sábado, 3 de febrero de 2018

0760 - Whitney Houston - 1987 - Whitney

Los fuegos artificiales de una noche con Whitney

Recitales de Whitney Houston en el es­tadio de Véiez Sarsfield. Grupos in­vitados: Venga Gutiérrez y Los Romeos

Es mentira que no tenga nada, como se lamenta por allí, desde la archiexitosa banda de sonido del film “El guardaespaldas”: tiene carisma, tiene belleza, tiene una buena voz y una buena banda que no la abandonan. Pero no tiene soul.
Vélez, luce impecable: alfombrado, cubierto por primorosas sillas blancas de plástico que no tardarán en ser ocupadas por primorosas familias,,y parejas muy jóvenes y parejas mayores, todos ellos puntules para no perderse un segundo del show. Incluso dispuestos a entretener la oreja durante la espera con los grupos soportes. Menuda tarea para Venga Gutiérrez y Los Romeos, puestos a seducir a un público un tanto distante de su obra, que espera ansioso la aparición de la única estrella que importa en el firmamento del sábado a la noche.

Whitney rojó shocking
Los primeros acordes de la banda y entonces dos explosiones á los costados del escenario, tan rojas como el saco, la polera y las botas de la estrella negra. La cantante arremete con “Love will save the day” en el lo que fue el primer trago de un cóctel bailable que incluyó “How will I know” y una curiosa versión de "Saving all my love for you”.
“Hace una música que no llega a ser rock y que es linda para bailar -porque tiene el mismo ritmo de canciones como «Flashdance»- tanto como para escuchar, porque se trata de baladas”, resume en pocas palabras la receta de Whitney, una fan de toda la vida. Sin émbargo, en ese acercamiento al dance pop, Houston ha perdido buena parte de ese sentimiento que seguramente cultivaba al calor del gospel, en sus tiempos de co- reuta religiosa. ,
Whitney baila,coqueta por todo el escenario, sé ácércá á su público y se deja transcurrir en un show que hubiera sido más amable, si la cantante no se hubiera empeñado en cultivar una crispante obsecuencia para con la platea, toda vez que no perdía; oportunidad de utilizar los numerosos I love you (que abundan en las letras de su repertorio) en su sentido plural, con el solo fin de conquistar a la audiencia. Innecesario: la voz de Whitney ya alcanzaba para endulzar los oídos de cualqúiera.


Aleluya, hermano
Algo parece quedar, sin embargo, de aquellos días de loas al Señor, cuando Whitney entonaba sus primeras notas bajo la amorosa mirada de su madre, Cissy Houston, quien aún hoy dirige el New Hope Baptist Júnior Choir, de cuyas filas egresó la niña. “Ahora voy a llevarlos a un lugar en el que todos hemos estado por lo menos una vez”, anuncia la cantante antes de dar comienzo a' los versos dé “Jesús loves me”, que llegará inevitablemente mechado con un largo sermón. Al mejor estilo de los pastores electrónicos, Whitney pide al público que cante estribillos y bata palmas, mientras invita1 a sus músicos a que den testimonio, a través de sus instrumentos, de cuán inmenso es el amor de Dios. Es entonces cuándo se revelan en todo su brillo las estupendas voces del. coro femenino, integrado por tres morenas, quienes, al ritmo de un genuino gospel ofrecen el mejor momento del recital.
Claro que Whitney brilla cuando suena “Queen of the night”, tema de reminiscencias disco en el que la voz de la ex compañera de Kevin Costner se mueve con particular facilidad. Pero a lo largo de toda la noche, Houston entrega versiones que distan mucho de su original registro discográfico. En un tono menos exigido, con varios tramos conversados y otros entregados a las gargantas de su coro y del público, la estrella parece querer preservar su voz para lo que prometía ser el momento más electrizante del show: él cierre triunfal, con bombos y platillos, al compás de “I will always love you”.
Y allí sí, relajado el público ya en el final, Whitney da rienda suelta a toda su pirotecnia vocal y hasta logra opacar los fuegos artificiales que acompañan como cortina del escenario, mientras los fieles aplauden de pie, al borde del delirio.


Espectaculos, La Nacion .
Buenos Aires, lunes 18 de abril de 1994

0759 - Ruben Rada - 1998 - Black

RUBEN RADA LANZO “BLACK’’ EN MONTEVIDEO


Allá, Ahora Es Gardel

Luego de haber peregrinado largos años por la Argentina y México, el percusionista y cantante ha encontrado en Uruguay su lugar en el mundo, obteniendo un reconocimiento que le dio un giro a su carrera.

Desde Montevideo

Era cerca de la medianoche y la combi destinada a los perio­distas se dirigía al hotel ubicado en el centro de Montevideo, cuando se escuchó una queja femenina. “Y aho­ra qué le digo a mi jefa cuando me exija la nota que me pidió: una entrevista con Sandra Mihanovich en la cubierta del barco ... Yo qué culpa tengo si no vino Sandra Mihanovich y el barco no tenía cubierta!”, era el hilarante fi­nal del monólogo de una integrante del equipo de “Indiscreciones”. La suya era una de las tantas cámaras presentes en el lanzamiento oficial de Black, el nuevo disco de Rubén Rada realizado frente al tradicional Parque Rodó de la ciudad de Montevideo.

Organizado por su flamante com­pañía discográfica, Polygram, el evento uruguayo se llenó de cáma­ras, productores y cronistas argenti­nos fletados vía marítima, muchos de ellos tentados por el anunciado acompañamiento de estrellas varias, entre los que se destacaba la men­ción de los integrantes de “Gasoleros”, Fito Páez y demás. Todos au­sentes, y de ahí ciertas quejas indis­cretas, así como la profusión de ca­zadores televisivos. “Nunca vi tan­tas cámaras en una presentación de un disco de un artista uruguayo”, co­mentó sorprendido el licenciado Pettinati, una suerte de Pergolini local (con programas diarios en radio y TV). El comentario fue suscitado por ¡el amplio conjunto de luces y aparatos apuntando al escenario cuando llegó el momento de ver a Rada pre­sentar algunos temas del flamante disco en cuestión, acompañado por una megabanda de once integrantes. El Negro, recibiendo su disco de pla­tino correspondiente a ia venta pre­via del álbum en Uruguay de la ma­no del intendente de Montevideo y concentrando la atención de los cro­nistas de una y otra orilla, demostró que era la única estrella de la noche.


