0742 - Django Reinhardt & Stephane Grappelly - 1988 - Souvenirs

La Stradivarius Del Jazz

Selmer: la sabia maestría del luthier italiano Mario Maccaferri dio origen a una guitarra de jazz con aire de leyenda desde la década del treinta.

Cuerdas de metal, cuerpo y alma de madera, sonido incomparable.

Los fanáticos de la Selmer modelo Django (por el gran gitano que la hizo famosa) podrían sintetizar de ese modo las virtudes, de una guitarra que hizo, época tanto por su sonido cuanto por el clásico aspecto de su corte recto para el punteo en agudos.  Se ha escrito mucho sobre esa guitarra fabricada en Francia, pero diseñada por un gran luthier italiano, Mario Maccaferri, recientemente desaparecido (murió a fines de 1993). Y siempre se puso el acento en la singularidad de su sonido. Pero nada refleja mejor su fama que una célebre anécdota del propio Django Reinhardt. 

La recogió én pérsoná  uno de los  grandes historiadores del jazz, él francés Charles Delaunay. Era en 1946, recién concluida la Segunda Guerra cuando Reinhardt  llegó a Estados Unidos para tocar nadá menos que cón Duke Ellington. 

Bohemio , como era, Django viajó sin ínstrumento, confiado en encontrar uno de su agrado en la patria del jazz. Su sorpresa se convirtió en desesperación cuándo  tras probar una  tras otra; con urgencia. Tuvo que pedir “traigan mi  Selmer de París”, Y le comentaría luego á su amigo Delauhay: “Todos los  guitarristas américanos  querían tocar, con mi guitarra Con ella se escuchan las cúerdas como se escuchan en un piano. No me hablen nunca más de estas guitarras americanas con sonido a láta”.

Un sonido único

El comentario podía ser exagerado. Pero no falso. Quienes hayan escuchado alguna vez una Selmer de jazz acústica pueden atestiguar que un sonido extraordinariamente rico surgía de esa boca oval que la caracterizaba.

La causa no era fortuita. El gran hallazgo del luthier Maccaferri, que trabajó con  la casa Selmer de París entre 1930 y 1934 y dejó unas 1000 guitarras que hoy son piezas de colección, consistía en una caja de resonancia en el interior de la caja de la guitarra que le confería esa pureza y sonoridad excepcional.

Maccaferri, un virtuoso guitarrista además de luthier, había desarrollado una teoría propia: que las guitarras pierden parte de su sonoridad porque al apoyarse sobre el cuerpo del guitarrista, ese contacto apaga en parte el sonido.

Como diseñador experimental construyó entonces una guitarra que llevaba adosada a la tapa del instrumento una suerte de guitarra interior que no tocaba la pared posterior del instrumento. A esa innovación agregó una boca de salida en forma, de D mayúscula, de grandes dimensiones.

El resultado fue sorprendente. Y la consagración llegó de la mano de un virtuoso tan único como esa guitarra de excepción: el gitano belga-francés Django Reinhardt, que revolucionó la música de jazz con su célebre quinteto del Hot Club de Francia.

Tanto Django como su hermano Joseph y los otros dos guitarristas que acompañaban al violinista Stephane Grappelli utilizaban sendas Selmer modelo jazz 503, la pieza máxima de la creación de Maccaferri.

Lamentablemente, la colaboración entre el  luthier italiano y el señor Henri Selmer, dueño de la casa francesa, duró poco. En 1934 se separaron, y las guitarras Selmer, que hasta entonces llevaban también la inscripción Maccaferri quedaron como Selmer a secas.

Pero la leyenda quedó en pie desde entonces. Una Selmer es para los coleccionistas de guitarras de jazz lo que un Stradivarius para uno de violines o una Ferrari para uno de automóviles.

El que las escuchó lo sabe.

La Nacion Espectaculos
Germán Sopeña

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