viernes, 2 de febrero de 2018

0746 - The Rolling Stones - 1997 - Bridges To Babylon

Entrevistas Exclusivas a Keith Richard & Mick Jagger



Los Stones, No tenemos que pedir disculpas por ser los más grandes.

Cuando tenían. 20 años le sacaron la lengua de la sensualidad y él desenfado al mundo. Hoy, por encima de los 50, siguen gustando... y facturando. Sin vergüenzas

La gira que traerá por segunda vez a los Stones a la Argentina comenzó el 23 de setiembre en Chicago. A diferencia del tour anterior, (os números indican que en Estados Unidos visitarán menos ciudades y harán menos conciertos... pero recaudarán más. ¿Cómo se explica? Estadios más grandes y entradas más caras (39,50 y 70 dólares contra 25 y 50 en 1994).

Con Inusual velocidad para el promedio stone, Kelth Richards y Mick Jagger más Charlie Watts, Ron Wood y músicos invitados grabaron su nuevo disco entre abril y mayo del 97. “Bridges to Babylon”, considerado el mejor de los tres registros en estu¬dio lanzados por la banda en la última década, ya vendió 120 mil copias en la Argentina.


"Bueno, sí... Aquí estamos esperando a Mick Jagger.” Carlos es periodista, aunque más es mexicano y por sobre todo es stone. Le habla con cavernosa seriedad a su grabador profesional, pero ni su campera de cuero ni su jopo de peluquería dejan lugar a error. El está donde cree que hay que estar. “Si vuelvo sin esto, me cortan los huevos”, me dice, y vuelve a probar el aparato. Tendrá oportunidad de hacerlo no menos de 150 veces en las cinco horas de espera que, recién al minuto 301, averiguaremos que nos demandará acceder a nuestras respectivas entrevistas con Mick Jagger y Keith Richards. A su lado, José: calvo al huevo, regordito, también mexicano y un poquito menos stone. Escribe con nervio uno, dos, tres carteles que le permitan llevarse saludos de Keith Richards más o menos dichos en español para su radio. "Disculpen que no hable”, habla por un instante. "Pero me estoy haciendo encima. De miedo.” Oh, oh.
Tarde de viernes bajo las cinco estrellas del Ritz-Carlton en un exclusivo suburbio de Palm Beach, Estados Unidos, al sudeste. En algún piso de este palacete todo lujoso están vaya uno a saber haciendo qué Los Rolling Stones, cuarta década. Marchan con viento a favor por la mitad de su tercera gira mundial en menos de diez años. Es la hora del té y la carta del hotel ofrece diez variedades servidas en porcelana pintada a mano del siglo XVIII, 35 dólares por persona. Bajo una araña de cristal en la que alcanzo a contar 40 caireles, varios presentadores y pocos periodistas llegados de México y Brasil intentan que el tiempo pase escuchando los distintos sonidos del líquido. Lluvia marina, detrás de los ventanales. Vino fuerte, en las copas mexicanas (van por la tercera botella de una merienda que incluye carnes y ensaladas). Té frío y copioso, en las tazas brasileñas.
Llevo horas riéndome en mexicano, bebiendo en francés (agua mineral) y esperando en argentino. Bondades de la globalizadón, convocado por un banda inglesa y hospedado por una cadena éstadounidense. A finales de enero, Jagger y Richards volverán a recorrer Latinoamérica y quieren hablar. O eso dijeron, porque ahora d enjambre de asistentes que se encarga de correr, limpiar y barrer para que no den ningún paso en falso transmite mensajes cruzados. Sus Majestades Satánicas sólo están en contacto, directo con sus mánagers personales (Tony, el de Jagger, tiene los ojos de Anthony Hopkins pero la mirada de Peter O’Toole; Jane, la de Richards, se pasea con Dalila, una perrita ¿pequinesa? a la que el botones dedica, cada vez, una reverencia), quienes a su vez sólo están en contacto directo con los publicistas de la banda (Sherryl y Drew). A través de celulares, ellos se comunican con las representantes inglesas del sello (Carolyn y Hellen), quienes también a través de celulares se comunican con las representantes norteamericanas del sello (Lisa y Sara). Por fin, ellas hablan con el enviado argentino de la compañía discográfica (Tomás), que viene y me dice... que hay que esperar. La burocrada aplicada al rock.
Al rato, estamos instalados con Carlos (el del jopo) y José (el que se hace encima) en una salita decorada para la ocasión con el gusto de una pitonisa. Mesa de vidrio con bola de cristal al centro, lámparas y sillas imitadón Phillipe Starck, cortinas negras, un símil Miró ¡bordado! y una bandeja de dulces. Verdes y redondos, los dulces inspiran a mis acompañantes mexicanos insólitas, hilarantes sospechas. “Deben tener LSD”, árriesga uno. “Sí, pero sólo los que están de su lado", concluye el otro.
El alguna vez chico malo del rock’n’roll está más grande y menos rebelde que nunca, pero sus labios carnosos y lascivos cuelgan todavía allí. Mick Jagger lleva con amanerado porte sus 53 años, todo vestido de suave y de verde. Cruza las piernas y deja los calcetines a la vista. Te mira, te corrige, fuerza la sonrisa cuando se acabó la frase. Deja irreversiblemente en claro que, si fuera por él, no estaría aquí. Y menos para hablar de Los Rolling Stones como de un negocio. Sin llegar a enojarse, cuando se le propone hablar en efectivo cierra la caja. Su fortuna personal se calcula en 160 millones de dólares. No fuma, no bebe y prefiere que tampoco lo hagan delante de él. Acaba de ser padre, del cuarto hijo de su matrimonio con la supermodelo Jerry Hall, con quien lleva 21 años de relación y 6 de matrimonio. Cuando uno de sus asistentes viene a avisarle que el tiempo concertado ha llegado a su fin, se levanta y se va. Sin saludar.