La buena estrella de Rada en Uru­guay comenzó hace un par de años, con el regreso del hijo pródigo con un gran disco bajo el brazo, graba­do en Estados Unidos. A Montevi­deo —“un álbum de world music”, según lo definió— le siguió Miscelánea Negra, editado por un sello in­dependiente local, y que tuvo muy buenas cifras de venta. Y si a su úl­tima discografía se le suman los ci­clos de TV y Radio que tiene en Uru­guay —con el agregado de su participación en la porteña “Gasoleros”—, se completa el panorama massmediàtico de Rada del otro lado del Río. Que también tiene un rol protagónico en el éxito de “El Chevrolé”, la sensación cinematográfica del año en Uruguay. “El disco de platino que recibí por Black, en re­alidad es responsabilidad de mis dis­cos anteriores. Porque éste recién sa­lió a la calle, y la gente aún no lo ha escuchado”,, subrayó a Página/12. “Así que recién ahora comienza la  historia”, advirtió Rada, medido, . mientras a sú alrededor—en la exuberancia típica de toda fiesta de lanzamiento— se multipli­caban los gritos de júbilo. “Vamos al Tabaré”, gritaban algunos, re­firiéndose a un ca­fé montevi­deano recomendado por músicos locales como Jorge Schellemberg. “¡Al cabaret!”, aullaban confundidos algu­nos integrantes de la troupe porteña. Con produc­ción de Carlos Villavicencio (“Hace tiempo que no te­nía un productor en mis discos”, con­fesó Rada) y acompañado por Ketama en el tema “Locos de amor”, Black es un disco que refleja lo me­jor del mundo musical del notable percusionista, cantante y composi­tor. En él se da el gusto de ser acom­pañado por Urbano Moraes su com­padre de la época del mítico grupo El Kinto, que ambos compartían con Eduardo Mateo. “Urbano es un ge­nio popular, que acaba de editar un disco magnífico y merece que se lo celebre”, dijo Rada, generoso, en medio de su fiesta. “No sea cuestión que pase como con Mateo, al que no le prestaron atención en vida, y re­cién transformaron en mito cuando murió.”
Además de Urbano, en el show hi­cieron acto de presencia otros can­tautores uruguayos como el propio Jorge Drexler y Fernando Cabrera, ignorados por las cámaras argenti­nas. Preocupadas, eso sí, en retratar la auténtica fiesta rioplatense armada en honor de Rada frente al tan montevideano Parque Rodó, en un local llamado Montevideo Open Park. Que, como suele sucedér en es­tos casos de tantas luces, tenía el le­ve inconveniente de que su línea te­lefónica había sido cortada por falta de pago. Con lo que los cronistas que no consiguieron el préstamo dé al­gún celular debieron recurrir al telé­fono público de la pizzería ubicada entre algunos de los clásicos juegos del Parque, mientras que en el local la barra seguía libre, con toda la pla­na mayor de Polygram argentina no sólo celebrando el lanzámiento del álbum de Rada, sino también su triunfo final en la fusión discográfi­ca con Universal. Con lo que los brin­dis con champagne, que comenza­ron én el viaje de ida a Montevideo, tenían más de un significado. Come sucede, al fin y al cabo, en cualquier fiesta.

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0758 - Tom Waits - 1975 - Nighthawks At The Diner

Bueno, verás, ocurrió que yo estaba en la costa Este hace , algunos años, 
Tratando de hacer un dólar, como todos los demás
Pero los tiempos se pusieron difíciles y no tuve suerte
Y me cansé de rodar y vagabundear por allí
Así que empecé a hacer dedo para volver a mi viejo pueblo natal
¿Sabés?, hice unas cuantas millas en el primer par de días
¿Sabés?, me figuré que estaría en casa en una semana si mi suerte seguía así
Pero a la tercera noche no podía más
Fue en un frío y solitario cruce de caminos
Y mientras la lluvia empezaba a caer, estaba hambriento
Hambriento, cansado, congelado, muerto de frío
Pero fue justo en ese momento
Que las luces de un viejo semirremolque alcanzaron la cima de la colina
Deberías haber visto mi sonrisa cuando oí los frenos
Y trepé dentro dé la cabina, donde sabía que estaría cálido cerca del volante
Al volante estaba sentado un hombre grandote
Diría qué pesaba más de 150 kilos:
El modo en que me estrechó su gran manó y dijo con una mueca:
“Big Joe es mi nombre y este camión se llama Fantasma 309”
Bueno, le pregunté por qué le había puesto a su camión semejante nombre
Entonces me miró y dijo:
“¿Por qué, hijo?¿No sabés que este camión no tiene rival?
Porque no hay un conductor, en esta o en cualquier otra ruta,
que no haya visto más que las luces traseras de Big Joe y  Fantasma 309."
Así que rodamos y hablamos la mayor parte de la noche
Yo conté mis historias y Joe contó las súyas  
Me fumé todos sus Viceroys mientras rodábamos la ruta
El aumentó al máximo la velocidad     ,
Hombre, aquel camión estaba encendido como el viejo flipper de Madam La Rué
Un semirremolque en serio
Hasta que casi misteriosamente
Aparecieron a la vista las luces de una parada de camiones
Joe me miró y dijo:
"Lo siento hijo, me temo que esto es lo más lejos que irás
Verás, tengo que desviarme un poco más adelante."
Pero que mé maldigan si no me arrojó diez centavos mientras me decía:
“Entrá allí hijo, y tomate un taza de café caliente a cuenta de Big Joe."
Y cuando Joe y su camión se internaron en la noche
Hombre, en un instante desaparecieron de la vista
Así que entré en la vieja parada y me ordené una taza de café -   diciendo:
"Esto lo paga Big Joe”
Pero hubo un silencio tan mortal en aquel lugar,
Hubo un silencio tan mortal  
Que podrías haber oído caer un alfiler, mientras el mozo me miró con su cara algo pálida
Dije: "¿Qué pasa?¿Dije algo malo?"
Hablé con una mueca medio burlona
El dijo: “No hijo, verás, esto ocurre cada tanto
Verás que todos los conductores aquí conocen a Big Joe
Pero dejame contarte lo que pasó justo hace diez años allí afuera
Sí, fue hace diez años en el frío y solitario cruce de caminos
Había un micro lleno de chicos
Y volvían de la escuela .
Y estaban justo en la mitad cuando Joe alcanzó la colina
Y podrían haber sido aplastados, pero Big Joe giró sus ruedas
Y perdió el control    
Y resbaló
Y la gente de por aquí dice que dio su vida para salvar a ese puñado de chicos
y allá afuera, en el frío y solitario cruce de caminos,
Dicen que fue el final de la ruta para Big Joe y Fantasma 309
Pero es extraño, ¿sabés? .
Porque de vez en cuando, sí, de vez en cuando
cuando la luna está llena de agua
Dicen que el viejo Joe se detiene y te da un paseo
así como vos, algún chico que hace dedo pasa por acá
Así pues hijo,     ,
Tomate otra taza de café, paga la casa
Verás, quiero que te quedes con esos diez centavos
Sí, conserva esos diez centavos como un souvenir :
Guardarías esos diez centavos como un souvenir de Big Joe
De Big Joe y Fantasma, Big Joe y Fantasma 309".

