Ry Cooder no cree en Bloqueos
Su CD "Buena Vista Social club", se llevo un Grammy y tendió un puente a Cuba.
Sucede a veces. Un proyecto,
meditado y calculado minuciosamente, se desvanece, se entorpece, parece
naufragar. Finalmente, se baraja de nuevo y, en su lugar, surge la magia. Así
podría resumirse la génesis de “Buena Vista Social Club”, el disco con el que
Ry Cooder se adjudicó un Grammy y el admirado respeto de sus colegas.
Como una continuación del “Talking Timbuktu” en el que el guitarrista se alió con Ali Farka Touré, un
músico de Africa occidental, Cooder y el productor Nick Gold, imaginaron un
encuentro en La Habana, entre músicos africanos y cubanos. Una combinación,
en busca de las raíces, de la música afro y de la afroamericana.
Pero los africanos nunca llegaron
a la cita. Cooder, en Cuba, tomó contacto entonces con viejos representantes
de la música campesina de la isla. “Estoy contento de que no haya salido como
esperábamos, porque esto me dio la oportunidad de juntarme con estos maestros
del son. Uno no tiene muchas oportunidades de juntar un equipo como ése”, dijo
recientemente Cooder a la revista Pulse.
Viejos señores del son, allí, en
un estudio, durante tres días, se unieron el americano con el cantante Compay
Segundo, de 90'años; el pianista Rubén González, de 77; el cantante Ibrahím
Ferrer, de 70, y, el más joven de todos, el guitarrista y cantante Éliades
Ochoa, de 50. Además del bajista Orlando “Cachaíto” López y miembros de la
banda Sierra Maestra.
Contacto en La Habana
No era la primer visita de Cooder
a La Habana. A principios de 1996 había viajado con los Chieftains y volvió,
en marzo de 1997, para el proyecto que viró en camino.
Un camino en el que Cooder
descubrió que las raíces eran, finalmente, las mismas. Que tanto el blues como
el son fueron los hijos de los ritmos africanos en sus nuevas tierras. “Rubén
es un maestro zen viviente, del tipo de los que pensás que nunca te encontrarás
en tu vida, un enlace con el pasado -dice Cooder-. Nosotros tocamos algo de
Jelly Roll Morton y él dijo «Oh, sí, música habanera, un tanto anterior a mi
tiempo»”.
Así fue como, frente a esta
gente, el guitarrista americano dejó de lado los temas que había preparado
antes de viajar para dedicarse a escuchar la sabiduría de los viejos soneros.
Incluso su guitarra quedó en un segundo plano.
“Ellos se sentaban a cantar sus
melodías, casi jugando, y yo mantenía un grabador andando todo el tiempo. En
un momento, por ejemplo, les hice escuchar una melodía, «Esto lo hicieron
cinco canciones atrás», les dije. «Óh sí, es Murmullo. ¿Te gusta?, hagámosla».
Era así de sencillo.”
Los caminos, los años
Ry Cooder comenzó a tocar la
guitarra cuando apenas tenía tres años. El ' tiempo, entonces, estuvo de su
lado. A los 51 años está considerado un virtuoso de los instrumentos de
cuerda, desde la guitarra slide hasta la mandolina, pasando por el banjo, el
tiple mexicano o las guitarras hawaianas. Pero, además, su interés por las
músicas del mundo lo llevó a ser considerado un musicólogo abierto y curioso.
Sus comienzos, a principios de
los años sesenta, fueron en el ambiente de blues y folk del sur de California.
Rising Sons y fue miembro de Captain Beefheart’s Magic Band.
Pero su horizonte fue más amplio
aún. Convocado por los Rolling Stones, participó en las grabaciones de “Let it
Bleed”, de “Sticky Fingers” y en “Exile on Main Street”. Aunque sólo aparece en
los créditos de “Love in Vain”, él ha asegurado que suyo es el riff principal
de “Honky Tonk Women”, o más bien de “Country
Honk”, su versión
primigenia.
