Seccion Libros - LIBRO 045
Gloria Guerrero - La Historia Del Palo
Fontova: “Ahora a lodos les late
el bombo legüero en el estómago..."
El disco de Fontova y sus sobrinos que acaba de salir, no me dirás que es un modelo de coherencia. Entre los “Hermanos Pinzones” que eran “unos mari...neros” y la “Zamba del miedo”, hay 180°.
Son los dos extremos, sí, que se
me juntaban, y los mandé pa’fuera. Tal vez es un estilo polarizado, pero lo
cierto es que conviven las dos cosas: la payasada y lo muy serio. La hilación
es que ambas salen de mí... Espero que haya un equilibrio, que en algún momento
saldrá. Lo que pasa es que, personalmente, tampoco soy de medias tintas: o
grandes depresiones o alegrías totales.
¿Qué es lo que más te saca de
adentro una zamba como la del miedo?
La historia de la humanidad, para
empezar. Lo que peor me pone de nosotros (y no es una crítica radiolandiesca)
es la falta de identidad, por lo menos en lo musical. Si hay algo que me jode
(sobre todo en lo “ciudadano”) es que luego del tango no hubo nada realmente
nuestro. Y te hablo de lo ciudadano porque más allá de la General Paz siempre
existió el folklore... Pero lamentablemente, ahora a todos les late el bombo
legiiero en el estómago (risas). Es la época. Yo estoy a salvo del snobismo
porque ya en el ’77 hacía folklore en Venezuela. Y hurgueteando, creo que hasta
que cada uno no haga lo que se le canta... no vamos a poder encontrar una
identidad.
¿Cualquier cosa que se le cante?
Copiar no; por supuesto...
¡Los cubanos hacen la Nueva Trova
Cubana y acá aparece la Nueva Canción Argentina! Y así todo; es todo “moda”. Lo
más terrible es que aquí tenemos las condiciones como para poder hacer
cualquier cosa. Y hay mucho cojón y mucho talento. Pero hay también mucho
miedo, y creo que ésa es la enfermedad. Y no sólo del mundo sino, por sobre
todo, nuestra.
Usted no estará insinuando, Fontova,
que el rock argentino es extranjerizante...
No, porque yo no excluyo el rock
como una identidad posible. Nos podemos identificar con cualquier cosa, pero
mientras sea a través de nosotros mismos. Lo mío siempre fue “salsa criolla” (y
aprovecho el medio para decir que Enrique Pinti me afanó el mote para su
espectáculo). Por ejemplo, me dan mucha envidia los “bra- sucas” (N. de la R.:
brasileños), gente que incorpora todo lo de afuera pero con su propio tinte.
Gismonti, Caetano, Chico... Hay rock, hay “mongo” o lo que quieras, pero sale
de ahí, del Brasil. Nosotros somos más bien “cachadores” de algo y tratamos de
hacerlo tal cual lo hace la fuente.
Entre las cosas que vos tomaste y
luego “tradujiste”, hay infinidad de ritmos centroamericanos. ¿Cómo se llaman?
No tengo la menor idea de qué
motes tienen. Son de Venezuela, de Colombia y de toda la zona caribeña.
¿Por qué los elegiste para
acompañar tus zambas y tus chacareras?
Cuando yo era chico estaba súper
de moda toda la cuestión de salsas y cumbias. El tema de los “Hermanos
Pinzones” yo lo escuchaba por la radio cuando tenía seis años.
Por aquello de las influencias
radiales, los adolescentes de hoy en día no tienen acceso de folklore de buen
nivel. ¿Cómo hace para enganchar una chacarera quien no la siente ni a palos?
No la engancha porque nada se la
hace enganchar. A mí me gustaría mucho escuchar por radio a Jacinto Piedra, a
Peteco, a Jorge Cumbo, al trío de Lito Vítale, Cumbo y Lucho González (para mí
son ídolos...). Eso es algo sumamente representativo nuestro y de ningún modo
“aburrido”; tienen toda la polenta y una gran inteligencia musical. Pero el
mal, como se dice ahora, es la informática. Estamos sujetos a lo que a no sé
quién se le ocurre mandar. Y existe además ese prejuicio de “lo grasa” (no sé
qué corno nos creemos), como si el folklore fuera grasa. Es cierto que el
folklore no es algo “culturoso”; es todo lo opuesto. Y ésa es nuestra verdadera
cultura.
Tendrás tus depresiones, pero no
parecés un tipo pesimista.
No. Soy un esperancista. Trato de
hacerle frente a la tragedia. Si le hago el juego me convierto en un buñuelo de
dolor.