 


0757 - Pappo & Deacon Jones - 1994 - July 93 Los Angeles

El Rock No Va A Morir

Se considera el representante del rock mundial en Argentina. Dice que Fito Páez no existe. Está a punto de sacar su álbum número veinticuatro. Habla de amor, música, fama y autos.


Noticias: ¿Cómo empezó su relación con el rock?
Pappo: Una cuestión de gustos. Me gustó más que otra clase de música y ya la primera vez que lo escuché me quedó pegado. Johnny Mayall, Johnny Win- ters, Rolling Stones, Jethro Tull... A Los Beatles nunca les di mucha importancia porque me parecieron muy melódicos.
Noticias: ¿Melódicos o melosos?
Pappo: Melódicos. Me gusta la melodía pero no para escucharla en rock. Sí en clásico o en jazz. Por eso es que mis temas son tan definidos en el rock. Rock significa “roca". Y en este país antes se confundía la música popular o urbana con el rock. Por eso el próximo álbum de Riff se va a llamar “Que sea rock”. Para distinguir. Hay muchos que dicen que hacen rock y no es para nada.
Noticias: ¿En qué piensa?
Pappo: No voy a dar ejemplos porque siempre me trajo muchos problemas. No es que me dé miedo sino que me resultan ridículos.
Noticias: ¿Rock puro hacen pocos?
Pappo: No escuché las bandas nuevas. pero si nos ponemos a hablar de las bandas que yo vi, les faltan varias horas de vuelo para tocar rock. El rock no es una cosa que se toca así nomás.
Noticias: ¿Qué es lo que hay que tener para tocar rock?
Pappo: Mucha calle. Y muchas horas de vuelo. Es como ser un piloto de aviones. El rock es físico y rítmico. No es mental y melodioso. Un tipo que piensa demasiado...
Noticias: ... ¿Hace rock sinfónico?
Pappo:... Haría música clásica. El se entretiene y los que escuchan se aburren. La música clásica es para hacer relax, en cierto momento. Yo estoy es¬cuchando rock todo el tiempo. Música clásica no escucho jamás. Capaz en algún ascensor... Pero no es lo que pongo en mi grabador. Acá se inclinan más para la pachanga. Este es un país pachan-guero. Y los que estamos en el rock somos muy pocos. Y cada vez se nota más la diferencia.
Noticias: ¿En qué?
Pappo: En todo sentido. En la manera de vestir. En quién escucha una cosa y quién otra.
Noticias: O sea que para usted el rock no es sólo una música sino una manera de estar en el mundo. Pappo: Sí, por supuesto.
Noticias: ¿Cuál sería la diferencia entre un rockero y un pop? 
Pappo: No sé. Las personas que les gusta el rock, hablan poco. El rock te da todo, no necesitás hablar.
Noticias: Volviendo al principio. Usted empezó a escuchar a determinados músicos y eso lo mandó en dirección al rock. 
Pappo: ¿Qué fue lo que me mandó?
El sentimiento. Supe que ésa era la música que nunca iba a morir, y no me equivoqué. El rock nunca va a morir.
Noticias: Hay muchos que son rockeros pero no tocan.. 
Pappo: Esos son del público. Se identifican con el que toca. Yo no me propuse ser músico de rock. Me salió del alma. De golpe me encontré en un escenario, tocando. Estaba convencido de que eso era una especie de sueño. Pero después empecé a ver la realidad con otros ojos y cuando me quise acordar estaba en una banda, de gira. Primero con “Los Gatos” y después con “Pappo’s Blues”. Son cosas que salen. Yo me puedo proponer ser músico, pero no ser músico famoso. La fama es una cosa que sale porque a uno lo elige el público. No es que uno lo elija. Todos los grupos tocan para ser famosos, pero de cada cien sa­len dos. Y eso tiene que ver con el caris- ma. No está en ningún libro ni se puede explicar. Carisma. Imagen.


Noticias: Eso lo sabía Jesucristo.
Pappo: ¿Decía eso?
Noticias: Más bien lo dijo San Pablo, que no tenía carisma pero difundió el cristianismo.
Pappo: Hitler tenía carisma. Reutemann. Monzón. Un montón de gente que sobresale de los demás porque la gente se ve refle­jada en él, como persona y como activi­dad. No se puede pretender que todos seamos iguales.
Noticias: En “Pappo's Blue’s 1", un productor decía que sólo Hendrix y Clapton lo habían impresionado más que usted...
Pappo: Para la parte comercial ha­bló un poco de más. Tendría que haber dicho: “Este muchacho es bueno pero no digamos nada, porque vamos a ven­der menos discos de Hendrix”. (Risas.) Noticias: ¿Eso generó problemas? Pappo: No. Hubo un poco de envidia a nivel local, pero Pappo superó esas ba­rreras. Pappo es Pappo. Pappo hace lo que se le canta y no le importa nada.
Yo sigo tocando música y estoy tranqui­lo con mi conciencia. Me gustan todos los deportes aunque no me destaco mu­cho en ninguno. Prefiero eso y no joder gente. O estar tomando drogas y per­diendo el tiempo en los boliches.
Noticias: ¿No tuvo su época?
Pappo: ¿De qué? ¿Drogas y boliches? No. Jamás perdí el tiempo de esa ma­nera. Volviendo al tema de la fama, o la traspasás o desaparecés. Si la traspa- sás, te convertís en un personaje públi­co de quien la gente discute: “Me gusta, no me gusta”. Tipo Boca-River. Si no la traspasás es porque le diste mucha im­portancia a lo que hablan los demás. Pero lo que dicen los demás es lo que dicen los demás, no la verdad. Siempre va a haber quien guste de lo que haeés y otro a quien le dé bronca que tengas suerte. Y la calidad es el factor menos importante en esa crítica.
Noticias: ¿Podría definir cuál es su lugar dentro del rock?
Pappo: ¿Quién soy yo? No lo puedo decir porque no me doy cuenta de quién soy. Qué puesto... Yo soy un músico que grabó 23 álbumes, pero no sé si ten­go un lugar dentro de la historia.
Noticias: ¿Hay diferencias entre el rock nacional y el extranjero?
Pappo: Todos tenemos cinco dedos. Siempre nos vendieron ellos, ¿por qué no les vamos a vender nosotros? Todo es cuestión de crear una imagen. Acá la producción es mala porque hay cu­rro. ¿Y por qué hay curro? Porque no hay organización, no hay control, y no hay amor a lo que uno hace. ¿Por qué yo no soy millonario? Si yo con 23 álbu­mes estuviera en Inglaterra o en Estados Unidos, donde más se mueve el rock...
Noticias: Pero enton- ; ces, ¿es una cuestión de robo o de mercado?
Pappo: De organiza­ción.
Noticias: Pero este mercado es más chi­co...
Pappo: Lo pueden hacer más grande. Si venden el producto mal | terminado.
Noticias: ¿Y por qué los músicos no montan sus propias productoras?
Pappo: Yo no quiero perder tiempo en eso. Yo soy artista, no empresario. Los números nunca los veo. Sé que si me fi­jo me tengo que pelear con todo el mun­do. ¿Porqué me quedo en Argentina, yo? Si B.B. King me llevó a Estados Unidos, puedo armarme una banda allá, pido el apoyo que necesito y ya está.
Noticias: ¿Y por qué no se va?
Pappo: Yo nací acá y me trajeron a esta parte del planeta a cumplir la fun­ción de Pappo. Acá se va Pappo del país y se va el rock. No hay nadie que luche más por el rock que yo.
Noticias: ¿No hay nadie que lo herede?
Pappo: Tengo un hijo y un sobrino que tocan la viola...
Noticias: ¿Y en el rock argentino?
Pappo: Los demás, no sé si habrá al­guno. Puede ser que haya un pibe en algún barrio que la esté rompiendo, yo qué sé. Yo estoy acá representando al rock mundial en la Argentina.
Noticias: De los 23 discos que grabó, ¿hay alguno que le guste más?
Pappo: No. Yo estoy definido. Hace veinte años que toco lo mismo.
Noticias: ¿No tiene períodos de bús­queda?
Pappo: No. Por eso el próximo disco se llama “Que sea rock”.
Noticias: ¿Cuando empezó su pasión por los coches?
Pappo: Me crié en un taller mecáni­co. Cuando puedo, si tengo tiempo, co­rro. Lo que pasa que como ahora estoy haciendo la serie “Carola Casini”, eso me quita tiempo en la semana.
Noticias: ¿Por qué decidió actuar y no ser un actor?
Pappo: No hay que buscarle tantas vueltas a la pregunta, pienso. Hay que participar en una serie, no fingir ser un actor. Es obvio que si me llamaron para “Poliladron” y después vieron que tenía posibilidades...
Noticias: ¿Le gusta actuar?
Pappo: No me disgusta. Es divertido.
Noticias: ¿Y el mundo de las actrices, modelitos...?
Pappo: No. Yo tengo novia, ni me fijo.
Noticias: ¿Hace tiempo que está en pareja?
Pappo: Sí. Bastante.
Noticias: ¿Con una rubia?
Pappo: No. Eso fue un lapsus. El amor va, viene. No le doy mucha impor­tancia a la pareja. Si estás, estás.
Noticias: ¿Vive aún en lo de su madre?
Pappo: Tengo una casa cerca. Al la­do. Y aparte vivo en el Tigre.
Noticias: ¿Quiénes son los grandes del rock ahora, aquellos con los que le gustaría tocar?
Pappo: Yo estoy conforme con “Riff. Si no estaría tocando en otro lado.
Noticias: ¿Y sus pares musicales?
Pappo: A mí me gusta ver otra clase de música que la que toco yo. Para que sea la misma, toco yo (risas). Veo a Lito Epumer, que es un guitarrista buenísi-mo. Y a veces subo a tocar con ellos. Los que están acá, ya están. Hay círculos.
Noticias: Si sale un disco de Fito Páez, ¿usted lo escucha?