A principios de los noventa parecía poco menos que imposible reunir a los Stones vivos en él mismo escenario. Hoy lo que parece imposible es que dejen de hacer discos y shows. ¿Será que estas giras se han convertido en una exelente excusa para estar lejos del tipo de obligaciones que te impone quedarte en tu casa, para ser el esposo de tu mujer, el padre de tus hijos y el abuelo de tus nietos?
Lo que decís es bastante cierto. De todos modos, uno sigue teniendo que hacerse cargo de sus obligaciones, con la diferencia de que así van en aumento y de que, tarde ó temprano, hay que enfrentarlas igual. Casi te diría que se duplican las cargas, por lo que, como forma de escape, no es del todo satisfactoria.
¿Sigue siendo tan emodonante para vos que un nuevo disco llegue a convertirse en un nuevo éxito de ventas?
¡Sí! Aunque con los discos pasa algo curioso. Hacés primero candones porque te gustan esos fragmentos de música de los que fuiste capaz y hacés después un disco porque te gusta el puñado de candones que tenés termi-nadas. Recién cuando se llega al final se comienza a dis-cutir cuál va a ser el single que se lanzará en promodón o cómo va a ser d video y, te soy sincero: no es la parte del trabajo que a mí más me gusta. La promodón se ha con¬vertido en algo tan importante que no sólo los rodeeros, sino también los actores y hasta los escritores, pasan sus vidas "promoviéndose”.
Cuando empezaste, tu visión del rock tenia las dimensiones del escenario del club donde iban a tocar la noche siguiente, mientras que hoy abarca países de todo el mundo, grande y pequeños “mercados". Qué diferencia, ¿no?
La música pop es, por definiaón, d reino de lo efímero. No puede sorprender, en consecuencia, que haya dado lugar a una industria inmensa, imprevisible y, a mi entender, inte¬resantísima. El rodc que hoy hacemos es teatralidad, esta¬dios, entretenimiento. ¿Voy a tener que pedir disculpas por¬que para hacer la gira anterior gasté 10 millones? Nooo... En ese sentido, Los Rolling Stones siempre fuimos consecuentes: nunca pedimos disculpas por ser los más grandes. Antes y ahora, siempre estuvimos ahí afuera con el mejor show... a un buen precio de mercado.
Hay quienes dicen que ustedes son tan buenos manejando el negocio que la fórmula para cerrar tráto con los empre¬sarios es más o menos: “El 99% de las ganancias es para nosotros y él 1% es para vos, siempre y cuando pongas la plata por adelantado". ¿Exageran?
-No entiendo el sentido de hacer esa pregunta.
Hablando sobre los Stones, escucho cada vez más a menudo la frase: “Buena música... pero mejor negocio”.
…….
Pasemos a otro tema. Hablemos de Inglaterra; hablemos de política.
-Cómo no.
Tony Blair, el actual primer ministro laborista, fue en su juventud un ¿mediocre? músico de rock...
-Bueno, no creo que esa haya sido su verdadera intención, pero entiendo lo que me querés decir.
¿No lo ves como una posibilidad de trabajo para cuando en el futuro decidas abandonar los escenarios?
-No, no creo. ¡Hay tantos tipos dispuestos a hacer locuras con tal de entrar! Además, no crea que sea un asunto en el que se pueda trabajar part-time. En Inglaterra hay sólo uno o dos actores haciendo política; no es un país en el que eso sea una costumbre. No funciona así.
Sin embargo, cada vez que te subís a un escenario demostrás capacidad como líder de una banda, de una audiencia.
-Pongámoslo de este modo: la política y el espectáculo tienen muchos puntos en común, pero no son lo mismo. Quizás haya una conexión más íntima entre la política y Hollywood en Estados Unidos, pero no es así en Inglaterra.
1997 va a ser recordado como el año en el que Inglaterra lloró a la pobre princesita. ¿Y vos ?
¿Yo? Obviamente me puse muy mal. Fue un hecho muy triste que afectó muchísimo al pueblo inglés,
¿Lloraste?
-Bueno... me puse muy mal. Lo que más me conmovió fue ver a tanta gente que no la conocía personalmente sentirse tan afectada por su muerte. La reacción de la gente, ingleses o no, fue muy emotiva.
¿Por qué creés que reaccionaron de esa manera?
¿Por qué la lloraron? Bueno, supongo que la respuesta más sencilla es "porque la querían”. ¿Por qué la querían?, me preguntarás. Algunos se identificaban con ella; otros la admiraban... Por lo que fuera, era muy querida. Era una figura pública y, sin lugar a duda, parte de la vida de Inglaterra.
Sigamos hablando de política, pero cambiemos de país: la Argentina. Allá fuiste a visitar al presidente Menem.
Correcto.
Habiendo reunido a 300 mil personas en el estadio de River, ¿eras consciente del impacto que esa visita podía tener en plena campaña política para lograr su re-elección?
Si sos un artista que está de visita en un país extranjero y un político te invita a que lo vayas a ver, está claro que para él es un tema político. No se trata de juntarse a tomar algo, ¿entendés? Pero también tenés que ponerte del lado de la persona que está de visita en el país. Queda muy mal si uno no acepta una invitación... del presidente de la nación. Si vas a  Londres y la reina te invita a tomar el té, queda muy mal que digas que no. Seas quien seas. Incluso en el caso de que veas a la monarquía como algo malo, ¡tenés que considerar esa invitación!
Bueno, existe más de una manera de decir que no.
Tenés que verlo desde mi punto de vista. Para mí fue fascinante ver al presidente Menem en su casa. ¿O acaso no puede resultarme divertido? Siempre me gustó ver a los presidentes de los países a los que vamos en sus casas. El presidente Menem estuvo muy accesible, muy agradable. Nos dijeron que teníamos que evitar la mención de ciertos temas: la guerra, Margaret Thatcher... Por supuesto, él fue el primero en sacar el tema. Fue muy gracioso.


