sábado, 2 de octubre de 2021

4699 - 조수미 (Jumi Jo) - 1994 - 새야 새야 (Korean Favorite Songs)

Sumi Jo es una soprano surcoreana nacida en Seúl el 22 de noviembre de 1962.
Después de graduarse en canto y piano en su país, en la Escuela de Arte Sun Hwa de Seúl, llega a Italia en 1983 para estudiar canto en la Academia de Santa Cecilia en Roma, especialmente con el tenor Carlo Bergonzi. En 1985 obtiene su diploma, después de tres años de estudio en Música Vocal y Piano.
Debuta en 1986 en el Teatro Comunal Giuseppe Verdi de Trieste en el rol de Gilda, de Rigoletto. La performance de esta presentación atrae la atención de Herbert von Karajan, quien la llamó "una voz del cielo".
En 1988 se prepara para su primera vez en el Festival de Salzburgo con el pequeño rol de Barbarina, de Las bodas de Fígaro. Más tarde, interpreta los roles de Oscar en Un baile de máscaras, y la Reina de la Noche de La flauta mágica. Luego llegarán todos los grandes roles del repertorio de coloratura, tales como Lucia, Zerbinetta, Fiorilla, Amina, Elvira, etc., bajo la conducción de los célebres directores Georg Solti, Zubin Mehta, Lorin Maazel y Richard Bonynge.

Compartió un premio Grammy por Mejor Grabación de Ópera, en 1992, por la interpretación de Die Frau ohne Schatten, de Richard Strauss. También participó en la banda de sonido del filme La novena puerta de Wojciech Kilar, cuyo tema principal estaba basado en una melodía de Rachmaninoff (Vocalise).
En 1993 debuta con éxito en el Teatro Colón de Buenos Aires como Zerbinetta en Adriadne auf Naxos, regresa en 1996 para La Reina de la Noche, en 1997 como Gilda junto al Rigoletto de Leo Nucci y para una gala lírica en 2012.
Lejos de encasillarse en la Reina de la Noche, la cual ha cantado en casi todas las óperas del mundo y en numerosas grabaciones, ha incursionado exitosamente en otros géneros como la Ópera francesa, desde las más ligeras (Auber, Adam, Offenbach) hasta las más profundas (Massenet, Gounod, Charpentier), a las cuales se adapta perfectamente su voz.
Dotada de una voz de coloratura excepcional, la cual domina aparentemente sin esfuerzos, Sumi Jo sabe caracterizar sus personajes combinando un timbre brillante con una gran precisión en la interpretación. (Fuente: Wikipedia)

4698 - Estrella Morente - 2010 - Mi Cante Y Un Poema

 

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4697 - Liliana Herrero - 2003 - Confesion Del Viento

 

4696 - Mayra Rossell - 2013 - La Voz De La Memoria

 

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4695 - Osvaldo Pugliese - 1943 - Ausencia

Siempre - Julio 1995

Vivir así vale la pena maestro, siempre con un proyecto en funcionamiento donde los otros siempre cuentan.
Usted comparte todo Osvaldo; la música; los sueños, la Casa del Tango, la orquesta, las yumbas, millones de yumbas sembradas generosamente.
Usted comparte sus utopías y sus quimeras como se comparte el pan.
Usted es parte de nosotros, Osvaldo y por eso mismo usted está compuesto de todos
Ahora que considera que “ya estaba bien” y decide “cantar las hurras”, no nos deje solos; permítanos acompañarlo con lo mejor que tenemos.
Sus hinchas y sus amigos, un eterno agradecimiento y el cariño de siempre.

HECTOR LARREA


4694 - Paquito D'Rivera - 1992 - La Habana-Rio-Conexion

 

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4693 - Joe Cocker - 2004 - Heart & Soul

 

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4692 - Camarón De La Isla - 1979 - La Leyenda Del Tiempo