Pappo: Ni lo tengo en cuenta. Para mí no existe. 


Revista Noticias

0756 - Litto Nebbia - 1997 - Las Aventuras de Ruben Rada & Litto Nebbia

Rada y Nebbia: Dúo en Blanco y Negro


I think I'm not too far away 
And I'll be back in very way 
Never forget me cause its true 
that I love you ohhh 
So many things I'd like to know 
Don't you prefer me like before 
I'm glad to know that you are not blue 
cause I love you ohhh 
Please write me dear that you'll be waiting 
Won't you please, won't you please 
Wait for me 
I think I'm not too far away 
And I'll be back in very way 
Never forget me cause its true 
that I love you ohhh 
Please write me dear you'll be waiting 
Won't you please, won't you please 
Wait form me 

(Hugo y Osvaldo Fattorusso)

El uruguayo y el rosarino editaron un elepé a dúo, el primero de una serie de encuentros especiales para el sello Melopea.

A diferencia de otros encuentros, el re­sultado ha sido equilibrado. La can­ción nostálgica de Litto Nebbia y el candombe alegre de Rubén Rada hallaron un punto en común en este disco a dúo que acaba de salir a la venta: Las aventuras de Rada & Nebbia. Aunque ambos acreditaban experiencias anteriores poco afortu­nadas (Nebbia con Zupay; Rada con Lerner) para esta ocasión; tomaron los recaudos necesarios: buscaron la tonalidad intermedia pero sin dejar de oponer la voz grave de uno con los falsetes del otro; se cuidaron de in­terpretar no sólo canciones propias sino de intercambiar papeles y hasta escogieron dos viejos éxitos del grupo Los Shakers, algo así como los Beatles uruguayos de fines de los se­senta, precursores del rock rioplatense. Un modo, a caso, de reen­contrar sus orígenes comunes.
“No hicimos el disco pensando en convertirnos en los nuevos Simón & Garfunkel”, dice Nebbia con su ha­bitual mezcla de mordacidad y hu­mor. A su lado, Rada asiente: “Es cierto que logramos que no predo­mine ningún estilo, pero a la vez respetamos el espacio de cada uno. Re­volvimos en nuestros cajones bus­cando los temas que mejor pudieran caber aquí”.
“Resolvimos no cantar al unísono porque es mejor que cada uno diga lo que mejor le cabe, así que ibamos decidiendo sobre la marcha: vos cantá esto y yo digo lo otro”, cuenta Nebbia. El resultado es muy bueno. Mucho, mejor que Nostalgias del Harlem español, su último disco.
El disco abre con un tema escrito por Litto especialmente para Rada (“Intro al Negro”) que concluye con una potente cuerda de tambores. Los otros temas escritos para la ocasión son dos instrumentales cuyos títulos se oponen: “Canción para ena­morar a las nenas” de Nebbia; Canción para enamorar veteranas” de Rada. Los dos temas de.Los Shakers (“Amaneciendo” y “Quieres por favor”) son de lo me­jor del elepé y están cantados en inglés. Hace unos años Jaime Roos otro uruguayo tradujo “Nunca, nunca, nunca” de Los Shakers, pero Nebbia y Rada sostienen que “si ellos triunfaron cantando en inglés cómo uruguayos, lo mejor es respe­tarlos; aún en inglés suena a rock la­tino”.


