martes, 26 de mayo de 2015

0730 - Andres Calamaro - 1997 - Alta Suciedad

De Puño Y Letra. El Musico Cuenta La Trastienda De Algunas Canciones De Su Disco Solista.


Calamaro en su tinta

El disco saldrá a la venta en junio y marca su regreso a la ruta solista. Aún sin título definitivo (se baraja Alta Suciedad), el álbum cuenta con la colaboración de importantes músicos.

Estas son canciones que escribí el año pasado entre los viajes, las giras, los compromisos, y el tiempo (y todo lo demás también).
Después de escuchar mis grabaciones con Joe Blaney, y apreciarlas como repertorio y como originales, elegí grabar estas, en Nueva York con músicos (de estudio) locales. Aunque nunca antes había grabado así (siempre grabo solo, o en compañía de otros pares), la idea me pareció ilusionante y posible: viajé el primer día de febrero y escuchamos las cintas de nuevo. Nunca descartamos incluir remezclas de ciertas grabaciones domésticas, pero puestos a grabar, ya con los masters, grabamos trece canciones (lo que se conoce como bases: tres o cuatro instrumentos grabados juntos). Después, cambiamos de estudio para terminar las voces y los instrumentos. Ahí grabamos dos canciones más pero una de ellas, finalmente, fue abandonada: quedaron catorce.

ALTA SUCIEDAD: La escribí én un estudio de Madrid, mientras trabajaba en otra cosa. La dejé lista en un par de horas y no la toqué hasta grabarla en Nueva York con Steve Jordán, Charley Dryton y Eddie Martínez. Un metafórico boxeador que no quiere pegar, un cerdo que no quiere vivir y morir como tal, una abogada, y gente en la que uno ya no puede confiar...
TODO 10 DEMAS: La primera imagen: alguien quemando el pasaporte en Barcelona, bajo tristes fuegos artificiales. Lo escribí en casa. Justo después de terminar la gira del año pasado, en octubre. Para el disco, conservamos los coros originales y tocamos encima de mis cintas domésticas.
DONDE MANDA MARINERO: Intenté, por todos los medios, no grabar... ¡una rumba! Un marinero en una ciudad sin puerto, que no sabe qué quiere, pero sabe lo que no quiere. El solo es de Marc Ribot (un guitarrista genial que grabó con Tom Walts). Una canción sin género (para escuchar desnudo).
LOCO: Una canción que se llama así, en la Argentina, es una declaración de principios. Además es una excusa para escuchar a los músicos. La estrofa termina casi sin haber dicho nada, y la música sigue, a cargo de la guitarra de Huge Mc Craken.
FLACA: El espíritu es la batería de Steve Jordán, que es por donde empecé a escribir la canción. Lo demás es un pensamiento. La annonía es monótona, pero al final se altera y los vientos tocan una va melodía sobre las alteraciones (en terminos estrictamente armónicos). Me recuerda a Los Abuelos (de la nada), en términos estrictamente no estrictos.
¿QUIEN ASO LA MANTECA?: Es una de las últimas que escribí y la primera que grabamos en NY: la primera toma de la primera canción. Para variar, descansé absolutamente en el groove. Chuck Rainey (bajista de leyenda) es el auténtico. Es una de estas canciones que se escriben leyendo el diario.
MEDIA VERONICA: Ya la había grabado para Chiapas (disco revolucionario), y grabarla de nuevo fue como desprenderse de algo...
EL TERCIO DE LOS SUEÑOS: ¡Blasfemia!, pura inspiración taurina para una metáfora mariachi y matrimonial. Un tercio de un bloque, de tres, de una corrida de toros; San Isidro es la feria torista de Madrid, el tendido es la tribuna de la plaza de toros...etc. Las guitarras acústicas son de Me Cracken y la eléctrica es de Marc Ribot.
COMIDA CHINA: Armonías Willson (cantadas con Celeste Carballo), para un instante, muy tarde, un sábado. Aparentemente. Un verdadero cello (chelo) de 200 años y teclados de museo.
ELVIS ESTA VIVO: La escribí en Madrid. A mí Elvis me gusta mucho, y me gusta creer, como sucedió con Gardel, en un final diferente. Inspirado en cosas de Paul Almon, Dylan y Zydeco, también recuerda a Miguel Abuelo en las secciones instrumentales. Deliberadamente.
ME ARDE: Creo que es la última qué escribí, dos días antes de ir a grabar. Creó. La grabamos con Steve, Dryton & Martínez, aunque esta vez el solo (muy corto) de guitarra es mío. Parece un rock con sintetizadores. La letra también parece jugar con el doblé sentido de las adicciones físicas en general.
EL NOVIO DEL OLVIDO: Un epilogó en clave criolla, con la guitarra de Marc Ribot, inolvidablemente lírica y folclórica. Grábada un fin de semana en Manhattan.
Amigos: Esto ,es todo. ¡Hice lo mejor que pude!.