 Camarón de la Isla, (nombre artístico de José Monje Cruz, San Fernando (Cádiz), 5-XII-1950 - Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), 2 - Vil - 1992). José Monje recibió el sobrenombre de Camarón de su tío Joseíco por su pelo rubio. Se apellidó de la Isla, por ser natural de San Fernando, antes la Isla de León, en la bahía gaditana. Crece en el ambiente idóneo, rodeado del cante, toque y baile netamente flamencos, que proporciona su comarca de origen, siendo su madre la que actúa como principal transmisora del primer repertorio flamenco de José. A la edad de ocho años ya cantaba por los bares y plazas de Cádiz y San Fernando. Así mismo junto a su amigo Rancapino canta a los viajeros de los trenes que recorren la bahía. Sus primeras actuaciones fueron en la Venta de Vargas, donde pudo escuchar y aprender el cante de Caracol y La Niña de los Peines, entre otros. Sus primeros pasos dentro del mundo profesional flamenco los da a los 15 años (1966) con Miguel de los Reyes en el Tablao Gitano de Málaga, en donde tomará contacto con uno de sus más destacados mentores, el cantaor gaditano Antonio El Chaqueta. Por fin llega a Madrid en el año 1968, donde Antonio Sánchez, padre de Paco de Lucía, tras escucharlo cantar, lo pone en contacto con su hijo. La compenetración es perfecta y este encuentro dará lugar a una de las parejas más emblemáticas del arte flamenco del siglo XX. En el año 1969 (18 años) graban su primer disco, y esta será la primera de una larga lista de grabaciones que los dos artistas llevan juntos a cabo y que influirán notablemente, tanto en la difusión del cante y el toque flamencos, como en el nacimiento de una nueva generación de artistas en los años ochenta. Los Festivales Flamencos permiten a Camarón alejarse del ambiente de los tablaos y formar parte de espectáculos hasta que comienza a dar recitales donde figura como artista único. Su concierto en el Palacio de los Deportes de Madrid ante quincemil personas supone un hito en la historia del flamenco. José Fernández Torres “Tomatito” será el guitarista habitual de Camarón a partir del año 1979. En Julio de 1992 muere Camarón victima de una enfermedad linfática en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona). Camarón interpretó los estilos flamencos con un carácter profundamente innovador, por lo que fue seguido multitudinariamente por las generaciones jóvenes y a su vez respetado por los aficionados, aportando al arte flamenco un estilo propio que se define ya como ‘camaronero’.

El  Sgt Pepper’s de Camarón. Esto es La Leyenda del Tiempo para el estudioso del arte camaronero José Manuel Gamboa. Con este disco se abre desde todos los planos una nueva época en la evolución artística de Camarón. La total dedicación de Paco de Lucía a su carrera como concertista, propició que Camarón, de la mano de Ricardo Pachón, productor y coautor del disco, entrara en el estudio con músicos distintos a los que estaba hasta la fecha acostumbrado. La ausencia de Paco, con quién desde 1969 había grabado un total de nueve discos, provoca este feliz experimento con el que Camarón (esta vez sin su apellido de la Isla) abre una nueva y fundamental época en su carrera. Con la Leyenda del Tiempo podemos declarar inaugurada definitivamente la era del llamado Nuevo Flamenco. Revolución en la que por su parte tanto Paco de Lucía como Enrique Morente venían también dejando su personal huella. A partir de este disco el sonido de Camarón se vuelve más heterodoxo, admitiendo otros instrumentos propios del rock y del jazz, alejándose en la medida de lo posible del formato flamenco clásico.

En la portada Camarón luce así mismo una imagen nueva. Esta vez con barba y cigarrillo en boca parece estar ante la puerta de un nuevo camino iluminado por el ambiente de cambio que vivía la España de entonces. Su apuesta fue definitiva, su decisión firme y valiente. Desde el primer momento podemos percibir el paso de gigante que está dando Camarón. La instrumentación puramente flamenca que ha dominado hasta ahora en su discografía (guitarras y jaleo) es sustituida por arreglos del jazz rock andaluz, que por entonces grupos como Alameda iban aportando al sonido flamenco de la prometedora década de los ochenta. La ausencia de Paco de Lucía es eficazmente ocupada por Tomatito, guitarrista que a partir de ahora sustituirá al maestro de Algeciras, reto de una gran responsabilidad que Tomate supo siempre mantener con talla de gran artista. Este disco es premonición de Pata Negra, excelente grupo liderado por los hermanos Rafael y Raimundo Amador, de Ketama, de Kiko Veneno, y todos los grupos que han fundido, y a veces confundido, el flamenco con otros tipos de música.

El poeta granadino Federico García Lorca es sin duda el preferido de los flamencos de estos años. Su poesía describe con exactitud los ideales estéticos de aquellos jóvenes inquietos por renovar el encorsetado lenguaje musical flamenco. Los sugerentes timbres de una guitarra eléctrica, del bajo, el saxo, la flauta, batería y percusión animaron a Camarón a afrontar este valiente desafío. Lorca por Flamenco rock, Tomatito y el Volando voy de Veneno, ingredientes más que suficientes para convertir este delicioso disco en joya indispensable para todos los que quieran disfrutar del singular arte del cantaor de San Fernando.

