jueves, 1 de febrero de 2018

0732 - Los Violadores - 1987 - Fuera de Sektor

Los Violadores En Obras: Cronica De Una Noche Agitada

  
Los Violadores en Obras,
Músicos invitados:
Cartas Darío Saidman (voz tenor),
Fabián Von Quintiero (teclados),
Alejandro Seoane (teclados),
Federico Gil Sola (percusion),
Julio Figueroa (percusión),
Damián Salgado (percusión).
Sábado 18 de Agosto (1990).



Lo de Los Violadores resultó siempre un acto en los márgenes del espectáculo. Limítrofes fueron, desde el principio, el nombre provocador, las letras de repudio al orden, esa música contracturada que invita al cuerpo a sumergirse en una danza de empujo­nes, limítrofe también entre el juego y la pelea.
Un paso mas allá de sí mismos y Los Violadores quedaban verdaderamente fuera de sector, en medio de una bola eléctrica de sonidos distorsionados. En eso radicaba su aporte, hace diez años, cuando fueron de los primeros en tra­ducir los gestos del punk inglés al ar­gentino, en épocas en que cantar Re­presión no les resultaba gratuito.
Los Violadores llegaron a Obras el sábado último, con el pesado mandato de llevar ese clima de catarsis a un primer disco en vivo y de registrar en un video las imágenes del que debería ser su concierto más espectacular. Seguramente, la edición de lo que allí hicieron completará la tarea que, en Obras, por momentos pareció ser lo principal.
Fueron Fieles a su público cuando los decibeles de Represión, Violadores de la ley, Contra La pared, Ultraviolento y Nada ni nadie nos puede doblegar convocaron a acompañar los estribillos en un raro clima de excitación creativa, pero atentaron contra ese mismo públi­co cuando rindieron el espectáculo a las exigencias de la grabación. Por mo­mentos se invirtieron los papeles. En vez de capturar el clima en vivo para su disco, los allí presentes tenían que adaptarse a los intervalos propios de una grabación. Pil Trafa se disculpó en­tonces por las demoras explicando téc­nicamente que había que renovar los casetes de video cada 15 minutos, algo demasiado complicado de entender cuando se espera vivir una fiesta inten­sa como la que prometen Los Viola­dores.      
Más allá de esto el grupo sigue mos­trando un sonido más ajustado y menos crudo que en sus orígenes, lo que les permite jugar sobre el escenario con la Oda a la alegría acompañados del tenor Darío Saidman y miles voces que con­virtieron el cuarto movimiento de Beethoven en el clásico grito de Woodstock. La presencia de los músi­cos invitados se hizo más fuerte cuan­do los temas Música del alma y Beat africano precisaron de una percusión más negra que rockera.



Ruidos, uno de los cuatro temas nuevos que presentaron (los otros fue­ron Que Dios nos perdone, Música del alma y Que se indulte Dios), permitió adivinar la búsqueda del grupo hacia sonidos nuevos. En éste, los teclados que condujo Fabián Von Quintiero y la guitarra de Stuka crearon un ambiente casi psicodélico que acompañó la con­fusión de la discoteca que se refleja en la letra. Queda para la anécdota que, tanto Ruidos como la Marcha del tenor con un Saidman de simpático smoking sin monito, volvieron a la hora de los bises, lo que contribuye a la sensación momentánea de asistir a una sesión de grabación con público.

Diario Sur
20 De Agosto de 1990
Fabián Polosecki

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