El disco:
Grabado en los estudios Iiwii (Nueva Jeisey) y Pilot (Manhattan), el disco qué saldría editado en junio contó con un buen número de músicos de estudio. Estuvieron Steve Jordan, baterista de: los X-Pensive Winos de Keith Richards; Marc Ribot, guitarrista del Rain Dogs de Tom Waits y del Spilce de Elvis Costello; Chuck Rainey, bajista de : Aretha Franklin; Charlie Dryton, otro X-Pensive Winos, otro bajo; Huge Me Cracken, guitarrista de Steely Dan y de John Lennon en el Double Fantasy. También acompañó Éddie Martínez (una guitarrarista del Bronx). Hubo percusión y coros, de Celeste Carballo. Y un bonus, track de voces a cargo de Ramón Palito Ortega, en Elvis está vivo.

ESPECTACULOS, CLARIN 
Domingo 13 de Abril de 1997
Andres Calamaro

0729 - The Kinks - 1993 - Phobia

Londres aplaude a The Kinks

Por una vez el grupo de los hermanos Davies venció a su destino. En pleno Royal Albert Hall, presentando con éxito en su patria su último álbum “Phobia”



LONDRES.- The Kinks en el Royal Albert Hall pareciera la más sencilla de las ecua­ciones, y sin embargo... El más británico de los grupos ingleses en el más tradicional tem­plo del rock clásico, escenario de memorables recitales de los Stones, Cream y tantos más. Curiosamente, The Kinks siempre tuvieron dificultades para llenar en su país natal no ya estadios sino incluso clubes menores.
No importa que sus temas desde hace 30 años reflejen como nadie las más británicas de las costumbres, filtradas por el tamiz de la leve ironía de Ray Davies y teñidas de melan­colía, reflejando un mundo plácido que tal vez hoy sólo se encuentra en estas canciones. Desde hace muchos años, el público británico eligió dar la espalda a uno de los talentos más sólidos dentro de la musica pop: Raymond Douglas Davies, líder absoluto y núcleo de The Kinks.

Balbuceos británicos
Desde fines de 1963, cuando surgieron The Kinks, su trayectoria estuvo plagada de alti­bajos. Creado por Douglas Davies (voz, guita­rra, piano), compositor de la mayoría de los temas, y su hermano menor Dave (guitarra y voz), además de Peter Quaife (bajo) y Mick Avory (batería), The Kinks tuvieron un co­mienzo balbuceante. El fracaso acompañó sus primeros simples, hasta que el poderoso You Really Got Me (1964), verdadero prenun­cio del heavy metal, llamó la atención del pú­blico y la crítica. Pronto se sucedieron una memorable seguidilla de temas que describieron, en forma entre irónica y realista, él mundo del Swinging London y los mods, quienes pronto adoptaron a la banda. Así, en Dedicated Follower of Fashion registraron burlonamente la obsesión del mundo de la moda juvenil, regida entonces desde Camaby Street. En Waterloo Sunset (1967), en cambio, Ray Davies describió con moderno romanti­cismo un amor adolescente, maravillosa­mente ambientado en el fascinante Londres de aquellos años. Y hasta allí los acompañó su público, el público inglés.
Brillantes álbumes conceptuales, como Village Green Preservation Society o la pionera opera-rock Arthur, aunque reconocidos por la crítica, fueron ignorados por los compra­dores de discos en Gran Bretaña.
Sólo gracias al publico norteamericano, que descubrió a The Kinks a partir de 1970, con éxitos como Lola o Apeman, logró el grupo subsistir, llenando estadios y gra­bando discos a lo largo de dos décadas.
Ahora en 1993,. The Kinks (de la formación original sólo subsisten los hermanos Davies) decidieron jugarse el todo por el todo y comenzar su gira europea, en la que presenta­rán su último LP, Phobia, nada menos que en el Royal Albert Hall. Una apuesta fuérte, ya que muy pocos críticos hubieran pensado que The Kinks podían reunir por sí solos la cantidad de público necesario para llenar el teatro. Afortunadamente, esta vez, los cono­cedores se equivocaron.