Ante la ausencia de datos en anteriores ediciones sobre los músicos que tocan en el disco acudimos a la ‘Crónica de una obra completa’ de Gamboa, principal fuente de información de la obra de Camarón. En la guía de audición iremos indicando quién participa en qué número. Muchos de estos músicos habían participado ya con Paco en la grabación de Almoraima y en el disco dedicado a Falla. Por otra parte, decir que las letras que no son tomadas de Lorca son de Fernando Villalón en ‘Bahía de Cádiz’ y Omar Kayán en ‘Viejo Mundo’. Los tangos de la sultana son de Velázquez, Casas y Pachón.

En cuanto a la composición general del disco es igualmente novedoso el criterio según el cual decidieron Pachón y Camarón estructurarlo. En los créditos de la primera edición no aparecen siquiera los géneros, posiblemente ante la dificultad de definirlos en alguno de los números. El disco integra un total de Tres Bulerías, una Soleá por Bulerias, Tangos, Rumbas, Cantiñas, Alegrías, una Nana, y la canción La Tarara. Una variada muestra del repertorio nuevo de Camarón con el que, supo avanzar en su ya sólida y siempre renovadora senda artística.

Desde los primeros compases de La Leyenda del tiempo advertimos la novedad, García Lorca por Bulerías, una especie de ‘Smoke on the water’ (por continuar el símil) donde entran primero las vertiginosas palmas, tras estas la guitarra a la que sigue el teclado de R. Marinelli, para romper por fin con el bajo de A. Rosas y la batería de A. Rodríguez. Tenemos ante nuestros oídos todos los ingredientes de una nueva forma de entender lo flamenco. Camarón logra traspasar el umbral que impone la férrea tradición de guitarra, voz y jaleo, para deleitarnos con este rock por Bulerías que tanto inspiró sin duda a Pata Negra, entre otros. La entrada de Camarón es titánica, su voz empasta flamenquísima con el rockero timbre desarrollado por sus músicos. La melodía, que deja entrever tonos de la Rambera, está en el estribillo nítidamente apoyada por una voz superior que le otorga si cabe un mayor poderío flamenco, convirtiendo esta pieza de belleza singular en un clásico de la música española de los setenta. Los solos de guitarra y teclado mantienen el elemento rockero con una más que sobrada dignidad, concluyendo con el por entonces tan de moda mini-moog, esta lección de auténtico flamenco-rock, que no de rock aflamencado.

Si creíamos que todo el disco iba a seguir esta línea de instrumentación y arreglos, estábamos muy equivocados. Camarón vuelve por sus fueros con unas Bulerías por Soleá, basadas también en ol poema lorquiano Romance del Amargo. De nuevo comienzan las palmas marcando sobrias el atractivo compás de Soleá sobre el ostinato armónico de las Bulerías. La guitarra de Tomate se impone como nuevo elemento inseparable del arte de Camarón, cuya voz se entrega en cuerpo y alma a la interpretación de este número, en la frontera entre la tradición más flamenca, y la nueva forma de hacer que parece haber encontrado.

Seguimos en el universo de las Bulerías con el siguiente corte que titulan Homenaje a Federico. Con textos refundidos de Lorca, Veneno y Pachón, Camarón afronta su interpretación imprimiendo ya desde el principio su sello personal. Su voz inicia este número abriendo paso a las palmas y a las formidables guitarras. Después de siete letras por Bulerías y a fin de unificar conceptos a la hora de presentar el disco, deciden concluir este Homenaje con la batería manteniendo el compás dejado por las palmas, mientras Camarón remata el cante al son de este instrumento, en apariencia, escasamente flamenco. En todo momento se mantiene con creces la dignidad general de este experimento sonoro sin precedentes que es La Leyenda del Tiempo.

Flamenquísimas son sin duda las Cantiñas del Pinini que escuchamos a continuación. Mi niña se fue a la mar otorga al disco la sal de Cádiz imprescindible para delimitar el terreno en el que, con más o menos novedades, nos encontramos. Toda la pieza gira en torno al baile del percusionista/bailaor Manuel Soler, hasta el punto que la estructura, general se ciñe al siguiente esquema formal: Introducción (recargada en las guitarras) – salida del cante (de hermosísima melodía, que Enrique Pantoja se encarga de jalear siempre con sabrosísimo compás) - primera letra y salida del baile (virtuoso taconeo de Soler) - Primera falseta (jaleo esta vez de Camarón al bailaor) - segunda letra (aderezada por los marcados taconeos del baile) - cierre.