¿Te fue difícil elegir el
material de este disco? Por ejemplo, aparecen temas como “Entra a mi hogar”,
que solías cantar en vivo hace más de tres años...
Fue bastante difícil. Y, como me
dijiste al principio, fue también difícil mezclar intencionalmente la cuestión
muy seria con lo reidero. La vida en joda no existe, y el cuchillo clavado todo
el tiempo, tampoco.
Mucha zamba, mucha chacarera,
pero vos sos un rockero empedernido... ¿o no?
Oíme, yo en el ’65, cuando
escuché a Los Beatles, quedé prendado y embarazado.
Seguramente el tema que te hará
conocido en estos meses será “Los Hermanos Pinzones”, al que ya difunden en
forma agobiante. ¿Te resignás a ser identificado únicamente con la jarana?
Para contestar tengo que volver a
la cuestión de la información. No sé si el que pasa temas lo hace por gusto o
lamentablemente por las órdenes de alguien. Mi material puede ser masivo, e
incluso lo serio, porque es un lenguaje sencillo; se entiende, no es ninguna
“cosa rara”. Por otro lado, la compañía me dio un buen apoyo; en ambos finales
de lados del disco nos dieron piedra libre y grabamos todo el delirio que
quisimos.
¿Qué otros argentinos podés
escuchar y reconocerles identidad propia?
Pedro Aznar, bueno... Son
palabras mayores. Me gusta la gente que llega a esto no de golpe sino con una
trayectoria. Cumbo, Vítale y González. Claro, León Gieco es Gardel. Con respeto
a Charly, en su trabajo hay una gran representatividad nuestra, que son las
letras. Con respecto a lo musical, creo que él “se da sus gustos”; creo que no
le interesa profundizar mucho en nuestra raíz. Donde profundiza es en su
poesía, que es espeluznantemente seria. Aunque parezcan muy “locas”, creo que
sus letras son de lo más serio que hay.
¿De qué es culpable el que no se
interesa en la música nativa?
Somos todos víctimas. De últimas,
el gusto es siempre algo adquirido... No es culpable de nada el que conoce
nuestra música y descubre que no le gusta. Es tan respetable esa decisión como
cualquier otra. Pero si a alguien el folklore no le gusta porque ni siquiera
sabe lo que es (que eso generalmente ocurre, por falta de información), eso es
un delirio, es falta de identidad...
¿Por qué en vos todo fue más
fácil, a pesar de Los Beatles?
Porque soy hijo de salteños, y
antes de Los Beatles me encantaban las guitarreadas. Y después tuve una gran
experiencia cuando abrimos el boliche (N. de la R.: “Lo de Fontova ", en
la Av. Córdoba), y me había asociado con una familia de santiagueños, bombistas
y también fabricantes de bombos. Eran los Gramajo. Todos los miércoles hacíamos
nuestras “Peñas Didácticas”, que funcionaban como una peña tradicional pero a
la vez veías a “stones”, panqueques (N. de la R.: punks) y otros, aprendiendo a
bailar chacareras. El mecanismo de una peña tiene una libertad que a lo mejor
un sto- ne fricachón (N. de la R.: freak) ni siquiera la conoce, a pesar de que
se pone el arito y se pinta la cabeza.
¿Tu música sigue siendo
vasodilatadora?
Sí, pero ahora viefte también con
un poquito de vasoconstricción. Hay una sección en el medio de nuestro show que
se llama “La Sección Me Siento Mal”, para dedicarme un poco a eso. Por
desgracia, las cosas más serias duelen mucho. Y bueno, estamos tan
acostumbrados al Me Siento Mal, que tampoco lo puedo negar como una cosa
folklórica.
¿Seguís siendo el General
Fontova, por aquello de que “general” significa “común a todas las cosas”?
Esa es la primera definición del
término, según la Real Academia Española. Así que todos somos generales. Pero
ahora soy reverendo. Soy el Reverendo Fontova. Creo que ahora tengo más
competencia entre reverendos que entre generales.
¿Nos acercaría un breve sermón,
Reverendo?
Que vos podés hacer lo que quieras,
rock o valsecitos peruanos. Pero que hagas lo que a vos te gusta. O sea, hacer
lo que a uno le gusta, nada menos, y nada más.
“Ahora no soy más General. Ahora soy el Reverendo Fontova”
Junio de 1985
https://mega.nz/file/9nJjzYhL#UGfuFxmFw3d0SrFl-MvsNwZGmLUnQq9f2fSW2SAKQ7k