domingo, 7 de febrero de 2016

2164 - Benny Goodman - 1995 - The Benny Goodman Story

Conmueve al mundo de la música la muerte de Benny Goodman

Benny Goodman murió ayer, a los 77 años, en Nueva York, la ciudad que lo vio ascender desde la pobreza de su familia inmigrante judía europea hasta llegar con su clarinete al Carnegie Hall. Fue quien impuso el swing como estilo jazzístico, pero sin eludir interpretaciones de Mozart, Bela Bartok y otros músicos “serios”. Fue el primero en poner en un mismo escenario a instrumentistas negros con blancos y también el que ensambló los orígenes dramáticos del jazz con el conocimiento básico
Alejado de la actividad artística por de los clásicos. Su pérdida es sentida en los Estados Unidos como irreparable, especialmente entre quienes durante casi 60 años estuvieron junto a él o lo escucharon con devoción. Alejado de la actividad artística por razones de salud, había aparecido recientemente para recibir premios. Finalmente el corazón le falló, pero su música seguirá perdurando a través de los años.

NUEVA YORK (AFP, ANSA, Reuter y EFE) — El jazz ha perdido uno de sus hombres más representativos. Benny Goodman. El “Clarinete de Oro”, el “Rey del Swing”, murió a los 77 años en su departamento de Manhattan, víctima de un ataque cardíaco. Deja a su mujer Alice Hammond y dos hijas, Rachel y Benjie.
Pero deja también un vacío imposible de llenar en la historia del jazz y en la historia del clarinete, usado por Goodman con maestría insuperable a partir de los años veinte.
Obsesionado por su instrumento y por su música, en búsqueda de la perfección, capaz de sonar en las más famosas bandas de jazz, pero también de ser acompañado por las orquestas sinfónicas de Nueva York, Londres y Filadelfia, Goodman logró arrancar a su instrumento ritmos y sonoridades imposibles antes de él.
El “Rey del Swing” fue también un brillante clarinetista clásico que había trabajado con muchas orquestas sinfónicas interpretando tanto a Mozart como Debussy o Bela Bartok.
“Tocaba de todo, el jazz y la música clásica. Su estilo era único. Nadie pudo reproducir el sonido de su clarinete, aun cuando muchos trataron de hacerlo”, declaró Marian McPortland, un pianista de jazz que había participado en varias de sus giras.
Era “sin ninguna duda el músico más consumado que escuché”, destacó recientemente el cantante Frank Sinatra. Este músico legendario nació en Chicago en 1909, fue el octavo de 11 niños en una familia judía pobre de inmigrantes de Europa del Este. Aprendió música en una sinagoga y comenzó a tocar en forma profesional a los 13 años.

Tras haber tocado en varias orquestas y en Broadway, decidió en 1934, a los 25 años, formar su propia orquesta, que se volvió célebre rápidamente por radio, donde todos los sábados era escuchada por 2 millones de oyentes. En 1937 un concierto en el Carnegie Hall, de Nueva York, consagró a este músico perfeccionista, que ensayaba todos los días y no toleraba la mediocridad. “Si usted está realmente interesado por la música, no puede hacerla en forma desordenada”, afirmaba.
Su gran talla, sus gafas y sus cabellos cuidadosamente peinados para atrás le daban un aire profesoral. Pero trataba de no tomarse demasiado en serio y adoraba que el público bailara al ritmo de su orquesta, que recibía casi siempre una acogida delirante. Según él, el jazz era ante todo una música popular que se esforzaba de hacer apreciar por el mayor número de gente.

El público reaccionaba a su música de la misma forma en que muchos años más tarde lo haría frente a los “Crooners” y los cantantes de rock. Sin embargo, en 1937 aquello era algo nunca visto: un periodista especializado escribía en esa época que 3.000 jóvenes hacían fila en la madrugada, con un tiempo glacial, ante la vieja sala del Paramount en Nueva York. Al ser autorizados a entrar, después de empujar a las acomodadoras, empezaron a bailar frenéticamente. En el exterior, otros 2.000 aficionados bloqueaban el tráfico al no poder entrar en la repleta sala. Igualmente fue el primero en hacer tocar junto a negros y blancos en un escenario.

De “Let’s dance” a “Stomping at the Savoy”, pasando por "One o’clock jump” y “Sweet Georgia Brown”, muchas son las melodías populares que están indisolublemente vinculadas a Benny Goodman y a la gran época del swing.
A fines de 1940, en momentos en que declinaba la era de las grandes orquestas, se consagró a la música clásica, partiendo prácticamente de cero para modificar su técnica, pero siguió tocando jazz con pequeñas formaciones.
Reconstruyó cada tanto su orquesta para efectuar giras organizadas a través del mundo entero por el gobierno estadounidense. En 1962 realizó la primera gira que una orquesta de jazz hizo en la Unión Soviética donde esta música era considerada “decadente”.