Las mayores rarezas del disco se encuentran en Nebbia cantando un clásico de Rada, “Ayer te vi”, y vi­ceversa: el Negro entonando “Cuando llega el ocaso”. Hay tam­bién una muy buena versión de “América suda”, una novedad de Rada, donde se lucen Ricardo Nolé en teclados y Beto Satragni en guitarra y coro, integrantes de su grupo. Otros músicos invitados: el baterista Horacio López, el bajista César Franov, el guitarrista Lito Epumer. Pero el mayor mérito del elepé es que las intervenciones ins­trumentales apuntalan la intención central, que es una colección de can­ciones.
No podía faltar aquí, tampoco, “Un hombre, un amanecer”, acaso uno de los mejores temas escritos por Nebbia en los últimos tiempos, cuya versión anterior data de 1981 y también fue grabado a dúo con Rada para el disco de la agrupación Buenos Aires Jazz Fusión, “En re­alidad —confiesa el rosarino— yo escribí esa melodía pensando en la voz del negro y desde entonces espe­raba que hiciéramos algo juntos.”
Las aventuras de Rubén Rada & Litto Nebbia es el primer disco de una serie de trabajos especiales a dúo que editará el sello Melopea y que continuará con un álbum entre Rada y Hugo Fattoruso (ex Opa y Los Shakers) y otro entre Nebbia y los hermanos Ingaramo, lideres del gru­po cordobés Los músicos del Centro. Más adelante Nebbia espera registrar con Fattoruso una serie de canciones del brasileño Antonio Carlos Jobin, con arreglos remoza­dos y especialmente escritos por ellos para la ocasión.
Fattoruso se encuentra en Buenos Aires desde el sábado pasado. Toca­rá el sábado en Obras junto a Jaime Roos y el grupo La Escuelita —que él encabeza— y se queda el martes, para terminar su elepé con Rada, que se llamará En blanco y negro.
En cuanto a las actividades solis­tas de Nebbia, su próximo elepé se llamará El hombre que amaba a to­das las mujeres, otro título largo co­mo es su costumbre en los últimos tiempos. “Será un álbum dedicado por completo a lo femenino: la mu­jer, la novia, la hija, la madre, la amante, la música, la tierra, la ban­dera, la pasión, la aventura”, enu­mera. No habrá ningún concierto es­pecial para presentarlo. En realidad,  hace tres años que Nebbia abandonó la costumbre de estrenar discos en salas teatrales como el Coliseo. La crisis económica y un cambio en su modo de enfocar el tema tuvieron que ver con la decisión. “Estoy en contra de las grandes presenta­ciones. Valen más muchos recitales pequeños que un esfuerzo colosal que nunca reditúa lo esperado. Lo mejor que puede pasar es que hagas .. tres funciones en el Opera y ganes 500 dólares. No tiene sentido”, dice. A cambio iniciará desde mediados de noviembre una minigira por Cór­doba, Santiago del Estero y Mar del Plata. A su regreso presentará el dis­co con Rada, tal vez en la Casona del Conde de Palermo.

0755 - Sumo - Llegando Los Monos

Sumo y La Llegada de Los Monos


TOMA UNO está dedicada para que El Musiquero espíe los vericuetos de una producción de grabación acercando al lector datos, ideas y detalles que ayuden a desenredar los misterios que contiene un dis­co.
Misterios, bah!: cada grupo, cada música requiere una forma diferente de encararla pro­ducción, pero, ¿en qué consiste esa forma, ese como? Despues de haber emborrachado total­mente el cerebelo del lector con litros y hecto­litros (Héctor cuanto???) de MIDIS, secuencers, sincros y otros vinos finos en el reportaje al fla­co, Toma Uno dedica este número a una pro­ducción totalmente diferente en cuanto a graba­ción se refiere: Sumo y su segundo album.
Lo están haciendo en Panda, uno de los mejores estudios de la zona intergeneralpázica, con el experto comando consolar (de consola, no confundir) de Mario Breuer, conocido ya por innumerables trabajos.


Cuando le dije a Petinatto que venía a captar el “concepto" de grabación de este disco, puso cara de Jaroslavsky y empezó a caminar nerviosamente por el estudio (una onda futuro papá) mientras se atusaba la twin-barba. Final­mente Luca nos llevó hasta la sala de la batería para que, cómodamente despatarrados entre los cables de una Simmons comenzáramos a charlar del tema. Toma la palabra el diputado Petinatto: "la idea era hacer la continuación del disco an­terior a nivel de la crudeza, pero bien hecho. En el primer disco no estábamos muy conformes y creo que algo pasaba con ¡os monitores porque cuando lo escuchábamos en otro lado que no fuera allí no sonaba para nada lo mismo”. “Además”, sigue Peti, "en el disco anterior to­do fue grabado por separado. ¡Hasta había te­mas en donde grabábamos los platillos por sepa­rado! Ahora grabamos todos juntos y es una si­tuación totalmente diferente.”
El senatore Luca Prodan toma la palabra: "claro, es que Sumo es un grupo que simplemente suena. Yo cuento’ one, zeig, tres, cuá’ y Sumo suena. Aparte no nos olvidemos (le dice al diputado Peti) que estuvimos en Cór­doba ensayando unos 15 días en las sierras y sumado a esto que venimos trabajando en nuestro estudio”. Sumo cuenta desde hace poco con un peqpeño estudio de 8 canales donde van proban­do las cosas. Sigue Petinatto: “también usamos ¡a batería electrónica Simmons y hay algunas cosas hechas con la guitarra Roland 707 (Sinty). Como "detalle”, que se yo... te podría decir que "hay doblajes de saxo” pero no tiene sentido ni siquiera mencionarlo. Mario nos deda: "Loco, ¡ustedes están en uno de los estudios que mas procesadores tiene ¿y le ponen nada mas que un poco de delay a la voz?!" Sabés que cosa es sí dato?: la elección de Mario como técnico. Al en­carar la grabación nosotros pensamos en él por­que es 'mas Sumo!, es mas para el sonido nuestro. No se si Marianito (López), por ejemplo, sería apropiado para nosotros. Este es un disco SECO, mas pegado en el parlante que todo ese Musak moderno que tienen general­mente los grupos de acá".
Hablamos después con Mario Breuer: "para grabar a Sumo opté por una política no de sonido individual, sino de grupo. Trabajé sin ecuali- zaciones, ,sin compresor, sin compuertas, usé micrófonos" ambientales, tomé por equipo instrumentos como el bajo que en generral se toman por línea, aunque tuvieran ruidos o zum­bidos. En resumen: traté de evitar la acústica de estudio; la cosa era lograr el sonido en vivo. Pa­ra la batería acústica, por ejemplo, usé algunos micros ambientales, como el PZM, además de los habituales (uno en cada elemento).
Es decir que vos ponías un instrumento solo y el sonido no te convencía, pero armabas la mesa y se iba formando el sonido en grupo. Hasta en la mezcla se mantuvo el mismo princi­pio. Los chicos se pusieron medio intelectuales y corregíamos cosas con ecualizadón, dándole agudos a esto a lo otro. Finalmente les dije que me dejaran a mi armar la mezcla del tema y lo único que hice fue levania? ios atenuadores, y el sonido salió.
También en este discc se usó la tan nombrada batería electrónica RX-11 (Yamaha), es más: se usó el mismo aparato. Pero, a juicio de Mario esto fue una equivocación.
Fíjense una cosa: en este número de El Musiquero hay dos puntas: por un lado, Privé grabado con toda la alta tecnología de grabación, conexiones MIDI, secuenciadores y bases programadas "en frío” (ojo, por la programa­ción, no por el resultado). Por otro: Sumo tra­tando de plasmar su sonido en vivo sin siquiera ecualizadón. Un claro ejemplo de como produciones musicales dentro de un mismo ítem (rock, digamos) pueden tomar caracteres tan di­símiles. Y sonar fenómeno.