En 1971 publicó su primer álbum
solista, “Ry Cooder”, con viejas canciones, de antes de los años sesenta, rehechas con su estilo sincopado. Poco después, en 1976, comienza su búsqueda
más allá de las fronteras y edita “Chicken Skin Music” con el acordeonista
Flaco Jiménez y el guitarrista hawaiano Gabby Pahinui.
Dúrante los años ochenta se
concentró en realizar bandas de sonido para películas, entre ellas la de
“Paris, Texas” de Wim Wenders.
En los noventa volvió a la música
universal con “A Meeting by the River” con el indio Vishwa Mohán Bhatt, él ya
citado “Talking Timbuktu” y ahora, la sorpresa total con “Buena Vista Social
Club”.
Un disco que derriba las
fronteras
La gran virtud que muestra Ry
Cooder en esta genialidad bautizada “Buena Vista Social Club” es que,
precisamente, Ry Cooder no se muestra.
Está allí, obviamente, como motor
de este proyecto . que recupera el son, el danzón, el bolero, la guajira y el
tumbao. Está su guitarra. Está -y concretado- su intento de darles nueva vida a
legendarios compositores cubanos, Pero aquí rio hay fusión, mezcla de géneros,
teclados que se agregan, voces extrañas que se suman. No es una muestra de
esta tendencia posmoderna del crossover, que mezcla géneros, estilos y
músicos, y que en muchos casos suena igual a un híbrido.
Es casi un proyecto
antropológico, por llamarlo de alguna forma más ajustada a la realidad. Una
recorrida respetuosa por lo más preciado de la música cubana. Casi al natural.
Despojada de efectos. Austera. Pero brillante en su concepción y en su
resultado.
Hay curiosidades, eso sí. Como la
canción. “Amor de loca juventud”, de Rafael Ortiz, definida en el booklet como
perteneciente al género “influencia americana/gospel/blues”, escrita en 1930,
y “Orgullecida”, de Elíseo Silveira, enrolada dentro de la “influencia
americana/jazz”, compuesta en el mismo año que la anterior, en las que quedan
en evidencia los puntos de contacto entre la música norteamericana de entonces
y la cubana, con ecos del ragtime y de las canciones que el cine de los Estados
Unidos había difundido en todo el mundo.
La edición merece un capítulo
aparte. El booklet es, en realidad, un librito de 48 páginas con toda la información
imaginable: además de los músicos participantes de este proyecto, una breve
reseña que ubica cada canción en el momento histórico y musical de Cuba, una
explicación de los diversos géneros y ritmos abordados, y la letra de
las canciones, en castellano y en inglés.
Ry Cooder se parece cada vez más
a un navegante que redescubre mundos pero no para conquistarlos. Lo que logra
es derribar fronteras geográficas y musicales.
La Nacion - Espectaculos
22 de Marzo de 1998
R.C.
Magnífico artículo. Me encantaría saber cuál es el booklet del que se habla al final. Estaré eternamente agradecido a quien me de información de él.
ResponderBorrarHola, el booklet al que hace referencia, es el que acompaña la edicion del CD, viene el Cd en caaja acrilica, un booklet del mismo tamaño que la caja acrilica del CD y todo queda dentro de una caja de carton, que reproduce la caratula y la contracaratula del CD
Borrar¡Caramba! Muchísimas gracias. Abusando de tu bondad ¿Sabes en donde puedo leerlo en la red? ¿O comprarlo?
BorrarGracias.
Hola, en verdad no tengo idea si en la red, lo encontraras, ya que al ser tantas paginas alguien e tuvo que haber tomado el trabajo de scanearlo. De lo contrario, deberías conseguir el CD que contiene el librito. Supongo que en una disquera o casa de discos deberias conseguirlo, desconozco si el disco esta discontinuado o no.......
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