It’s show time
Una fría tarde de julio, desde las 18 (el recital estaba anunciado para las 19.30), un pe­queño grupo de fans se agolpaba frente a la puerta N° 1, tradicional entrada de artistas" del Royal Albert Hall. Todos esperaban lo im­posible, un autógrafo de Ray Davies, genial, impredecible y volátil en escena y fuera de ella. Por supuesto, sólo su hermano, el más gentil y abierto Dave Davies, accedió firmar unos pocos autógrafos mientras que Ray pasó como una exhalación firmando sólo al­gunos brazos y sacos. No importa, los fans si­guieron allí.
Los fans de The Kinks no serán legión en Inglaterra, pero sí son absolutamente incon­dicionales y están deseosos de ver a la “más grande banda de rock del mundo”, como reza el cupón del club oficial de seguidores que in­vita a comprar el último disco del grupo.
El público de The Kinks muestra un predo­minio de treintañeros y cuarentones que si­guen al grupo fielmente desde hace muchos años. Algunos ya compraron la remera nueva que reza “The Kinks. Phobia Tour 1993”.
Alrededor de las 21, luego de una demole­dora espera y de tener que soportar a un me­diocre cantante folk de acento irlandés que se permitió burlarse de las estrellas de la noche, el verdadero concierto comenzó. Ante un tea­tro casi completamente lleno, inclusive en su pista central (donde se puede escuchar de pie el recital y bailar todo lo que se quiera), The Kinks hicieron su entrada recibidos por una estruendosa ovación.
El escenario, austero para un recital de rock, está sólo decorado por un gran telón que reproduce la tapa de su LP Phobia, cuenta con un estupendo equipo de sonido y casi nada más. Como todo grupo iniciado en la primera mitad de los sesenta, The Kinks no necesitan de humos ni de efectos fantasmagó­ricos para electrizar al público; les basta con su cóctel infalible de pasión y talento.
Desde un comienzo, Ray Davies atrae la atención. Flaco, nervioso en extremo, animal escénico desde su mirada increíblemente sar­cástica hasta los estudiados movimientos de sus delgadas manos, dignos del más rancio music hall. A un costado del escenario, un plomo le prepara una hilera de guitarras Gibson, que cambia luego de cada tema, lo mismo que su ropa. Dominando a la multitud con la palma de la mano, se permite descor­char una cerveza mojando hasta las más lejanas filas de su público. Las complicidades abundan, con una multitud que atesora en su memoria cada frase escrita por este geniecillo peculiar, a la vez irónico y melancólico.
Su hermano Dave, en cambio, es la base musical del grupo (quinteto en esta ocasión). Con los años se ha convertido en un sólido guitarrista con un estilo cortante y poderoso.
Un viejo colaborador del grupo, Jim Rodford, se luce desde el bajo. The Kinks dedican la primera parte del recital a la presentación, de los temas de su último álbum: Phobia. Así se suceden la melódica y nostálgica Still Searching, la urgencia rockera de Scattered, la infaltable fábula de la soledad en las grandes ciudades en Only A Dream y la desgarradora fuerza del propio Phobia. Este no será el gran álbum de los Kinks, pero al menos es digno, tiene sus momentos y no huele a estafa como todos los registros recientes de viejos grupos, que sólo vuelven al estudio de grabación para poder pagar sus piscinas y mansiones en Beverly Hills.