0754 - Charly García - 1985 - Piano Bar


E1 living de Charly es un rectángulo chico como una pileta, adonde hay que navegar entre instrumentos musicales para pasar a la cocina. Y lo mismo para acceder al esqueleto de sofá que está al ras del piso. Un lugar inhóspito y confortable a la vez. No hay ni siquiera una silla que ofrezca la comodidad estructurada y convencional de un respaldo. Pero, si uno se atreve a desgarbarse en el sofá/esqueleto -como lo hacen ahora sus amigos Javier y Nicolás- el lugar finalmente acoge a los invitados. La paredes están cubiertas de gestos exasperados pintados en aerosol. Cada tanto, se ve que la mano que pinta hizo un alto, poético, humorístico, para poner un acento de gracia, como el punto rojo que cayó justo en la mitad del piano.
El departamento, en verdad un semipiso, está en un edificio clásico y antiguo, ubicado frente al shopping Alto Palermo. Llegar allí para entrevistar a Charly García requiere que una serie de factores se den al mismo tiempo: que alguien atienda el teléfono, que él tenga ganas, y que las personas que giran a su alrededor consideren que el músico está atravesando un momento adecuado. Ese momento, dicen sus allegados, suele llegar cuando se des¬pierta después de dormir durante uno o dos días segui¬dos, tras una vigilia igualmente prolongada. “Dejá que pasen unos días. Ahora está intratable", fue la recomendación recibida por VIVA ante el primer intento.


Hace más de dos décadas que la figura más influyente del rock nacional tiene presencia continua y polémica en el espacio público argentino. Vocero frecuente de lo que muchos sienten pero jamás se animarían a decir, Charly siempre se las ingenió para mantener viva esa llama rebelde que se supone que es el rock. Y, mientras tanto, dio motivos para que sus allegados y seguidores se preocuparan seriamente por su salud física y mental. “Pero este tipo ¿es o se hace?”, sería la duda recurrente que queda flotando entre miles. Al mismo tiempo, Charly parecería retrucar: "Pero éstos ¿son o se hacen?". Para muchos, su conducta es inaceptable. Para otros tantos no es más que un ejercicio de libertad.
Durante el encuentro, que finalmente se realizó en la tarde de un miércoles imposible, Charly se revolcará en su cama, tomará whisky, afirmará que sólo confia en prostitutas y policías y que jamás tuvo una idea propia. La persona que emerge de un largo sueño, se divierte desafiando, descolocando y enredándose en sus propios juegos de palabras y significados; alguien que disfruta generando el caos pero que, cuando parece que todo está por irse al demonio, retiene el control de la situación. La charla, que duró varias horas, transcurrió en su dormitorio, con su propia música sonando por encima de las palabras.
En contraste con su aspecto de hace un tiempo, se nóta ¡ que subió de peso. En la habitación no hay muchas cosas, I excepto un equipo de música, un puñado de compact dikcs desparramados y una botella de bourbon en el piso. En ;un estante, apenas la figura de un angelito pintada con aerosol rojo. Más que la habitación de una superestrella del rock en español, parece el cuarto de un adolescente en cri­sis de rebeldía. Charly, disc jockey de la entrevista, cambia de canciones para ilustrar un punto de la conversación o, simplemente, porque quiere. Y sube o baja el volumen según su atención se interese más en lo que suena que en lo que se habla. "Angeles y predicadores -dice, recostado, refiriéndose al tema de su disco Tango i que sale por los parlantes- se parece mucho a la música de Marilyn Manson.” En los últimos meses Charly viene expresando su admi­ración por este músico norteamericano, que provocati­vamente se rebautizó con el nombre de la más famosa diva suicida y el apellido de Charles Manson, el más detes­tado de los asesinos seriales. Marilyn Manson también se declara seguidor de cultos satánicos, invoca al anticristo y proyecta una imagen travestida, destinada a producir impacto. En verdad, no es más que un nuevo fenómeno musical que se transformó, de manera efectista, en una nueva fórmula para los negocios del rock. Y tanto le gusta a García este norteamericano que lo invitó a participar en su nuevo disco, que pronto grabará en Miami. “Marilyn tiene 'algo', es un artista. Es raro -subraya esta palabra-, lo cual es condición sine qua non para que a mí me guste algo. Marilyn usa símbolos como el satanismo para llegar a un punto al que también yo quiero llegar. ” Habla de aquello que todavía pueda ser transgresivo.

