miércoles, 7 de febrero de 2018

0799 - Manolo Juárez - 2004 - Teatro Colón

OPINIONES DE UN PIANISTA “INDISCRETO"

Manolo Juárez, Da que hablar

EL CAMINO QUE BUSCO DENTRO DEL FOLKLORE

Considero que el folklore de nuestro país...—y lo puedo decir con cierta precisión— es uno de los más ricos del mundo. Tenemos cinco o seis regiones completamente determinadas, qué son países específicos. El país, de Cuyo, el de Santiago, el de La Pampa, el de Salta, el del Litoral, el Metropolitano, el de Jujuy. En este sentido, hay un material riquísimo para expresarse y crear cosas nuevas.

Yo, contrariamente a lo que hace otra gente —no digo con esto que lo mío sea mejor ni peor—, no me ato de manera alguna a hacer creaciones o componer temas basándome exactamente en la cantidad de compases que demarcan la coreografía musical. Por tanto, digo que no creo mucho en "la primera” ni en "la segunda". Doy un ejemplo: la zamba tiene primera y segunda. Todas las zambas tienen una cantidad determinada de compases: me parece que, respecto de la creación, es un hecho limitativo. Por lo siguiente: ningún acto de la vida humana ni ningún individuo —cuando está fabricando un estado de ánimo como el componer, tocar o recrear— tiene que estar demarcado por algo tan preciso. En ese sentido, digo que no hago folklore basado en la coreografía danzable. Ningún estado de ánimo (del músico) debe estar delimitado por la misma cantidad de tiempos y de compases.

No niego el aspecto danzable de nuestro folklore. Pero pienso que, paralelamente, puede existir otra cosa. Avalo esto con un concepto: toda expresión popular que pierde el carácter coreográfico formal danzable, evoluciona.

Otro ejemplo: aún hoy algunos —espero que sean cada día menos— cuestionan a Astor Piazzolla porque dicen que lo de Piazzolla no se baila. AI lado de eso, todas las expresiones de jazz moderno no tienen una cantidad fija de compases. Tampoco creo que nadie pueda bailar los últimos valses de Strauss ni muchos temas de Los Beatles.

Evidentemente, cuando un género popular pierde el carácter exactamente determinado, o sea, la coreografía tradicional, es cuando evoluciona. Por eso considero: está bien que exista lo tradicional en cuanto a la coreografía y cantidad de compases, pero es imprescindible también que exista ese otro aspecto señalado.

Son dos expresiones de la misma cosa. Y afirmo: lo que no se debe perder es el ritmo base folklórico. En mi caso siempre trato de mantenerlo.

Dentro de esa salida las cosas no nacen por generación espontánea. Se parte de una línea, y de los precursores tengo que nombrar a varios: Eduardo Lagos, el Chango Farías Gómez, Oscar Alem, Domingo Cura, Kelo Palacios, Dino Saluzzi, entre otros. Ha habido varios intentos de hacer algo distinto. Pero realmente creo que todos nos hemos quedado un poco. La posibilidad de hacer una gran salida hacia el folklore —sin ningún tipo de trabas— hay que buscarla.

EL INSTRUMENTO, UN VEHICULO

En el cuarto LP traté de ampliar el colorido instrumental, a diferencia de mis tres discos anteriores. Con esto no quiero decir que las posibilidades del plano, la guitarra y el bombo estén agotadas. ¿Pero sabés qué pasa? Es una picardía —si uno tiene otros elementos a mano, con los que se codea constantemente como consecuencia del. desarrollo industrial— no usar otras fuentes sonoras. Me refiero a la guitarra eléctrica, sintetizadores, pianos eléctricos. Para ampliar un poco el colorido, Incorporé estos instrumentos en el último LP. Algunas personas me han dicho: "El sintetizador no es folklórico". Yo les comento (y sin entrar a discutir si ancestrálmente el piano o la guitarra son estrictamente folklóricos argentinos): conoci la armónica cuando se tocaba jazz o algún cuarteto interpretaba algún blúe. Por antonomasia ha sido un instrumento de los norteamericanos. Y apareció un señor, que le dio una característica totalmente propia y la identificó con una expresión nacional: Hugo Díaz. Con esto quiero decir que el instrumento no demarca nada. Le da la impronta aquel que le pone cosas adentro. El instrumento, de por sí, es algo frío. Es, simplemente, el vehículo para que alguien se exprese. El contenido le dará dimensión. Por eso cuando me hablan de instrumentos no folklóricos me acuerdo de Hugo Díaz y ni siquiera les contesto.

Mi primer LP lo grabó con piano, guitarra, bombo, quena. El segundo con piano, bombo, guitarra, quena, bajo eléctrico, vibrafón y batería. El tercero con bombo, piano, guitarra y quena. El último con bombo, piano, guitarra común y eléctrica, bajo eléctrico, bandoneón, batería, sintetizador, piano eléctrico. Esa formación instrumental fue modificada de acuerdo a los temas. El quinto disco lo haré sobre la base del trio: piano, bombo y guitarra y ‘en algunos temas pondré orquesta de cuerdas. ¿La orquesta de cuerdas? Una necesidad subjetiva.

LA MAREA DEL OLVIDO

Es una pena que el esfuerzo de muchas personas haya sucumbido en "la marea del olvido". Pienso en la escasa difusión de las obras que hicieron Eduardo Lagos o Waldo de los Ríos en su época del quinteto...

Para el oyente de los medios de comunicación no hay opciones. O escucha lo que le pasan los disc-jockey o no puede escuchar nada. Ocurre también que en los conservatorios te enseñan —me parece muy bien para quien va a hacer música clásica— todos los aspectos que giran alrededor de la obra de Bach: un análisis que abarca cómo compuso algo, en qué tonalidad, cómo fue instrumentada. Así como se analiza Bach se estudian también a Mozart o a Chopin. Sin embargo, no conozco ningún conservatorio que imparta esto aunque sea una vez al mes: “Miren señores, esto es una chacarera. Se hace de la siguiente manera..." y se explica. Digo chacarera como cualquier otra expresión popular, incluido el tango. Entonces ¿qué sucede? Todos los compositores de música clásica cuando llegan a la música con aristas nacionales folklóricas, lo hacen sobre bases falsas. Creo, por eso, que se debe dar una difusión mucho más Importante y un conocimiento que la gente no tiene. Todos nuestros sistemas de estudio Instrumental vienen, se decantan, a través de una raíz europea que nos enseña las acentuaciones y la forma de tocar típica y necesaria para ejecutar esa música. ; Pero aquí no solamente no se enseña a los compositores cómo se hace una danza de nuestro folklore, sino que tampoco se les dice cómo se debe acentuar una expresión popular argentina. Por más que se escriba en un papel, hay algo que en la música no se gráfica: la intención. Y la Intención se da a través de la frecuentación.

CAMBIAR

No puedo decir hasta dónde vamos a llegar nosotros: me refiero a esos innovadores citados, que tienen un gran afán de cambio. Todo cambio es un poquito Ingrato: es mucho más fácil conseguir trabajo —sin desmerecer ningún tipo de conjunto—, con cuatro cantantes, tres guitarras y un bombo. Es algo usual —al margen de la gran calidad o de la inmensa falta de calidad que puedan tener— que se considere a tal esquema grupal  como un conjunto folklórico. Cuando uno sale con otro tipo de formación musical, te miran con otra cara. De todos modos, yo tengo trazado mi camino en la música. Pienso seguir evolucionando: quien no evoluciona, lentamente por lo menos, tiende a desaparecer o a no justificar su permanencia en algún sitio determinado.




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