Los grandes clásicos
Pero donde el recital se vuelve inolvidable es en el momento en que The Kinks comien­zan a recordar su repertorio clásico. Si Lola produce un estremecimiento en el estadio, el espíritu burlón de Dedicated Followers of Fashion, el tono nostálgico de Days, o el eterno romanticismo de Waterloo Sunset encienden la llama de la multitud, que baila hasta en las galerías más altas y oscuras del Royal Albert Hall.       
Luego de dos horas de recital,, y cuando cualquier grupo se hubiera ido a casa, The Kinks, de la mano de su incomparable maes­tro de ceremonia, vuelven para un bis que re­sulta media hora más de espectáculo. Los cor­tantes y urgentes compases de You Really Got Me, en una memorable versión, dieron paso a temas clásicos como David Watts o la incomparable burla ecológica de Apeman. Cuando hasta el más fanático de los segui­dores de los Davies se ha resignado al final del show, The Kinks vuelven para el último tema.
Primero Ray Davies se permite una estu­diada ofensa. Aparece vestido con un saco con la bandera norteamericana, que el esta­dio abuchea estruendosamente. Luego de una pausa de silencio, se quita el saco, lo da vuelta y se lo vuelve a poner. Esta vez la prenda luce una inmensa Union Jack que el público ovaciona. Extraña broma para un grupo que vive hace años del mercado norteamericano. Pero no importa, ya están The Kinks haciendo su tema de despedida, una vibrante versión de Twist and Shout que todo el estadio coreó y bailó hasta el delirio.
Una noche memorable llega a su fin. The Kinks lograron revivir, con su vigente ta­lento, el fantasma sensual de los sesenta y ya una multitud se dispersa por Kensington Road, mientras un padre y sus hijos adoles­centes arrancan un poster de presentación del grupo. Al día siguiente, como corres­ponde, la prensa británica ignorará este espe­cial éxito de la banda.
No importa. Los que estuvimos allí guarda­remos el secreto. Por unas pocas horas, The Kinks triunfaron en su propio país.

0728 - Las Blacanblus - 1996 - Rituales

Las niñas terribles del blues terminaron de grabar su segundo disco

Después de “Cuatro mujeres y |un maldito piano”, vuelven a la carga con “Rituales”, donde incorporan temas de jazz, soul, funky y rock and roll. Dicen que no se sienten discriminadas pero sí que hubo quienes se molestaron por su éxito.

“Cuál es la diferencia entre una cantante y un terrorista?”, le pregunta Viviana Scaliza a sus compañeras de Las Blacanblús, que desconocen la respuesta.
- Con el terrorista podés negociar - res­ponde. Todas ríen.

El clima en los estudios Del Cielito en Parque Leloir, donde Las Blacanblús terminan de grabar su segundo disco, es de euforia. Las chicas no pueden disimular la excitación que les produce el inminen­te final del proceso de mezcla, el último paso para la concreción de un álbum. La incógnita es develada al instante en que comienza la nota: el segundo compacto que se llamará Rituales. El título surgió de un juego en el que las cuatro damas del blues anotaron todos los nombres que les gustaban en un montón de papelitos que metieron en una bolsa, y luego escogie­ron uno al azar. "Todo se anota", advierte Scaliza. “Ojo con lo qué decís, porque puede quedar registrado en nuestro próximo disco”.