Keith Richard:
El Mono tremendo: “Ese mono con artritis!" La frase salió de boca de un herido Elton John, a quien Keith Richards dedicó un irónico comentario “on the record” a la revista Entertainment Weekly sobre su especialización en escribir canciones sobre rubias muertas (por "Candle In the wind", dedicada originalmente por John a Marilyn Monroe y “reciclada” en homenaje a Lady Di).

Keith Richards entra a los tumbos y se va a los abrazos. Mal dormido pero bien bebido, llega a la entrevista luciendo lo que a esta altura bien puede llamarse su uniforme de combate: pantalones de cuero negro, remera hecha jirones, botas. Cadena, pulsera, anillos. Su rostro merece un mapa. Lo acompaña un vaso a tope con un líquido viscoso, anaranjado, fosforescente y un paquete flaco de cigarrillos rubios. Al tercer intento, logra encender el primero. Cuando 15 minutos después de los 15 previstos entran a decir que la entrevista terminó, se queda otros 15. Me pregunta si creo que, cuando vuelva a la Argentina, le podré conseguir la misma habitación de hotel en la que estuvo la última vez. “No creo que haya problemas", le contesto y nos reímos. Se lamenta porque Jamaica, su equipo favorito para el Mundial de Francia, haya quedado en la misma zona que nuestro país. “Ustedes son candidatos”, me dice y nos reímos.