Entre los graffítís de la pared del living de su casa hay una cruz esvástica pintada en plateado. En cualquier otro contexto uno asociaría ése símbolo nazi con asesinatos, discriminación y estupidez. Pero ésta es la pared de Charly, y nada debe tomarse de manera literal. A él le gusta encontrar la llaga y meterse en ella. Nos tiene acostum¬brados a esperar eso. Es un maestro malabarista de metáforas y símbolos, que en sus manos se reformulan en nuevos mensajes. Y, experto en generar desconcierto, dispara: "Mi nuevo grupo se llama Leonor Manson. En el bajo Mónica Hitler, en la guitarra Susana Astiz, en el violoncello Amalita Von Quintiero, en la batería Graciela Mfano. El longplay que estoy haciendo se llama Manson y Tranquilo."
A veces, lo que dice parece estar codificado para que lo entienda solamente quien lo conoce de cerca y sigue sus procesos de pensamiento. Estas declaraciones, en las que se mezclan discurso público y referencias a sus allegados íntimos, están relacionadas coñ sus propios vaivenes internos, con sus enojos y sus pasiones. Pero él no se molesta en explicarlo. Habiendo sido comparado con Gardel, llamado procer, mito argentino y portavoz de nuestro inconsciente colectivo, su mundo aparenta ser un sinfín entre vida privada y pública. Para cualquiera, eso sería agobiante. Pero él parece adorar y detestar la situación a la vez. Su condena, al igual que la cruz que carga Diego Maradona, podría resumirse en la misma frase que grafica su victoria: “Ya nunca volverás a ser anónimo”.
Charly habla en metáforas verdaderamente comprensibles sólo para quien sabe mucho de él. Pero las lanza al mundo como un desafío: entendé si podés. ¿Cuál es, entonces, el mensaje de tanto coqueteo con lo tenebroso? Paran las risas. Ahora su tono es grave y lento: “Que si la ‘nada’ avanza es porque la gente no tiene fe”, dice. Y remata la respuesta con un silencio, mientras se acerca de tal modo que su nariz queda a tres centímetros de quien lo entrevista. Inmediatamente se arremanga para mostrar una marca en su brazo. Otra vez la esvástica. "Es una joda.... Pero asusta a la gente. ¿Cómo puede ser que esto asuste?,” dice, exhibiendo la provocativa marca.
El rocanrol nadó unido a la transgresión: quebrar reglas en busca de mayor libertad. Sin embargo, la sociedad desarrolló mecanismos para devorar y digerir la transgresión, incorporándola como un objeto de consumo. Si a fines de los años 70 el movimiento punk marcaba un territorio propio con alfileres de gancho atravesados en la nariz y pelos que desafiaban la gravedad, unos años más tarde todo eso ya era moda. A principios de los 90, en tanto, había jóvenes que se tatuaban y se agujereaban el cuerpo argumentando que el derecho a alterarlo, aun a costa del dolor, era una declaración de libertad. Hoy, se puede conseguir un tatuaje o un arito en el ombligo en cualquier shopping. Pero, si shockear es algo cada vez más difícil, Charly parece lanzado a investigar cuál es el límite.
El mensaje que Charly quiere transmitir es que el verdadero horror no está en el gesto de un músico, sino en vivir sin creencias ni idealismo. Para eso recurre, como tradicionalmente lo hizo el rodc, al simbolismo y a la confrontación. Aunque, con el tiempo, el rock también se diluyó en fórmulas vacías y reiteradas. La idea de él es, entonces, encontrar un punto que todavía provoque conmoción. Shockear para decir: “Las cosas no son como parecen”. O shodcear porque sí, como si fuera un deporte. “Se usan símbolos (se refiere a la esvástica, por ejemplo)... Y si usas uno de esos símbolos, tenes que estar muy consciente de lo que estás haciendo. Porque estás jugando con juego...”
Harto que los medios pongan énfasis en sus aspectos oscuros, Charly cambia súbitamente el dima y, en tono deliberadamente plácido, aclara que prefiere elegir la vereda luminosa de la vida. “Mientras tanto, yo la estoy pasando muy bien. Todo es maravilloso, hay que disfrutarlo, esto es el paraíso”, afirma casi sin ironía. Y agrega: “Porque es loque hay”. Y hace una pausa.
El hablar de Charly esta punteado por silencios teatrales, como quien remata una broma o redta un poema. Pausas que piden: pensá. “Hay gente que elige sufrir. Por ejemplo, si hay un lado de la calle que es horrible y otro que es lindo, eligen ir por el horrible solamente para criticar a los lindos. Las culturas más pobres de intelectualidad y espíritu matan a las más ricas. Siempre fue así. Entonces, Marilyn Manson es una advertencia: ‘Ojo porque vamos a quemar todo’."Otro silencio, esta vez más largo.
Conversar con Garda es asistir a su propia puesta en escena, que parece una montaña rusa construida de distintos climas emocionales. Pasa de la seriedad intensa a la soma y d absurdo cómico; de una actitud hostil o incomprensible al Charly inteligente y tierno. Ahora se acuesta en su colchón y se muestra, por el momento, desintere­sado en contestar preguntas más o menos formales acerca de su próximo proyecto. Retruca, juega con las pala­bras, mientras sus amigos se alternan para entrar, que­darse un rato y salir de la habitación. Uno de ellos, recién salido de la adolescencia, se sienta en el piso y lo escucha como a un gurú. Su jefe de prensa merodea sereno con aire de asegurarse de que esté todo bien. Otro, mensajero eventual de la empleada doméstica, llega desde la cocina para saber si Charly prefiere milanesa con papa o bife con papa. “Cé igual”, será su respuesta.
La música sube de volumen. La conversación serpen­tea de tema en tema, impulsada por asociaciones Ubres, bromas y formulaciones destinadas a descolocar. A la pre­gunta acerca de quiénes son sus pares, con quiénes se comunica, replica: “Con las prostitutas y los policías. Y aun­que trato de ampliar mi círculo social, no lo logro”. Pero Charly no pierde de vista que todo aquello que dice será impreso, que los medios masivos son parte del lienzo en el que pinta. Sabe que la prensa espera de él citas dramáticas e imaginativas. “¿Vos te creés lo que acabo de decir? Es una buena declaración, y la tenía que hacer algún día. ¿Querés más?" Reclinado, en un tono casi agresivo, lanza una enu­meración de frases recitadas de una manera tan rítmica que parecen el germen de una nueva canción: "No creo en nadie que no se emborrache nunca. No creo que haya que sufrir. No creo que haya que mentir. No creo que haya que adaptarse al submundo de no jumar, de no tomar café..."
Charly ataca contra todo aquello que percibe como una obsesión por la salud y el cuidado. Desde una perspectiva influida por el culto a la individualidad y el machismo -típi­cos de cierta veta del rock- defiende el derecho a la nicotina y patalea contra los límites y hábitos necesarios para enfren­tar a la epidemia de sida. “Antes, el amor libre era bárbaro, y hoy... ¡No se puede, loca! ¡Ojo! Estoy a favor de la prudencia porque, en su medida y armoniosamente, como decía John Stra- vinsky (la frase, en realidad, pertenece a Juan Domingo Perón), se puede hacer todo. Pero yo me he encontrado en Miami con un aduanero que me revisaba los cigarros y que quería que los destruyera. ¡Yse la creía! Así, hay mucha gente que se adapta a una subvida que es como bañarse con paraguas. ” Consciente de estar promoviendo el riesgo, se apura a aclarar: “Porfavor que no se me malinterprete. Porque kamikaze suicida no soy.
Y  que cada uno haga lo que quiera”.