Los rituales forman parte de la mecá­nica interna de Las Blacanblús. Cada vez que salen a tocar, segundos antes de subirse al escenario, forman una suerte de scrum, pero tomadas de la mano. “Esa es nuestra concentración -dice Cristina Dall - ir a tomar un café después del ensayo es otro ritual. Digamos que es una prolongación del ensayo y un comienzo del chusmerío”.
“Es una vieja costumbre -acota Scaliza-, que surgió porque antes nos manejábamos solas y el bar era nuestra ofi­cina. Al final te encontrabas con que eran las diez de la noche, y con todo el chus­merío nos quedaban diez puntos a discu­tir para el próximo show”.
En ese momento se suman Deborah Dixon y Mona Fraiman, iniciando una avalancha de recuerdos que llegan hasta los orígenes de Las Blacanblús, cuando 'ni siquiera se llamaban así. “Las cuatro estudiábamos música negra con Cristina Aguayo -revela Mona-, ahí nos conoci­mos, año 1991, más o menos. Después del coro nos juntábamos a deformar un negro spiritual que terminaba convertido: en chá chá chá. Eso lo hacíamos alrede­dor de un piano”. Ese es el instrumento que ayudó al bautismo del primer disco, Cuatro mujeres y un maldito piano.

Las satisfacciones y las sorpresas que les deparó ese primer trabajo, ayudaron al renacimiento del blues en Buenos Aires durante 1994. Con casi 20 mil copias vendidas, Las Blacanblús fueron dejando poco a poco sus trabajos para dedicarse por completo a la música. Deborah, na­cida en Costa Rica y porteña desde hace 12 años, abandonó la enseñanza del fran­cés; Viviana también dejó a sus alumnos de canto; y Mona suspendió el diseño de modas y el armado de anteojos para sol; tarea en la que Cristina le ayudaba. “A partir del primer disco, nos dimos cuenta de que la cosa ardía”, asevera Mona.
"Nos tiramos a la pileta”, confiesa Cris­tina, más verazmente. Así descubrieron que en la música hábía agua suficiente para Las Blacanblús, y que además sa­bían nadar muy bien.

Con Alfredo Toth dé productor artís­tico, Gonzalo Serrano en bajo y contrabajo, Marcelo Mira en la batería, Adrián Bilbao como técnico de grabación, más los inevitables invitados, Las Blacanblús fueron dando forma y color a su segundo disco, que a diferencia del primero solo tiene dos temas que no han sido com­puestos por ellas mismas. Algunos títulos son: Hartas, Más malas que la peste, Maxi, Chau Valentino, y La pasión según Tchang Dong, composición a la que definen cortio un "rock extra brut". Una de  las características de Rituales es que el  abanico estilístico del cuarteto se ha expandido notablemente con jazz, spirituals, funky, soul y rock and roll. “Queriamos abordar otros ritmos que quedaron fuera del primer álbum”.

La transición entre el primer y el se­gundo disco fue un momento muy difícil para Las Blacanblús. Aunque no dicen por qué, aseguran que ése tiempo fue co­mo una prueba de fuego. "Solamente po­demos decir que fueron ataques desde afuera, y no un problema interno. Cuan­do comenzás a brillar con luz propia, hay personas que se sienten molestas”, sugie­ren misteriosas. No creen que el hecho de ser cuatro señoritas en el mundo machista del rock haya sido lo que provocó ese ataque. “Todo lo contrario -asegura Deborah-, los músicos nos apoyaron, la prensa nos mimó y creo que el hecho de ser cuatro mujeres es lo que hizo que el público se interesara. Tampoco éramos cuatro chicas desamparadas".



"Ningunas pobres chicas, enfatiza Viviana. “Es que la unidad entre nosotras, -concluye Cristina- es tan fuerte que nos damos el lujo de pelearnos, porque sabemos que somos como hermanas y no hay ningún peligro”.

ESPECTACULOS, ARTES & ESTILOS CLARIN 

0727 - Ratones Paranóicos - 1993 - Hecho En Memphis


Los Ratones En Obras: Como si Jagger y Richards estuvieran alli.