Objeto de un film rodado en 1955 “The Benny Goodman Story”, rodó varias otras películas de Hollywood y durante dos años, de 1958 a 1959, animó un programa de televisión. Considerado en estos últimos años como una “leyenda viva” del jazz, Benny Goodman seguía presentándose cada tanto en teatro. En febrero pasado, obtuvo un Grammy Award especial (la mayor recompensa en el terreno del disco en Estados Unidos) para coronar más de 60 años de carrera. Goodman trabajó como músico a sueldo durante los años 20 y hasta principios de los 30, antes de formar su propia banda en 1934. “Popularizó la música, ese fue su rol”, dijo el trompetista Dizzy Gillespie al enterarse de su fallecimiento. El vibrafonista Lionel Hampton calificó su muerte de “enorme pérdida, no sólo para el mundo de la música, sino también para toda la humanidad”. Hampton dijo: “Benny nos dio tanto. Él fue el primero en hacer la integración racial al reunir a negros y blancos en su cuarteto y en su banda... era muy importante para él que tocásemos juntos”.
Steve Alíen, que encarnó el papel del clarinetista en la película “The Benny Goodman Story”, habló de él como de una persona tímida. “Inclusive aquellos que tocaron durante años en su maravillosa banda nunca consiguieron de verdad conocerle personalmente”.
“Sin embargo, añadió Alíen, nos faltará a todos nosotros porque Goodman fue el más grande clarinetista del mundo y su orquesta una de las mejores de todos los tiempos”.
Para Ray Anthony, director de una gran banda, “ha sido una gran pérdida”, especialmente ahora que Goodman volvía a sentirse saludable y estaba dispuesto a agrandar la banda.
Goodman fue hallado muerto pero la noticia no se divulgó hasta más tarde porque no se lograba localizar a una de sus hijas. Un perfeccionista de la música y de la técnica, el clarinetista afirmó recientemente en una entrevista de televisión que “la música hay que trabajarla cada vez que se va a tocarla”, y declaró que sea cual sea el estilo toda tiene su “encanto


Una visita guardada en la memoria
Noviembre de 1961 Benny Goodman llegó a Buenos Aires y con una orquesta de 14 músicos demostró cuáles eran sus cualidades instrumentales desde el escenario del Teatro Opera. LA RAZON estuvo en un ensayo previo al concierto y en su edición del 11 de ese mes escribió: “Benny Goodman, llamado el rey del swing por los críticos estadounidenses, ensayaba antes de su presentación. Todo su gesto indicaba una profunda conocen¬ tracción. Vestido con una simple camisa azul y pantalón gris, marcaba el ritmo con el pie derecho’. La orquesta que trajo en aquel momento a Buenos Aires estaba integrada por 3 trompetas, 2 trombones, 4 saxos, 4 de ritmo (piano, guitarra eléctrica, contrabajo y batería) y un vibrafón. Dijo ante los periodistas no tener “preferencias especiales”, agrada la buena música en los dos campos, el jazz y los clásicos (“de estos últimos al que más admiro es a Mozart”). “Puedo considerarme satisfecho —agregó— con mi conjunto. Individualmente son los mejores instrumentistas que un director puede pretender”. Las críticas de aquel momento indicaron que “el ritmo sin fallas apoya continuamente la labor de la sección melódica y de los solistas”, lo que fue reconocido por el “público que expresó su cálido asentimiento a esta muestra de midle jazz”.

Un pionero que llevó el jazz al Carnegie Hall
EL, fallecimiento del clarinetista, compositor y director norteamericano, Benny Goodman, ocurrido ayer en su departamento neoyorkino a causa de un ataque cardíaco, marca la desaparición del último pionero de las grandes bandas, que durante la década del 40, convocaron a nivel internacional el interés de varias generaciones.
Goodman conformó con Duke Ellington, Glenn Miller, los hermanos Dorsey, Count Basie, Harry James y Charlie Bamet, un movimiento jazzístico de valiosas características, desde el instante en que presentó su primera banda en Los Ángeles, en 1935, proponiendo posteriormente en sus actuaciones, la presentación de su trío y cuarteto.
Sus diferentes orquestas fueron un auténtico semillero de solistas de cuantía, destacándose entre ellos a Bud Freeman, Bunny Berigan, Ziggy Elman, Vido Musso, Harry James, Babe Russin, Lionel Hampton, Teddy Wildon, Gene Krupa, Jess Stacy, Dave Tough, etc., y especialmente el guitarrista Charlie Christian, quien tuvo una limitada actuación, dado que murió en 1942, pero dejó registrada una serie de temas, donde destacó la independencia de su instrumento.
Johnny Dodds, Jimmie Noone y Sidney Bechet marcaron en los principios del jazz, la importancia de la función del clarinete en las agrupaciones, pero es indudable que a partir de Benny Goodman es cuando este instrumento adquiere una posición sobresaliente para el público en general y difícilmente otro solista logró ocupar ese lugar, a pesar de las apariciones, pero para una elite, de Buddy de Franco, Tony Scott, Jimmy Giuffre, Perry Robinson, etcétera.
El critico norteamericano Barry Ulanov determinó que el auge de Benny Goodman fue producto de una sólida formación musical que inició en 1926 hasta 1931, con el bateristó Ben Pollack y posteriormente con agrupaciones como la del cometista Red Nichols y los Whoppie Makers; la Hosty Totsy Gang de Irviig Mills; la banda de Jack Pettis y distintas formaciones que dirigió.
Temas como “Sugar foot stomp", “Frenesí’, “Don’t be that way”, “Bugle cali rag”, “Perfidia”, “Sing, sing, sing”, “Honeysuckle rose", “Poor butterfly”, entre otros, conquistaron un importantísimo lugar en la audiencia mundial, como lo fue el concierto en el Carnegie Hall, el 16 de enero de 1938, que actualmente es considerado como una de las joyas del jazz que permanecerá perenne en el tiempo.
Pero Benjamín Goodman, nacido en Chicago e hijo de un sastre, no solamente se destacó en el jazz, sino también como ejecutante de obras de W. A. Mozart e Igor Stravinsky, quien al escucharlo afirmó: “Siempre envidie' la riqueza innata de estos músicos cuando improvisan sobre un tema, actitud que jamás pude lograr en mi vida”.

Walter Thiers.
La Razon
Junio 14 de 1986

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