de estos músicos habían
participado ya con Paco en la grabación de Almoraima y en el disco dedicado a
Falla. Por otra parte, decir que las letras que no son tomadas de Lorca son de
Fernando Villalón en ‘Bahía de Cádiz’ y Omar Kayán en ‘Viejo Mundo’. Los tangos
de la sultana son de Velázquez, Casas y Pachón.
En cuanto a la composición general del disco es igualmente novedoso el
criterio según el cual decidieron Pachón y Camarón estructurarlo. En los
créditos de la primera edición no aparecen siquiera los géneros, posiblemente
ante la dificultad de definirlos en alguno de los números. El disco integra un
total de Tres Bulerías, una Soleá por Bulerias, Tangos, Rumbas, Cantiñas,
Alegrías, una Nana, y la canción La Tarara. Una variada muestra del repertorio
nuevo de Camarón con el que, supo avanzar en su ya sólida y siempre renovadora
senda artística.
Desde los primeros compases de La Leyenda del tiempo advertimos la
novedad, García Lorca por Bulerías, una especie de ‘Smoke on the water’ (por
continuar el símil) donde entran primero las vertiginosas palmas, tras estas la
guitarra a la que sigue el teclado de R. Marinelli, para romper por fin con el
bajo de A. Rosas y la batería de A. Rodríguez. Tenemos ante nuestros oídos
todos los ingredientes de una nueva forma de entender lo flamenco. Camarón
logra traspasar el umbral que impone la férrea tradición de guitarra, voz y
jaleo, para deleitarnos con este rock por Bulerías que tanto inspiró sin duda a
Pata Negra, entre otros. La entrada de Camarón es titánica, su voz empasta
flamenquísima con el rockero timbre desarrollado por sus músicos. La melodía,
que deja entrever tonos de la Rambera, está en el estribillo nítidamente
apoyada por una voz superior que le otorga si cabe un mayor poderío flamenco,
convirtiendo esta pieza de belleza singular en un clásico de la música española
de los setenta. Los solos de guitarra y teclado mantienen el elemento rockero
con una más que sobrada dignidad, concluyendo con el por entonces tan de moda
mini-moog, esta lección de auténtico flamenco-rock, que no de rock aflamencado.
Si creíamos que todo el disco iba a seguir esta línea de
instrumentación y arreglos, estábamos muy equivocados. Camarón vuelve por sus
fueros con unas Bulerías por Soleá, basadas también en ol poema lorquiano
Romance del Amargo. De nuevo comienzan las palmas marcando sobrias el atractivo
compás de Soleá sobre el ostinato armónico de las Bulerías. La guitarra de
Tomate se impone como nuevo elemento inseparable del arte de Camarón, cuya voz
se entrega en cuerpo y alma a la interpretación de este número, en la frontera
entre la tradición más flamenca, y la nueva forma de hacer que parece haber
encontrado.
Seguimos en el universo de las Bulerías con el siguiente corte que
titulan Homenaje a Federico. Con textos refundidos de Lorca, Veneno y Pachón,
Camarón afronta su interpretación imprimiendo ya desde el principio su sello
personal. Su voz inicia este número abriendo paso a las palmas y a las
formidables guitarras. Después de siete letras por Bulerías y a fin de unificar
conceptos a la hora de presentar el disco, deciden concluir este Homenaje con
la batería manteniendo el compás dejado por las palmas, mientras Camarón remata
el cante al son de este instrumento, en apariencia, escasamente flamenco. En
todo momento se mantiene con creces la dignidad general de este experimento
sonoro sin precedentes que es La Leyenda del Tiempo.
Flamenquísimas son sin duda las Cantiñas del Pinini que escuchamos a
continuación. Mi niña se fue a la mar otorga al disco la sal de Cádiz
imprescindible para delimitar el terreno en el que, con más o menos novedades,
nos encontramos. Toda la pieza gira en torno al baile del percusionista/bailaor
Manuel Soler, hasta el punto que la estructura, general se ciñe al siguiente
esquema formal: Introducción (recargada en las guitarras) – salida del cante
(de hermosísima melodía, que Enrique Pantoja se encarga de jalear siempre con
sabrosísimo compás) - primera letra y salida del baile (virtuoso taconeo de
Soler) - Primera falseta (jaleo esta vez de Camarón al bailaor) - segunda letra
(aderezada por los marcados taconeos del baile) - cierre.
La Tarara es sin duda uno de los números más revolucionarios del disco.