La Tarara es sin duda uno de los números más revolucionarios del disco. Cada uno de los elementos que integra se enfoca desde la perspectiva eje reinventar el sonido flamenco hecho exclusivamente con elementos del rock y jazz rock tan de moda entonces. En esta antológica pieza se unen a los componentes de Alameda otros enormes responsables del nuevo flamenco como son J.A. Galicia a la batería y Rubem Dantas en la percusión. La melodía tradicional sobre la que se desarrolla La Tarara, utilizada ya por Isaac Albéniz en la Suito Iberia (El Corpus Christi en Sevilla) es afrontada por Camarón sobre un colchón sonoro de puro ambiente rock, (música progresiva según Gamboa) donde sorprende el resultado sonoro. Más sorprendiente es aun el intermedio de piano que Rosas, como un Albéniz renovado, inserta entre la segunda! y tercera estrofa del cante. La variación de la melodía y su continua modulación vuelve, tras breves compases, a dejar paso a la tercera y última estrofa, para concluir con un solo de guitarra eléctrica que combina con el moog y las tumbadoras de Rubem que llenan el ambiente de aroma sonero-rumiboso.

La rumba propiamente dicha aparece en realidad a continuación, con este clásico de Camarón compuesto por el rebelde catalán metido a andaluz que es Kiko Veneno: Volando voy. Esta vez intervienen la inconfundible guitarra del maestro Raimundo Amador, Pepe Ebano a los bongos, las tumbadoras de Tito Duarte y la flauta de Jorge Pardo, amen de la guitarra eléctrica de Roca y el bajo de Rosas. ‘Porque a mí me va mucho la marcha tropical” dice el Camarón, queriendo justificar tanta novedad sonora aparentemente poco flamenca, que solo su voz y la endemoniada mano derecha de Raimundo saben otorgar el punto necesario para hacer de esta pieza un clásico de la música flamenca, referencia indispensable para comprender los años ochenta y noventa.

Por Alegrías fue José siempre un consumado maestro, y en estas con batería, no lo fue menos. Siguiendo la estructura del baile, esta vez con la batería como bailaor, el resultado de este experimento merece toda nuestra admiración. Por desgracia no ha habido demasiados intentos en esta línea, quizás por miedo a no alcanzar a la esencia flamenca que debiera predominar siempre en tales intentos. La estructura formal de esta Bahía de Cádiz es la siguiente: Introducción (guitarras y bajo, más tarde batería y jaleo) - primera letra - falseta - secunda letra - juguetillo - cierre para el silencio -  silencio en menor (primera vez que se canta según Gamboa) - juguetillo - tercera letra - juguetillo - cierre.

Tomate y Raimundo acompañan la voz de Camarón, pletórica de facultades, en estas Bulerías tituladas Viejo Mundo. El bajo de Rosas aporta el colorido imprescindible que unifica el criterio general del disco. La letra, de Ornar Knyan y Kiko Veneno, es adaptada al cante por Camarón con la maestría de quien sabe meter por Bulerías todo lo que le pongan delante. El cantaor de la isla sale muy bien parado del reto, que afrontará con frecuencia en más ocasiones a lo largo de su carrera.

Los Tangos de la Sultana son, según nos informa Gamboa, los tangos de la Pirula que popularizó la Repompa de Málaga y que José remata aquí con unos extremeños para la tercera letra. Por tercera vez la percusión abre el tema, esta vez con los pitos que marcan un contratiempo, sobre el que se monta Ia guitarra de Tomate. Tras la introducción escuchamos la tradicional estructura de unos tangos flamencos. Las falsetas de guitarra entre letras confirman una vez más la calidad artística del nuevo guitarrista do Camarón. El cierre que este realiza ligando un enorme caudal de notas sobre los bordones, lo redondea Camarón con un 'naino nonaino’ de los suyos, que escuchamos en un plano reverberado.              ...

SI para abrir el disco decidieron afrontar el reto de comenzar con La Leyenda del Tiempo, este legendario disco se cierra con esta primera versión de la Nana del caballo grande que, basada en Lorca Camarón se hace acompañar con el Sitar de Gualberto (de clara inspiración Harrison-Shankar), que improvisa sobre una nota pedal realizada al teclado por Marinelli. La versión orquestal de esta Nana la grabaría Camarón diez años más tarde para cerrar el disco ‘Soy Gitano’. El sitar realiza entre letra y letra una suerte de ‘falsetas’, mientras Camarón le imprime, con el titánico eco de su voz y su rajo natural, el altísimo nivel que domina a lo largo de toda esta gran experiencia sonora del Flamenco más actual que es ‘La leyenda del tiempo’.



4691 - Astor Piazzolla & Roberto Goyeneche - 1994 - Astor Piazzolla & Roberto Goyeneche