“Hecho en Memphis”, recital de Ra­tones Paranoicos en Obras, al aire li­bre. Músicos invitados: Mick Taylór y Pappo. Grupos soporte: Durazno de Gala y Mississippi Blues Band

La guitarra voló desde el centro del escenario hasta perderse en la oscuri­dad de las bambalinas. El ombligo lí­der de Ratones Paranoicos asomaba entre la camisa totalmente desabro­chada y, micrófono en mano al ritmo de “Jumpin’ Jack Flash", se retorcía como si fuese una verdadera majes­tad satánica. Es probable que el sá­bado último por la noche, Juanse se sintiera más Mick Jagger que nunca.
Se trataba del rock primitivo en es­tado puro, eso fue lo que Ratones re­galaron durante más de tres horas de recital. Mississippi y Durazno rasga­ron el primer telón de la noche a todo blues. Pero fue el “Rock del pedazo” lo que sacudió a los casi diez mil fans que se amontonaban en la cancha de rugby de Obras, con fidelidad roe­dora y corazones estoicos como para soportar la lluvia que salpicó un rato largo.

“Ahora, blues”
“Quiero que le den la bienvenida a un gran músico”, pidió Juanse cuando promediaba la noche. En­tonces Mick Taylor subió al escena­rio para no bajarse más. Hizo lo que sabe, de la mejor manera y se gastó uno de esos blues interminables, en cámara lenta, tocados con los dedos del alma. Pero brilló como un verda­dero canto rodado cuando recordó viejos tiempos junto a los Rolling.
Las primeras notas de “Jumpin’ Jack Flash” trajeron otra vez las gui­tarras de Juanse y Sarcófago. Can­taba el Stone, claro, pero el entu­siasmo del líder roedor pudo más y el estribillo se convirtió en un sentido homenaje a los derroches escénicos de Mick Jagger en sus mejores épocas. El recuerdo siguió con “Satis- faction”, ya por completo en la gar­ganta de Juanse, y terminó sobre el. final del show con “Honky Tonk Wo- man”, cuando “el más grande blues-man de Sudamérica”, según B.B. King (o sea, Pappo Napolitano) sumó guitarra y presencia a las voces de Taylor y Juanse.

Espíritu Stone
El sonido Paranoico es impecable. Los Ratones aprendieron a hacer muy bien lo qué les gusta y consi­guen un show rockero de, primér ni­vel. Pero su devoción por los músicos británicos -compartida por su pú­blico, que llegó envuelto en la lengua regordeta que alguna vez deliró Andy Warhol los lleva a reiterarse más de lo conveniente en las bases rítmicas de sus temas. Así es como los pri­meros acordes de guitarra y el golpe­teo seco de la batería, pueden ser tanto el comienzo del “Rock del gato” como el de “Vicio” ó él de alguna creación stoniana de aquellos días. Pero el oído incondicional -y siempre comprensivo- del fan sabe muy pronto de qué va la cosa y es capaz de reconocer diferencias apenas percep­tibles para orejas menos entrenadas en los sonidos ratoniles.

Sobre las tablas de Obras, la ansie­dad que seguramente le roía las tripas a la banda ya es un recuerdo. Era la primera vez que los Ratones tocaban con Mick Taylor, porque aunque el guitarrista había participado en la grabación de “Hecho en Memphis”, nunca habían coincidido en un estudio. Y si Taylor no fue de­masiado expansivo durante el show, el abrazo con que estrujó a Juanse en el saludo final, dejó claro que todo sa­lió como debía.
Los chicos habían hecho las cosas bien. O por lo menos, como le gustan a un Stone.

La Nacion, Espectáculos
7 de Noviembre de 1993
Verónica Chiaravalli 


Desde Memphis, con furia roedora.

Al ruedo: Los Ratones Paranoicos vuelven a la ruta con "Hecho en Memphis", un disco producido por el legendario Andrew Oldham