Cada uno de los elementos que integra se enfoca desde la perspectiva eje
reinventar el sonido flamenco hecho exclusivamente con elementos del rock y
jazz rock tan de moda entonces. En esta antológica pieza se unen a los
componentes de Alameda otros enormes responsables del nuevo flamenco como son
J.A. Galicia a la batería y Rubem Dantas en la percusión. La melodía
tradicional sobre la que se desarrolla La Tarara, utilizada ya por Isaac
Albéniz en la Suito Iberia (El Corpus Christi en Sevilla) es afrontada por
Camarón sobre un colchón sonoro de puro ambiente rock, (música progresiva según
Gamboa) donde sorprende el resultado sonoro. Más sorprendiente es aun el
intermedio de piano que Rosas, como un Albéniz renovado, inserta entre la
segunda! y tercera estrofa del cante. La variación de la melodía y su continua
modulación vuelve, tras breves compases, a dejar paso a la tercera y última
estrofa, para concluir con un solo de guitarra eléctrica que combina con el
moog y las tumbadoras de Rubem que llenan el ambiente de aroma sonero-rumiboso.
La rumba propiamente dicha aparece en realidad a continuación, con este
clásico de Camarón compuesto por el rebelde catalán metido a andaluz que es
Kiko Veneno: Volando voy. Esta vez intervienen la inconfundible guitarra del
maestro Raimundo Amador, Pepe Ebano a los bongos, las tumbadoras de Tito Duarte
y la flauta de Jorge Pardo, amen de la guitarra eléctrica de Roca y el bajo de
Rosas. ‘Porque a mí me va mucho la marcha tropical” dice el Camarón, queriendo
justificar tanta novedad sonora aparentemente poco flamenca, que solo su voz y
la endemoniada mano derecha de Raimundo saben otorgar el punto necesario para
hacer de esta pieza un clásico de la música flamenca, referencia indispensable
para comprender los años ochenta y noventa.
Por Alegrías fue José siempre un consumado maestro, y en estas con
batería, no lo fue menos. Siguiendo la estructura del baile, esta vez con la batería
como bailaor, el resultado de este experimento merece toda nuestra admiración.
Por desgracia no ha habido demasiados intentos en esta línea, quizás por miedo
a no alcanzar a la esencia flamenca que debiera predominar siempre en tales
intentos. La estructura formal de esta Bahía de Cádiz es la siguiente:
Introducción (guitarras y bajo, más tarde batería y jaleo) - primera letra -
falseta - secunda letra - juguetillo - cierre para el silencio - silencio en menor (primera vez que se canta
según Gamboa) - juguetillo - tercera letra - juguetillo - cierre.
Tomate y Raimundo acompañan la voz de Camarón, pletórica de facultades,
en estas Bulerías tituladas Viejo Mundo. El bajo de Rosas aporta el colorido
imprescindible que unifica el criterio general del disco. La letra, de Ornar
Knyan y Kiko Veneno, es adaptada al cante por Camarón con la maestría de quien
sabe meter por Bulerías todo lo que le pongan delante. El cantaor de la isla
sale muy bien parado del reto, que afrontará con frecuencia en más ocasiones a
lo largo de su carrera.
Los Tangos de la Sultana son, según nos informa Gamboa, los tangos de la
Pirula que popularizó la Repompa de Málaga y que José remata aquí con unos
extremeños para la tercera letra. Por tercera vez la percusión abre el tema,
esta vez con los pitos que marcan un contratiempo, sobre el que se monta Ia guitarra
de Tomate. Tras la introducción escuchamos la tradicional estructura de unos
tangos flamencos. Las falsetas de guitarra entre letras confirman una vez más
la calidad artística del nuevo guitarrista do Camarón. El cierre que este realiza
ligando un enorme caudal de notas sobre los bordones, lo redondea Camarón con
un 'naino nonaino’ de los suyos, que escuchamos en un plano reverberado. ...
SI para abrir el disco decidieron afrontar el reto de comenzar con La
Leyenda del Tiempo, este legendario disco se cierra con esta primera versión de
la Nana del caballo grande que, basada en Lorca Camarón se hace acompañar con
el Sitar de Gualberto (de clara inspiración Harrison-Shankar), que improvisa
sobre una nota pedal realizada al teclado por Marinelli. La versión orquestal
de esta Nana la grabaría Camarón diez años más tarde para cerrar el disco ‘Soy
Gitano’. El sitar realiza entre letra y letra una suerte de ‘falsetas’,
mientras Camarón le imprime, con el titánico eco de su voz y su rajo natural,
el altísimo nivel que domina a lo largo de toda esta gran experiencia sonora
del Flamenco más actual que es ‘La leyenda del tiempo’.
Un verdadero clásico, una joya. Muchísimas gracias por compartirlo.
ResponderBorrarOtro álbum de origen ibérico, otro álbum de quien lo vendía como usado no sabia lo que estaba haciendo... pero buehhh, oir y escuchar no son sinónimos !!!
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