Benny Goodman murió ayer, a los 77 años, en Nueva York, la
ciudad que lo vio ascender desde la pobreza de su familia inmigrante judía
europea hasta llegar con su clarinete al Carnegie Hall. Fue quien impuso el
swing como estilo jazzístico, pero sin eludir interpretaciones de Mozart, Bela
Bartok y otros músicos “serios”. Fue el primero en poner en un mismo escenario
a instrumentistas negros con blancos y también el que ensambló los orígenes
dramáticos del jazz con el conocimiento básico
Alejado de la actividad artística por de los clásicos. Su
pérdida es sentida en los Estados Unidos como irreparable, especialmente entre
quienes durante casi 60 años estuvieron junto a él o lo escucharon con
devoción. Alejado de la actividad artística por razones de salud, había
aparecido recientemente para recibir premios. Finalmente el corazón le falló,
pero su música seguirá perdurando a través de los años.
NUEVA YORK (AFP, ANSA, Reuter y EFE) — El jazz ha perdido uno
de sus hombres más representativos. Benny Goodman. El “Clarinete de Oro”, el
“Rey del Swing”, murió a los 77 años en su departamento de Manhattan, víctima
de un ataque cardíaco. Deja a su mujer Alice Hammond y dos hijas, Rachel y
Benjie.
Pero deja también un vacío imposible de llenar en la historia
del jazz y en la historia del clarinete, usado por Goodman con maestría
insuperable a partir de los años veinte.
Obsesionado por su instrumento y por su música, en búsqueda
de la perfección, capaz de sonar en las más famosas bandas de jazz, pero
también de ser acompañado por las orquestas sinfónicas de Nueva York, Londres y
Filadelfia, Goodman logró arrancar a su instrumento ritmos y sonoridades
imposibles antes de él.
El “Rey del Swing” fue también un brillante clarinetista
clásico que había trabajado con muchas orquestas sinfónicas interpretando tanto
a Mozart como Debussy o Bela Bartok.
“Tocaba de todo, el jazz y la música clásica. Su estilo era
único. Nadie pudo reproducir el sonido de su clarinete, aun cuando muchos
trataron de hacerlo”, declaró Marian McPortland, un pianista de jazz que
había participado en varias de sus giras.
Era “sin ninguna duda el músico más consumado que escuché”,
destacó recientemente el cantante Frank Sinatra. Este músico legendario nació
en Chicago en 1909, fue el octavo de 11 niños en una familia judía pobre de
inmigrantes de Europa del Este. Aprendió música en una sinagoga y comenzó a
tocar en forma profesional a los 13 años.
Tras haber tocado en varias orquestas y en Broadway, decidió
en 1934, a los 25 años, formar su propia orquesta, que se volvió célebre
rápidamente por radio, donde todos los sábados era escuchada por 2 millones de oyentes.
En 1937 un concierto en el Carnegie Hall, de Nueva York, consagró a este músico
perfeccionista, que ensayaba todos los días y no toleraba la mediocridad. “Si
usted está realmente interesado por la música, no puede hacerla en forma desordenada”,
afirmaba.
Su gran talla, sus gafas y sus cabellos cuidadosamente
peinados para atrás le daban un aire profesoral. Pero trataba de no tomarse
demasiado en serio y adoraba que el público bailara al ritmo de su orquesta,
que recibía casi siempre una acogida delirante. Según él, el jazz era ante todo
una música popular que se esforzaba de hacer apreciar por el mayor número de
gente.
El público reaccionaba a su música de la misma forma en que
muchos años más tarde lo haría frente a los “Crooners” y los cantantes de rock. Sin embargo, en 1937 aquello era algo nunca visto: un
periodista especializado escribía en esa época que 3.000 jóvenes hacían fila en
la madrugada, con un tiempo glacial, ante la vieja sala del Paramount en Nueva
York. Al ser autorizados a entrar, después de empujar a las acomodadoras,
empezaron a bailar frenéticamente. En el exterior, otros 2.000 aficionados bloqueaban el tráfico
al no poder entrar en la repleta sala. Igualmente fue el primero en hacer tocar
junto a negros y blancos en un escenario.
De “Let’s dance” a “Stomping at the Savoy”, pasando por
"One o’clock jump” y “Sweet Georgia Brown”, muchas son las melodías
populares que están indisolublemente vinculadas a Benny Goodman y a la gran
época del swing.
A fines de 1940, en momentos en que declinaba la era de las
grandes orquestas, se consagró a la música clásica, partiendo prácticamente de
cero para modificar su técnica, pero siguió tocando jazz con pequeñas formaciones.
Reconstruyó cada tanto su orquesta para efectuar giras
organizadas a través del mundo entero por el gobierno estadounidense. En 1962
realizó la primera gira que una orquesta de jazz hizo en la Unión Soviética
donde esta música era considerada “decadente”.
Objeto de un film rodado en 1955 “The Benny Goodman Story”,
rodó varias otras películas de Hollywood y durante dos años, de 1958 a 1959, animó
un programa de televisión. Considerado en estos últimos años como una “leyenda viva” del
jazz, Benny Goodman seguía presentándose cada tanto en teatro. En febrero
pasado, obtuvo un Grammy Award especial (la mayor recompensa en el terreno del
disco en Estados Unidos) para coronar más de 60 años de carrera. Goodman trabajó como músico a sueldo durante los años 20 y
hasta principios de los 30, antes de formar su propia banda en 1934.
“Popularizó la música, ese fue su rol”, dijo el trompetista Dizzy Gillespie al
enterarse de su fallecimiento. El vibrafonista Lionel Hampton calificó su
muerte de “enorme pérdida, no sólo para el mundo de la música, sino también
para toda la humanidad”. Hampton dijo: “Benny nos dio tanto. Él fue el primero en
hacer la integración racial al reunir a negros y blancos en su cuarteto y en su
banda... era muy importante para él que tocásemos juntos”.