La banda liderada por Juanse afila sus colmillos para roer has­ta el polvo las tablas del escena­rio de Obras, el próximo sábado. Alucinados por la presencia del ex canto rodado Mick Taylor, que le puso la guitarra al disco, el grupo prepara la presentación de Hecho en Memphis, produc­ción del legendario Andrew Oldham, quien también supo darle una manito a los Rolling en sus primeros cuatro trabajos. 
“Andrew nos conectó con Mick cuando estábamos buscando un guitarrista que tuviera que ver con nuestro estilo -cuenta Juanse-. Habíamos pensado también en Ron Wood y Peter Frampton, pero cuando surgió la posibili­dad con Taylor, no lo podíamos creer. También queríamos alguien que pudiera poner un colchón de teclados a algunos; de los temas, entonces Andrew, se llevo en un avión desde Memphis a Nashville las cintas con las bases rítmicas de las canciones y Al Kooper (tecladista de Héndrix, Dylan y los Rolling) le agregó sus arreglos. 
"Decidimos grabar en Memphis porque era el lugar ideal para trabajar pero también para descansar. Además, Andrew sugirió los estudios Ardent y; nos gustó la idea. Estuvimos un mes allá metiendo bases, haciendo mez­clas y seleccionando material porque teníamos muchísimo y todo nos parecía bueno”.
"Trabajar con Andrew fue importante por la experiencia que tiene como productor. Está siempre escuchando temas que produjo para los Rolling y cuando encuentra cierta identidad similar en el estilo de algunas canciones, aplica todo su background para obtener los mejores resultados. Después particularidades de sonido y demás, tienen qué ver con el lugar en donde grabes. Creo que fue un acierto haber elegido Memphis

Los Ratones Paranóicos - Vicio (3:30)
Los Ratones Paranóicos - Cansado (4:09)
Los Ratones Paranóicos - Grand Funk (5:16)
Los Ratones Paranóicos - Tiffany´s (5:19)
Los Ratones Paranóicos - Shopping (0:36)
Los Ratones Paranóicos - Reina (3:07)
Los Ratones Paranóicos - Cielo Boogie (4:27)
Los Ratones Paranóicos - Isabel (4:57)
Los Ratones Paranóicos - Perro Loca (3:45)
Los Ratones Paranóicos - La Gerra Del Acido (4:20)


https://mega.nz/file/tNAXGLzT#fgAQU4XF-dAPm5nzaX7T8xK1a1Kl2wP0LKVebiemDYY

0726 - Original Soundtrack - 1997 - Howard Stern Private Parts The Album



0725 - Maurice Jarre - 1990 - Dead Poet's Society & Year of Living Dangerously



0724 - Original Soundtrack - 1984 - Metropolis


0723 - Buddy Guy - 1968 - A Man And The Blues

0722 - Joy Division - 1980 - Closer



DISC 1 - Original Album:
01.- Joy Division - Atrocity Exhibition
02.- Joy Division - Isolation
03.- Joy Division - Passover
04.- Joy Division - Colony
05.- Joy Division - A Means To An End
06.- Joy Division - Heart And Soul
07.- Joy Division - Twenty Four Hours
08.- Joy Division - The Eternal
09.- Joy Division - Decades

DISC 2 - Live at ULU, February 1980:
01.- Joy Division - Dead Souls
02.- Joy Division - Glass
03.- Joy Division - A Means To An End
04.- Joy Division - Twenty Four Hours
05.- Joy Division - Passover
06.- Joy Division - Insight
07.- Joy Division - Colony
08.- Joy Division - These Days
09.- Joy Division - Love Will Tear Us Apart
10.- Joy Division - Isolation
11.- Joy Division - The Eternal
12.- Joy Division - Digital

0721 - La Joven Guardia - 1969 - El Extraño del Pelo Largo

Felix Pando: Voz y Organo
Enrique Mallorens: Bajo
Hiacho Lezica: Bateria
Roque Narvaja: Voz y Guitarra


Al poco tiempo del éxito de Los Gatos con La Balsa, el organista Félix Pando, le propone a Raúl Abranzon armar un grupo, el nombre: “La Joven Guardia”, llegaron a registrar un simple que no tuvo éxito alguno “Soy Un Bacán”, y al mismo tiempo, tenia participación con un tema en el primer disco de Modart en la Noche: “Modart Nº 1”.

Raúl Abranzon dejaría el grupo y seria remplazado por Roque Narvaja, mientras se incorporan dos nuevos miembros, Hiacho Lezica (batería), y Enrique Mallorrens (bajo), en octubre de 1968, graban otro simple “Vuelvo a Casa”.

