Dos
década bajo el vertiginoso sonido de rush
Festejo:
la historia comenzó en 1974 en un modesto
estudio de grabación de Toronto. Ahora, el trío canadiense liderado por Geddy
Lee lanza su 19° LP, “Counterparts”, a modo de celebración.
Cuando en marzo de 1974
se encerraron en un modesto estudio de Toronto para grabar su primer disco, los
tres integrantes de Rush no imaginaron que 20 años después podrían contarles a
sus hijos que todo lo que consiguieron fue gracias a la música.
El tríptico canadiense
formado por Geddy Lee (voz, bajo y teclados), Alex Lifeson (guitarra) y Neil
Peart (batería y percusión) es una de los pocos testigos de lo que aconteció a
mediados de los setenta y que supo adecuarse a los noventa con grandes dosis de
talento, profesionalismo y buen gusto.
El registro agudo de
Lee, las guitarras duras de Lifeson y la percusión machacante de Peart crearon
un sonido difícil de encasillar, por lo menos, a partir de la mitad de los
ochenta.
Metálicos
Lo que nació como una
banda de heavy metal duró hasta 1979, año en que salió a la calle “Permanent
Waves”, la placa que los puso al top de los numerosos rankings internacionales
y gracias al corte “El espíritu de la radio” su música animó las noches de
discoteca.
Los temas “Fly By
Night”, “Caress of Steel”, “2112”, “A Farewell To Kings” y “Hemispheres”
cerraron los setenta con un Lee gritón y un Lifeson más cercano a Jimmy Page.
Las letras, siempre a cargo de Peart, contaban por esa década historias de planetas
lejanos, galaxias desconocidas, siempre ciencia ficción.
Tanto “Permanent Waves”
como “Moving Pictures” (1981), fueron las placas que indicaron un camino de
cambio. Lee dejó los gritos y la banda se mostró más comprometida con la
realidad social.
Pero eso no fue todo.
Quienes pensaron que la banda estaba terminada se equivocaron, y cómo. “Signáls”
(1982), quizá el disco menos difundido, mostró otra cara de Rush: la de la
batería electrónica, los samplers y el violín eléctrico.
Así y todo, dos años
más tarde, “Grace Under Pressure” desconcertó a más de un crítico y a algún fan
que otro. Melodías pegadizas y bailables, muy lejos del heavy metal y más cerca
del pop. Luego de la gira que presentó el disco, la prensa inglesa elogió a
Peart como el mejor baterista del año.
En esa misma línea,
“Power Windows” (1985) y “Hold Your Fire” (1987) mostraron la decisión de los
canadienses de alejarse definitivamente del rock duro, aunque fueron tan astutos
que tampoco se consagraron íntegramente al pop. La fórmula que marcó a fuego su
estilo fue un poco de rock, algo de pop, un toque funk y mucho de Rush.
Madurez
Los
noventa, tan lejos de los difíciles comienzos, recibieron a la banda can los
brazos abiertos. “Ahora, la familia y el descanso están primero, somos gente
adulta en todo sentido y no podemos comparar nuestra actitud más serena con la
de grupitos como AC/DC o Móntley Crüe; no más giras maratónicas”, dijo una vez
Lifeson.
“Presto”
(1989) los lanzó a la década con una buena combinación de lo que venían
haciendo. El teclado de Lee y la percusión electrónica de Peart pasaron a un
primer plano y se empezó a desprender de sus letras un fuerte compromiso con el
medio ambiente y la preocupación por el avance del SIDA.
Para
ellos “Roll the Bones” (1992) fue una de las mejores placas, quién sabe por
qué; en realidad, antes de grabar, la banda estuvo a punto de separarse y luego
de extensas charlas se llegó a susperar la crisis y el producto tuvo otro
sabor.
Como
es su costumbre, el cambio es algo que a los Rush los enloquece ¿No pueden
estar sin cambiar?
El
año último editaron “Counterparts”, su álbum número 19 y tomaron elementos de
sus primeros discos para crear un sonido duro por momentos; no dejaron de poner
algo de los ochenta y menos aún de los noventa. “Con esto festejamos nuestros
20 años de trayectoria”, dijeron.
Esta
es una de las bandas más productivas del rock; aunque nunca fue de entusiasmo
arrollador, recorre su última placa desde el heavy hasta el pop y nunca falta un
tema instrumental; para Lee “un regalo que siempre nos hacemos”.
En vivo
Un párrafo aparte merecen
las puestas de Rush para sus megaconciertos en grandes espacios abiertos.
Algunas de esas experiencias llegaron al disco para completar su abundante
discografía.
“All The Worlds a Stage” (1976) y “Exit... Stage
Left” (1981) son dos ejemplos de ; ello. Pero con “Show of Hands” (1989)
llegaron demasiado lejos. La crítica la nomino como una de las puestas en vivo
más impresionante de la década. Sonido perfecto, pantallas inmensas con una
fidelidad inusual, láser bien utilizado y una predisposición y entrega pocas
veces vista. Fanáticos o no, se impresionaron por este despliegue de la banda y
su obsesión por cuidarlo todo.
Publicado en:
Diario: La Nacion
Lunes 7 de Marzo de
1994
Adrián Ventura
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