Steve Alíen, que encarnó el papel del clarinetista en la
película “The Benny Goodman Story”, habló de él como de una persona tímida.
“Inclusive aquellos que tocaron durante años en su maravillosa banda nunca consiguieron
de verdad conocerle personalmente”.
“Sin embargo, añadió Alíen, nos faltará a todos nosotros
porque Goodman fue el más grande clarinetista del mundo y su orquesta una de
las mejores de todos los tiempos”.
Para Ray Anthony, director de una gran banda, “ha sido una
gran pérdida”, especialmente ahora que Goodman volvía a sentirse saludable y
estaba dispuesto a agrandar la banda.
Goodman fue hallado muerto pero la noticia no se divulgó
hasta más tarde porque no se lograba localizar a una de sus hijas. Un perfeccionista
de la música y de la técnica, el clarinetista afirmó recientemente en una
entrevista de televisión que “la música hay que trabajarla cada vez que se va a
tocarla”, y declaró que sea cual sea el estilo toda tiene su “encanto
Una visita guardada en la memoria
Noviembre de 1961 Benny Goodman llegó a Buenos Aires y con
una orquesta de 14 músicos demostró cuáles eran sus cualidades instrumentales
desde el escenario del Teatro Opera. LA RAZON estuvo en un ensayo previo al
concierto y en su edición del 11 de ese mes escribió: “Benny Goodman, llamado
el rey del swing por los críticos estadounidenses, ensayaba antes de su
presentación. Todo su gesto indicaba una profunda conocen¬ tracción. Vestido
con una simple camisa azul y pantalón gris, marcaba el ritmo con el pie
derecho’. La orquesta que trajo en aquel momento a Buenos Aires estaba
integrada por 3 trompetas, 2 trombones, 4 saxos, 4 de ritmo (piano, guitarra
eléctrica, contrabajo y batería) y un vibrafón. Dijo ante los periodistas no
tener “preferencias especiales”, agrada la buena música en los dos campos, el
jazz y los clásicos (“de estos últimos al que más admiro es a Mozart”). “Puedo considerarme
satisfecho —agregó— con mi conjunto. Individualmente son los mejores
instrumentistas que un director puede pretender”. Las críticas de aquel momento
indicaron que “el ritmo sin fallas apoya continuamente la labor de la sección
melódica y de los solistas”, lo que fue reconocido por el “público que expresó
su cálido asentimiento a esta muestra de midle jazz”.
Un pionero que llevó el jazz al Carnegie Hall
EL, fallecimiento del clarinetista, compositor y director
norteamericano, Benny Goodman, ocurrido ayer en su departamento neoyorkino a
causa de un ataque cardíaco, marca la desaparición del último pionero de las
grandes bandas, que durante la década del 40, convocaron a nivel internacional
el interés de varias generaciones.
Goodman conformó con Duke Ellington, Glenn Miller, los
hermanos Dorsey, Count Basie, Harry James y Charlie Bamet, un movimiento jazzístico
de valiosas características, desde el instante en que presentó su primera banda
en Los Ángeles, en 1935, proponiendo posteriormente en sus actuaciones, la
presentación de su trío y cuarteto.
Sus diferentes orquestas fueron un auténtico semillero de
solistas de cuantía, destacándose entre ellos a Bud Freeman, Bunny Berigan,
Ziggy Elman, Vido Musso, Harry James, Babe Russin, Lionel Hampton, Teddy
Wildon, Gene Krupa, Jess Stacy, Dave Tough, etc., y especialmente el
guitarrista Charlie Christian, quien tuvo una limitada actuación, dado que
murió en 1942, pero dejó registrada una serie de temas, donde destacó la
independencia de su instrumento.
Johnny Dodds, Jimmie Noone y Sidney Bechet marcaron en los
principios del jazz, la importancia de la función del clarinete en las
agrupaciones, pero es indudable que a partir de Benny Goodman es cuando este
instrumento adquiere una posición sobresaliente para el público en general y
difícilmente otro solista logró ocupar ese lugar, a pesar de las apariciones,
pero para una elite, de Buddy de Franco, Tony Scott, Jimmy Giuffre, Perry
Robinson, etcétera.
El critico norteamericano Barry Ulanov determinó que el auge
de Benny Goodman fue producto de una sólida formación musical que inició en
1926 hasta 1931, con el bateristó Ben Pollack y posteriormente con agrupaciones
como la del cometista Red Nichols y los Whoppie Makers; la Hosty Totsy Gang de
Irviig Mills; la banda de Jack Pettis y distintas formaciones que dirigió.
Temas como “Sugar foot stomp", “Frenesí’, “Don’t be that
way”, “Bugle cali rag”, “Perfidia”, “Sing, sing, sing”, “Honeysuckle
rose", “Poor butterfly”, entre otros, conquistaron un importantísimo lugar
en la audiencia mundial, como lo fue el concierto en el Carnegie Hall, el 16 de
enero de 1938, que actualmente es considerado como una de las joyas del jazz
que permanecerá perenne en el tiempo.
Pero Benjamín Goodman, nacido en Chicago e hijo de un sastre,
no solamente se destacó en el jazz, sino también como ejecutante de obras de W.
A. Mozart e Igor Stravinsky, quien al escucharlo afirmó: “Siempre envidie' la
riqueza innata de estos músicos cuando improvisan sobre un tema, actitud que
jamás pude lograr en mi vida”.
Walter Thiers.
La Razon
Junio 14 de 1986
Muchas gracias por este disco.
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