Casi a finales del 68, editan un nuevo simple, que se convertiría rápidamente en un éxito, “El extraño del pelo largo”, considerado uno de los primeros éxitos de la música beat local, el titulo del álbum sirvió también como titulo a la película filmada un año atrás con Litto Nebbia, Liliana Caldini, Bergara Leuman y otros, esta película además es el único registro de la música que comenzaba en aquella época, en un largo metraje, mas allá de carácter “comercial” de la película. “La Joven Guardia” participa en la misma con dos temas: “El extraño Del pelo Largo” y “La Luna Ya no es de queso”.

El éxito del tema, los llevo a la televisión, clubes, fiestas, etc. Fueron catalogados entonces como un grupo perteneciente a la música “complaciente” (en esa característica tan típica que tenemos a veces de poner etiquetas, que no aportan mucho).  En Julio de 1969, por las presiones comerciales que soportaban los músicos de esa época para poder grabar algo, sale un nuevo simple, “La Extraña de Las Botas Rosas” también fue un éxito, además ayudado por ser la cortina de la publicidad de Coca-Cola, filmada en “La Republica de Los Niños (de Villa Gonnet, La Plata).

1970, Roque Narvaja decide dejar el grupo y dice en un reportaje para la Revista Pelo: “Ahora quiero hacer la música que siento, en la que creo de verdad. Estoy cansado de cantar “El Extraño”, un tipo de música que no me satisface, en los show, la televisión, radio y todo eso.”

Para remplazar a Roque Narvaja, ingreso un ex – Séptima Brigada (los de Paco Camorra y Juan Camelo). Y con el grabarían un nuevo simple, “Yo No Soy Un Caradura”. Mientras tanto Roque Narvaja armaba un nuevo grupo “Comunión” junto a “El Cuervo” (Conexión Nº 5) y Amadeo Álvarez, pero solo duro cuatro meses sin llegara editar ningún tema.

Roque Narvaja, volvería a La Joven Guardia, y esta vez los que partirían serian Chamorro y Pando, como trío editaron 6 temas en 3 simples pero sin éxito. Y se presentaron en la primera edición del BAROCK.

En 1971, volvían a ser cuarteto, un ex  Conexión Nº 5, Mario Ricciardelli, se haría cargo de los teclados, y asi publicaron “El Comprador de Amaneceres”.

Otro que dejaría el grupo por malestares internos del grupo fue Mallorrens, ingresaba al grupo entonces un ex – Alta Tensión, Vitico, y con el registrarían su tercer LP: “La Reina de La Canción”. Uno de los tantos temas adaptados por las hinchadas de fútbol local, y un nuevo éxito después de tanto tiempo para la banda.

En 1972, Roque Narvaja, apadrinado por Litto Nebbia, decide largar su carrera solista, “La Joven Guardia” siguió unida a RCA un tiempo más, para editar dos nuevos simples sin trascendencia alguna.

DISCOGRAFIA:

1969 – El Extraño Del Pelo Largo
1970 – La Joven Guardia
1971 – La Reina De La Canción


El Extraño del Pelo Largo, se grabo por primera vez, en 24 de diciembre de 1968.
Fue editado y publicado en Simple, el 24 de Enero de 1969
El LP del mismo nombre se edito y publico el 19 de Mayo de 1969

Lado A - 01 - El Extraño De Pelo Largo (2:47)
Lado A - 02 - Hijo Del Diablo (2:05)
Lado A - 03 - En El Pueblo De San Esteban (1:32)
Lado A - 04 - Loco, Santos, Diablos (2:21)
Lado A - 05 - Profecía 3 (2:54)
Lado A - 06 - Vuelvo A Casa (3:04)

Lado B - 01 - Despues De La Tormenta (3:39)
Lado B - 02 - Hoy Es Distinto (2:42)
Lado B - 03 - Motores De Pastel (2:16)
Lado B - 04 - Me Siento Solo (3:00)
Lado B - 05 - Otoño (2:31)
Lado B - 06 - La Muerte Del Extraño (2:06)