Me han contado algunas personas que trabajan con vos que hay una manera infalible de instalarte la sonrisa en la cara y es pronunciar la palabra mágica “Argentina”. ¿Exageran?
-Argentina... los amo y ellos me aman. Siempre la paso bien, en todas partes, pero no esperaba tanto. Nunca había tocado allá cuando fui por primera vez con mi banda, los Xpensive Winos. Estaban todos esos ricos a los que les gusta beber... Se tomaban todo. Un lugar con mucha gente, divertido. Fuimos muy bien recibidos. Buenos Aires... yo podría vivir ahí.
¿Hay mudanza a la vista?'
Lo consideré, pero después pensé en todos esos chicos gritando: “¡Richards! ¡Olé olé olé!". No sé si podría vivir eso todos los días. Es muy lindo, pero...
¿Por qué creés que generás tanto entusiasmo en tanta gente?
Creo que existe una relación especial entre el público y yo, porque ellos saben que hice de todo. Saben que estuve en problemas, pero que también pude salir. Algunos me alientan para que siga adelante, probablemente porque suponen que, mientras yo aguante, ellos van a seguir aguantando.
Muchos sostienen que tu apariencia y tu actitud son el paradigma del auténtico rockero. ¿Te honra que piensen eso?
Nadie estuvo tanto tiempo en esto como yo, y si hay alguien sólo puede ser negro …. lo que es distinto. Es una cuestión de principios, nunca me echo atrás. Siempre hacia adelante, aunque mueras en el intento.
¿No te parece que el rock ya no es el desafío apasionante que fue en los sesenta o setenta?
Es difícil saberlo. Obviamente está toda esta estructura... Y todo el tiempo que transcurrió hace que hoy sea algo más común y no le des tanta importancia a quién es que va a tocar. Pero con los fans que yo tengo, todos los shows son como si fuera el primero. No ando por ahí diciendo: “Uh, siempre lo mismo. ¡Qué aburrido!”. Ni siquiera cuando empiezo a tocar el riff de Satisfaction, qué algunas veces me sale mejor que otras...
Muchos opinamos que Los Rolling Stones estarían mucho mejor sin tanto espectáculo de relleno.
Todos estamos de acuerdo, incluso Mick. Cuando uno empieza una gira, especialmente yo, trato de que la diferencia entre el espectáculo y el sonido no sea abismal. Pero es muy difícil dominar un espectáculo, porque siempre lo veo como con ojos de caballo... Los ojos de un caballo en la oscuridad, que brillan ante cualquier cosa. Además, como uno trabaja al aire libre, una de mis frases predilectas es: “Dios se une al grupo todas las noches”. ¡Y eso con suerte! Porque él no ensaya, pero aparece en miles de formas. Nunca se sabe con qué te vas a enfrentar. Es uno de los desafíos, como también lo es tratar de hacer que ese lugar tan grande sea un poco más íntimo.
Hay que decir que buena parte del encanto del show lo aporta el fervor de la gente.
-La música le pertenece a la gente. Una vez que está al alcance de ellos, es de ellos. Sin la adrenalina, sin el entusiasmo que de ellos emana, no podríamos hacer este show.
¿No es curioso que vos alcances la paz cuando todos los demás se vuelven locos?
Para mí, el escenario es un lugar maravilloso. Un lugar de paz donde puedo descansar aunque esté saltando de acá para allá. Arriba, en el escenario, no suenan los teléfonos.
Supongo que los teléfonos que te deben molestar son los que te comunican con mánagers, abogados, contadores...
¿El mundo del espectáculo? El mundo del espectáculo, con toda honestidad, me da ganas de vomitar. Para todos se trata de la fama, de ser más y más. Siempre consideré a eso que se llama “el negocio” como úna herramienta. Es el precio que uno paga por ser parte de esto. Si no fuese famoso, si no tuviese que trabajar para la industria del espectáculo, entonces no podría ir a un estudio o a un show y tocar la música que me gusta.
¿Te afecta saber que hay gente que ya no toma en serio a Los Rolling Stones?
Creo que tenés que aceptar el hecho de que ahora estamos cubriendo varias edades. Miras al publico y ves todas las posibilidades generacionales delante tuyo. Ninguna banda ha durado tanto tiempo. Respecto de los que creen resultar graciosos riéndose de los Stones, tengo que decirles que podríamos haber escrito todas ésas bromas nosotros mismos.
¿Crees que hoy serías la estrella que sos de no haber mediado la obsesión por el negocio que caracterizó a Mick desde un comienzo?
Probablemente no, pero dudo de que él hubiera llegado, adonde llegó sin mí. Además, creéme lo de Mick y el negocio está un poco inflado.
¿Entonces eso de que él es el cerebro y vos sos el alma de los Stones no es cierto?
Es un cliché.
¿Has considerado alguna vez seriamente dejar de beber?
-La idea no es mala, pero ¿quién sabe si yo estoy, bebiendo? ¡Vengan a verme tocar! Cuando se me hayan gastado las pilas, voy a ser el primero en darme cuenta.
¿Tenés miedo a morir?
¿Conocés a alguien que no? He estado cerca, he tenido imágenes. Sólo espero que sea algo rápido.
¿Qué riesgos le podrías evitar a un chico que se te acerque atraído por eso del “sexo, drogas y rock’n’roll”?
Si el interés que lleva a alguien a acercarse a mí es ése, no me resulta nada interesante. Hay un demonio dentro de mí, y todavía anda dando vueltas... Pero, ya sin el efecto de las drogas, podemos conversar un poco más tranquilamente por estos días llegó un punto en el que me di cuenta de que el experimento había ido demasiado lejos. En esa situación, caminás una vez más por las paredes y después lo dejás de hacer. Pero resulta que la mayoría de los fans que se me acercan no vienen a buscar consejo... Muchos se acercan y te dicen que les gusta lo que hacés. La mayoría lo dice en serio, realmente lo siente. Entonces, uno se da cuenta de que tocó las vidas de otros. Y aprende una lección de humildad.