Entra Miguel, el hijo de Charly, que tiene 20 años y vive en el mismo edificio que él, pero dos pisos más abajo. Interrumpe la charla porque necesita hablar urgente con su padre. Y en privado. Charly protesta un poco, pero acepta. Miguel, un chico amable de melena lánguida y mirada inteligente, es uno de los puntos luminosos en la vida de García. Cuando habla de su hijo la voz le cambia, se le satura de sensatez. “Está bien educado. ¿En qué con­siste la buena educación? En dar el ejemplo. Y en poner un poco de agua, porque laplantita crece sola.” Acerca, de su relación actual con Miguel, Charly explica: “Somos dos, vivimos juntos y tenemos una visión muy definida de cómo es el asunto. Obviamente, ápartiapa más que cualquier otro chico de los proyectos de su papá, que tiene 46. Yo, a su edad, no participaba de los proyectos de mi viejo. Recién nos jun­tamos en otra época de la vida”.
La conversación es caótica y, por momentos, viene con­dimentada con desafíos del tipo: “Yo no invento nada; no tengo ideas; todo lo que digo lo leí o lo vi en una película" y “odio a los músicos, a los actores y a los creativos publicita­rios”. Si por momentos Charly parece perderse en el laberinto de süs propios devaneos, es evidente que mantiene un ojito controlador sobre todo lo que está sucediendo.
Y   se divierte manipulando el desconcierto que provoca. Sobre su relación con la prensa, explica que la usa para mandar mensajes a sus amigos. “Para hablar con Merce­des (Sosa) me comunico así. Y lo que le diría es: ¡Eh, mère, ganamos! O ¡I love you! Cosas de esas que se le pueden decir a una mujer tan linda. A la Negra la adoro como amiga. Vino con una serie de planes que... ¡te encargo! El disco, Casquín, la presentación en el Lincoln Center y una serie de proyectos que se cumplieron, mientras que la gilada andaba diciendo que yo...” (hace gestos que implican estar mal).
Vuelve a entrar su amigo Javier, esta vez a buscar plata. Charly saca del bolsillo un rollito de billetes agarrados con una gomita y le da. ¿Cómo se maneja con el dinero? “Gasto más de lo que tengo, así parece que tengo más. Es difí­cil guardar porque se la lleva la disco. Y el Fisco." El que entra ahora es Coy Páez, amigo, diseñador gráfico, músico y productor ejecutivo del nuevo disco de Charly, que se llamará El Aguante. Pero ¿qué es El aguante? Charly se yergue en el colchón y, acercándose nuevamente a pocos centímetros, dice con una voz tan baja y llena de inten¬ción, que asusta: “El aguante es eso que me dicen: 'Aguante, Charly’. El aguante es un rockanrol, como podía ser ‘Satis- faction’, de Los Rolling Stones. Me dicen cosos; ‘Idolo, monstruo, vieja, loco’ (loco tu abuela). Y uno recibe. Lo del aguante, lo entendí. Sentí que le estaba haciendo el aguante a Say No More, mi último proyecto",
Y ¿qué fue de Say No More? A pesar de haber sido mal recibido por la mayoría de la crítica y con indiferencia por parte del público, Charly insiste en que es una obra insuperable. Dice que no fue entendida y el fracaso lo enoja. Say No More es también la marca de un proyecto más amplio: un espacio de producción independiente también abierto a otros artistas. La concepción de esta idea, elaborada con una socia, terminó en un escandalete que fue generosamente dramatizado y expuesto en la prensa: celos entre Charly y el marido de su socia, el también músico Andrés Calamaro.
"El aguante es levantar la mano porque tenés ganas de hacer pis y que la maestra no te mire. O estar en la silla y que venga un tipo y te cague a trompadas. Oirá buscar laburo y no encontrarlo. O esperar un beso y que no venga. Y... ¡aguante, loco!" La tapa del disco tendrá la imagen de tina persona atada a una silla, a quien están por cachetear. En el reverso, habrá alguien esperando un beso que no llega. “Ya tengo dos temas, El aguante y Kill my mother (mata a mi madre) O sea, matá cualquier cosa menos a mí, porque hay gente que hace diez años que está tratando de matarme y no lo ha conseguido. Je... Je..." Estas últimas ono- matopeyas de risa no suenan nada graciosas.
Mezcla de resignación y esperanza, el aguante es un estado de ánimo con el que tal vez muchos argentinos se identifiquen; un tiempo de espera entre triste y optimista, muy acorde a un fin de milenio. El aguante tiene poderío, deriva precisamente de saber cómo esperar ¿El aguante está generalizado? “Sí, pero el que da la cara soy yo. Hay cosas horribles que han pasado, espantosísimas y yo estuve ahí también... El aguante es como Serú Giran, venían a los shows a hacer el aguante. En un momento era contra 'eso' (se refiere a la dictadura). Venían a escuchar música pero también venían a putear. Y cuando se querían llevar a uno yo agarraba al cana de los pelos..."
La conversación sigue a los tumbos, se pierde entre silencios y malentendidos. En la música de fondo se escucha la letra de una de sus canciones: "¿ Qué quieren más de mí? ¿Qué es lo quieren más de mí?”. Ahora se está inquietando y sus respuestas se tiñen de agresividad. Mil veces entrevistado, le parece que esta nota se está desarrollando en forma poco ortodoxa y le preocupa no poder predecir cuál terminará siendo su contenido. El clima es cada vez más eléctrico. Aterradora, una tijera vuela por el aire y se clava certeramente de punta en una madera. "Hago esto a menudo", dice. El ambiente es tenso. Charly decide secuestrar el casete que grabó la conversación. Lo inserta en su equipo, pero del otro lado. Y al escuchar una voz que no es la suya... se enfurece más. Se para. Camina de una habitación a-otra, hostil y enfurruñado, con el casete en la mano. Estamos casi solos: Javier, que continúa en su puesto con los huesos incrustados en el rincón izquierdo del sofá/esqueleto, se encoge de hombros y, filosófico, asegura: “El es así... hay que pasar la prueba”.
Minutos después,, se asoma un Charly vulnerable, infinitamente serio. No hay sarcasmo ni juego cuando dice en voz bajita: “Y... loca, yo no te conozco, pero vos venís acá, te metes en mi casa... Y yo no sé... ”. En su mirada hay complicidad pero, más que nada, hay cansancio. Se puede deducir que es por el escrutinio, la crítica féroz y las expectativas de que siempre revele alguna verdad... al fin y al cabo, sobre nosotros mismos.
"Charly vive expuesto -dirá más tarde Coy Páez-, Nunca lo vi con un escudo, poniendo distancia, eso no está en su esencia. El sale a la calle, los vendedores lo conocen, va a tocar rocanrol en un lugar chiquito y sucio con las mismas ganas que tocaría para cincuenta mil personas. El no es como uno de esos artistas famosos que se preservan, que tocan sólo en condiciones ideales. No le importa nada de eso, está más allá. Por eso, el ida y vuelta que tiene con la gente lo tiene de verdad. García sabe qué pasa en la calle. ”
Todo cambia. De repente, Charly ha optado por confiar: el casete está nuevamente en su lugar. La prueba pasó. Ahora exige preguntas puntuales, acotadas.
¿Cuáles son las características de tu nuevo proyecto y cómo se relaciona con proyectos anteriores?

Hace mucho que noto que grabar un disco es un hecho cada vez más antiartístico, antifilosófico, antimusical y antítodo. Los estudios de grabación se han convertido en una especie de fábrica o clínica. Hay un cierto método para hacer un disco y Say no more es todo lo contrario: en vez de hacer un boceto inicial, mi propuesta es pintar directamente de la mente a la tela. Como si fuera antimúsica. Por ejemplo, llamo a un tipo para tocar la cítara pero no le digo lo que estamos haciendo. Le doy ciertas referencias y los músicos tocan por instinto. Después, lo mezclo y hago de eso la gran pintura.
García hace una pausa, como quien chequea cuánto interés despierta su charla. Y sigue: “No soy el único que piensa así: hay grandes músicos que hacen sus discos en un estudio casero. Yo toco y ni escucho lo que toco. Pero ojo: esto no quiere decir que no sepa lo que estoy haciendo. Es un caos