Fueron rebeldes, son millonarios, ¿serán eternos? Auténticos o ya casi no, la única certeza con la que me voy de la entrevista es que Los Rolling Stones pertenecen menos a ese pasado heroico que a este presente rentable. A los dos días, vuelvo a verlos. Esta vez, montando el caballo desbocado por la tecnología y el efectismo que tiene por escenario su nuevo tour. Como todo mito, son lo que la gente hace de ellos. Una excusa para el consumo, en Estados Unidos. Un punto de encuentro, en la Argentina. Mientras que para participar de uno de sus shows, en el Norte, hay. que comprar las entradas con planificada anticipación, llegar puntualmente y estacionar a 25 dólares la velada, en el Sur, un joven perdió su vida y otro su libertad en un macabro hecho de sangre. No habría que olvidarlo.

Pequeña coda:
HAY GORRO, BANDERA, VINCHA... Y TODO LO QUE PUEDAS IMAGINAR

¿Que te puedo cobrar?


Del “(No puedo conseguir) Satisfacción" convertido en grito generacional a fines de los sesenta a! “Satisfacción garantizada" que hoy encabeza el catálogo de artículos stones a la venta han recorrido un largo camino, muchachos. Tanta distancia como la que media entre los 359,99 dólares a los que se cotiza la campera de cuero marrón con la lengua en la espalda (el objeto más caro en oferta) y los 3,99 que cuestan los 10 palitos de incienso a base de sándalo “Bridges to Babylon” (el más barato). Son alrededor de 100 los artículos que, cada noche, se ponen a consideración en las tiendas de merchandising que acompañan la gira de los Stones por Estados Unidos. Este verdadero supermercado rockero y rodante propone remeras pero también corbatas, dos vasos para distintos tipo de alcohol, una silla, una lámpara, un set de tres pelotitas de golf y, ¡atención, fanáticos!, la réplica del anillocalavera de Keith Richards (en dos tamaños, a 39,99 y 49,99). La apuesta más estratégica, con todo, parece ser la indumentaria deportiva (¿acaso alguien puede imaginar algo menos deportivo que un Rolling?), adaptada los muy yankees gustos por el fútbol americano, el hockey y el básquet. Las compras se pueden hacer en persona o bien por teléfono, fax o Internet

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